
Muchas de las memorias de Ariana y Johanna tienen el gusto de la sobremesa, donde escuchaban conversaciones sobre clientes, decisiones del negocio y anécdotas del día a día. Esas historias se convertirían en las bases de un vínculo profundo con la empresa familiar.
Ese lazo hoy las une al frente de un proyecto que no heredaron por inercia, sino que eligieron por convicción. Esta es una historia de legado, propósito y de cómo liderar juntas, desde el vínculo, con sensibilidad, visión y una complicidad que solo las hermanas entienden.
“No llegamos aquí por inercia, sino por decisión”, cuenta Ariana Selva, hoy gerente general de Loza. “Esto es un acto de gratitud y compromiso con nuestra historia y nuestra gente”. Johanna asiente con una sonrisa que denota orgullo, pero también calma: la que nace de saber que está en el lugar correcto, al lado de quien mejor la conoce.
Desde la entrada de la nueva tienda en Escazú se respira sofisticación. La curaduría de cada producto, la calidez en los detalles y la claridad de propósito revelan que Loza no es solo una empresa de enchapes y materiales de acabados de lujo. Es una historia familiar. Es un apellido convertido en visión. Y hoy, son dos hermanas —Ariana y Johanna— quienes llevan ese legado con la fuerza de la tradición y el impulso de la innovación.
Tomar las riendas de un negocio familiar no es simplemente asumir una responsabilidad gerencial. Para Ariana y Johanna, es continuar una historia escrita con esfuerzo, con sueños, y con valores que aprendieron desde pequeñas.

“Es un acto de gratitud y compromiso”, Honramos el legado que nos dejaron nuestros padres, pero también tenemos la oportunidad de proyectarlo hacia el futuro, con nuestra mirada, nuestra energía y nuestra forma de hacer empresa.”
— Ariana Selva, gerente general de Loza.
Un legado que nació en casa
Las hermanas crecieron rodeadas del negocio. No en oficinas o reuniones de directorio, sino en conversaciones cotidianas.
Además, su formación académica en Administración con énfasis en Mercadeo y Ventas les ha permitido combinar conocimiento técnico con sensibilidad comercial. Y eso se nota tanto en el producto como en el equipo de trabajo.
Ariana fue la primera en reconocer ese llamado. Mientras aún cursaba el colegio, comenzó a involucrarse durante las vacaciones en tareas administrativas. Lo que empezó como un apoyo temporal, pronto se convirtió en una decisión de vida.
“Estudié Administración de Empresas porque quería entender el negocio desde adentro. Quería ser parte de él no solo por legado, sino por convicción.”
Johanna, por su parte, tardó un poco más en decidirse, e incluso consideró emprender otros caminos. Pero el arraigo, la posibilidad de aportar, y sobre todo, la comunicación honesta entre ambas, la hizo reencontrarse con ese lugar que siempre la esperó.
Hermanas, líderes, socias
El trabajo en equipo entre Ariana y Johanna no es casual. Es fruto de años de construir una dinámica donde el respeto, la comunicación y la admiración mutua son pilares inquebrantables. Ariana aporta una visión estratégica con fuerte enfoque en innovación. Johanna lidera con estructura y precisión, siendo responsable del área comercial y de marketing.

“Cada una encontró su espacio de manera natural, después de pasar por distintos roles en la empresa. No hubo imposiciones. Solo un camino de aprendizaje que nos ayudó a definir en qué somos buenas y cómo podemos potenciar la empresa juntas”, explican.
El respeto por los talentos individuales es evidente. Ariana elogia la constancia, lealtad y capacidad organizativa de Johanna. Johanna admira la pasión, carisma y liderazgo empático de Ariana. Juntas, han logrado consolidar un modelo de trabajo complementario, humano y efectivo.
Rebranding, expansión y propósito
El 2024 marcó un hito para Loza: un proceso de rebranding que renovó su imagen sin perder su esencia. A eso se sumó la apertura de una nueva tienda en Escazú, un movimiento estratégico que posiciona aún más la marca en el segmento premium del mercado. Ambas decisiones fueron lideradas por las hermanas con una mezcla de intuición empresarial y análisis de mercado, reflejo del enfoque moderno con el que están llevando la compañía. Lo que las hermanas quieren dejar en esta nueva etapa de Loza no es solo expansión geográfica o nuevas líneas de productos. Quieren dejar su sello: una empresa que se lidera con pasión, con autenticidad y con profundo respeto por las personas.
“No se trata solo de crecer, sino de crecer con propósito”, explican. Su meta es clara: consolidar a Loza como un referente regional en acabados de lujo, adaptándose a nuevas tendencias, sin perder el alma que siempre ha caracterizado a la marca.
Cuando los retos aparecen —y los ha habido—, ambas se apoyan en una fe compartida que les recuerda que “todo pasa, ninguna situación es permanente”. Esta frase, que repiten como mantra en los momentos difíciles, las ayuda a mantener la perspectiva, a mirar el panorama completo y a seguir avanzando.
En los próximos cinco o diez años, sueñan con una expansión nacional e internacional, el desarrollo de nuevas líneas, y la consolidación de una cultura organizacional centrada en la excelencia, pero también en el bienestar. Pero más allá de los números, ambas coinciden en lo esencial: seguir construyendo juntas. No solo como socias, sino como hermanas.
Porque al final, en Loza no se vende solo diseño ni materiales de lujo. Se transmite una forma de hacer las cosas. Una forma que combina legado, pasión y visión. Y que lleva, con orgullo, el apellido de su familia.

“Queremos que la gente sienta que nos conoce, que nos recuerde no solo por lo que vendemos, sino por cómo lo hacemos. Somos una empresa con alma, hecha de historias reales, de esfuerzo y de pasión por construir espacios que hagan la vida más bonita”, concluye Johanna.
Uno de los aspectos más distintivos de Loza es su inclusión y ética. En su estructura administrativa, la empresa es dirigida y gestionada principalmente por mujeres “Nuestra empresa es un reflejo de nuestras vidas. Sabemos lo que significa equilibrar responsabilidades familiares y laborales, y eso nos ha hecho más empáticas, organizadas y enfocadas en las personas”, agrega Ariana Selva gerente general.