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Sin nido, pero felices...

En el Día Mundial del Ambiente, los pajaritos que alegran mi jardín fueron despojados de su casa.

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Pero no fue culpa mía..., aunque igual me siento responsable. Mi jardinero de años, don Victor, un campesino puntarenense de esos a quienes es imposible calcular la edad, se voló con su machete la hoja de la palmera donde una pareja de comemaíz había instalado su nido de amor, donde se reprodujeron, encubaron sus huevitos y vivían sus pequeños polluelos, los cuales aprendieron a volar entre el jardín, la tapia y la terraza de mi casa.








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