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Mantener la llamita encendida

Eso de mantener la llamita encendida no es tarea fácil. Con los hijos, el corre-corre y el trabajo, la cosa se complica todavía más. Se requiere una buena dosis de compromiso, disciplina emocional, deseo sexual, sentido del humor y desapego del ego, para que la atracción no se apague. No soy experta en el amor. Fui bastante lenta en mi adolescencia, tuve pocos novios, pero cuando encontré a mi contraparte supe desde un principio que me gustaba muchísimo y que lo quería mantener a mi lado. Y enamorado. La vida en pareja es una función que uno debe asumir con creatividad. Para los creativos, entenderán que con ello no sólo me refiero al sexo, sino a todo aquello que constituye la antesala a la cama (o donde ustedes dispongan).

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Muy perfumada. Piernas depiladas. Me había secado el pelo con esmero, cosa que rara vez sucede. Me puse ese vestido informal sin mangas que tanto le gusta a mi marido y aún no me he había quitado ni los accesorios, ni el maquillaje. Pero para su llegada, pasadas las ocho de la noche, era la antítesis de 'sexy'. Estaba completamente dormida, enroscada entre las cobijas, abrazada a mi oso de peluche, con una almohada sobre la cabeza y el televisor encendido. Mi esposo supo que mi intención era de verdad buena y que lastimosamente había sucumbido muy temprano ante el cansancio, después de un larguísimo día de trabajo, mandados y tareas...








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