Siempre me cuestioné por qué las parejas deben dormir juntas. Uno lleva al menos 20 años de vida durmiendo en la cómoda soledad y de pronto, el amor u otro sentimiento que se le parezca, nos hace tomar la decisión de irnos a vivir juntos y eso inevitablemente significa compartir sábanas y colchón.
Me sentía invadida cada vez que me tocaba dormir con algún novio: el calor, los ronquidos, el espacio. ¡Se dan vuelta y me descobijan!
Pero cuando alguien de verdad encaja con uno y se acopla a la posición de la cucharita como si fuera el molde perfecto del que uno salió, todas las incomodidades se borran. Es más, ya no quiero una noche más en soledad (bueno, para ser honesta, tal vez una de vez en cuando).
Dormir con la pareja contribuye al bienestar mental y reduce las enfermedades cardiacas. (Shutterstock.com)
Ahora amo el calor de mi novio, su aroma y su cuerpo enredado en mis cobijas. Ya no importa que de vueltas porque yo doy vueltas con él. Era cuestión de química, supongo.
Y la química, como el resto de ciencias, tiene su encanto. Por ejemplo, una investigación de The Wall Street Journal demostró que al dormir en pareja disminuyen los niveles de cortisol (hormona del estrés), estimula la producción de oxitocina (hormona del amor) y nos da una sensación de seguridad y protección.
Los vivillos de los científicos además aseguran que entre menos ropa y más junticos, mejor. De esta manera hay una mayor sensación de cercanía y seguridad.
La ciencia lo demuestra: dormir juntos nos hace más felices y nos da una vida más longeva. Lo único necesario es asegurarse de encontrar quien calce con uno en la posición de la cucharita.
Graduada en Ciencias de la Comunicación Colectiva, con énfasis en periodismo, de la Universidad de Costa Rica y de la maestría de Administración de Medios de Comunicación de la UNED.
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