Es miércoles. Tres días antes, el domingo 22 de abril, una protesta pacífica ocupó el parque de La Merced con banderas ondeantes de Nicaragua.
La imagen no es una ocurrencia regular. Es un parque acostumbrado a la tranquilidad que impone su vecino, el Hospital San Juan de Dios. El parque josefino es un puente de paso en las mañanas y un patio de encuentro por las tardes.
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Los buses que vienen desde La Carpio se parquean al costado norte y la vida hierve bajo el sol. Los caminantes se mueven entre la cadencia del acento de “¡Enchilada, café caliente y vigorón!” y las advertencias en susurros que comparten los vendedores ambulantes cuando grupos de hasta ocho oficiales de la Fuerza Pública examinan escalinatas y poyos buscando alguna bolsa de mercadería mal puesta.
Managua está a más de 400 kilómetros de San José. Allá está la “guerra”, como se refieren algunos nicaragüenses a las protestas ciudadanas que dejaron una cifra de muertos que el gobierno no ha confirmado.
Sin información disponible, los números que maneja la prensa difieren por decenas. Tardío en llegar, un cálculo de la administración de Daniel Ortega estimaba 10 fallecidos tras la represión policial y militar arremetida contra cientos de manifestantes.
Informalmente la cifra se elevó a más de 30. El jueves, la organización no gubernamental Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) declaró que murieron 63 personas y no tienen información alguna de 15 desaparecidos.
El gobierno subió el porcentaje que empleadores y trabajadores pagarían al Seguro Social y declaró una deducción del 5% a las pensiones de jubilados en el paquete de reformas al Instituto Nicaragüense de la Seguridad Social (INSS).
Disconformes, las primeras manifestaciones en Nicaragua comenzaron el miércoles 18 de abril. Los grupos se organizaron de forma espontánea pero involucraron a estudiantes universitarios.
El martes 24 de abril, el gobierno liberó a 200 de estos jóvenes quienes fueron detenidos sin cargos y golpeados sin posibilidad de comunicarse con sus familias. 15 de ellos presentaron una denuncia ante la CPDH con información sobre sus aprehensiones y maltratos.
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Al menos ocho departamentos de Nicaragua tienen células de protestas, según información de El Nuevo Diario, aún cuando a finales de la semana mermaron.
Tras la respuesta represiva organizada por el presidente Daniel Ortega y por su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, los nicaragüenses en las calles no solo piden justicia para su sistema de cobertura social sino consecuencias contra los asesinos impunes.
A 400 kilómetros de distancia, las noticias llegan a cuenta gotas. De los 324.662 nicaragüenses que contabilizó la Encuesta Nacional de Hogares en el 2017, nueve migrantes en Costa Rica compartieron sus opiniones, su enajenación y dolor por los días que pasaron, por los que quedan por venir.
Marlon José Smith
Edad: 30 años. Ocupación: trabajador de construcción
Soy de Bluefields. Me preocuparon mis hijos. Mataron al periodista Ángel Gahona, un amigo mío. Tuve mucha preocupación y estuve a punto de agarrar mis maletas e irme para allá. Gracias a Dios, la situación mejoró en Bluefields. Tengo entendido que en Managua continúan las protestas. Gracias a Dios se unió todo el pueblo nicaragüense y lograron evitar una masacre más grande.
Ángel y yo éramos amigazos. (Me enteré de su muerte) por redes sociales. En el instante en que pasó, otro amigo periodista me mandó fotos y videos. Fue un golpe porque aparte de conocido, era mi amigo. Fue un gran amigo. Me dolió mucho. Nunca pensé que pasara eso en Bluefields, somos completamente diferentes al Pacífico. Se supone que somos una región autónoma.
Me comuniqué con la esposa de Ángel y ella sigue traumatizada porque estaba con él en ese momento. Yo me di cuenta como cinco minutos después. Quedé sorprendido. Aparte de ser buen periodista, no se metía con nadie. Simplemente cumplía con su trabajo. No me explico por qué ni cómo le hicieron eso.
Bernardo Valerio
Edad: 58 años. Ocupación: agente funerario
Soy de Naindaime (Granada) pero viví en Managua diez años. Sabemos que mataron a un periodista, fue una gran pérdida la que tuvo el país. Además de que hubo hasta 24 muertos más, 25 por todo.
Considero que no hay necesidad de que se derrame sangre cuando las cosas se pueden arreglar hablando, como se hace aquí en Costa Rica. Las cosas acá se resuelven democráticamente, no con violencia sino dialogando. El diálogo es como debemos de tratar de resolver las cosas. El conflicto trae dolor y angustia, trae inseguridad al país.
Costa Rica ha sido un lugar que nos ha acogido y nos sentimos bien. Por dicha en Nicaragua ya las cosas se calmaron. Doy gracias a Dios porque ya no está la violencia.
Muchas personas están pidiéndole al presidente que abandone al país. Yo creo que no tiene sentido haber bajado un dictador y haber puesto otro. Para mí si abandona el país sería mucho mejor porque lo que no sirve, mejor que no atrase.
Me vine buscando una mejor vida y gracias a Dios que la encontré. Tengo dos hijas, una de 16 años y una de 14. Acá están estudiando y se están preparando para un mejor futuro. En Nicaragua tengo siete hermanos que están bien, no tuvimos ninguna pérdida.
Luis Vásquez
Edad: 47 años. Ocupación: fotoperiodista (sin empleo)
Tengo 22 días en Costa Rica. Soy de Managua. Si hubiese más trabajo no vendríamos a Costa Rica. Si tienes abundancia en tu casa no la vas a buscar en otra. El gobierno está haciendo leyes que están golpeando a la población nicaragüense. (...) El pueblo despierta. El pueblo no está para dar la mejilla. Hablaba Daniel Ortega de dictadura y él es peor. Dicen que hay 30 muertos, ¿a quién se los vamos a cobrar? Son de compañeros policías que actúan bajo una orden. En Costa Rica tuvieron una marcha, pero no vi un solo policía que los resguardara. Ortega manda a poner antimotines y barricadas. Aquí se expresan libremente y sin censura.
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Rosa María Valdivia
Edad: 58 años. Ocupación: comerciante
Como madre me siento mal. Es un golpe duro que te quiten un hijo, más un estudiante, un universitario que lucha por salir adelante y ser algo. En Nicaragua solo sobrevivimos. Con la ayuda que el gobierno implementó para los universitarios y para los viejitos, eso era una ayuda grande. El error fue quitarles lo que ellos tenían. Fue una bomba tocar a los viejitos y a los universitarios.
Yo me siento muy triste como madre, como hermana, todos los países centroamericanos somos hermanos. Para mí sería bueno que el 19 de julio (aniversario de la revolución) se borrara para celebrar el 19 de abril en nombre de los caídos.
En Costa Rica apoyamos con una marcha en el parque de La Merced, tuvimos el apoyo de unos costarricenses. Pido y pediré siempre es que se vaya el presidente Daniel Ortega. Desde el primer día que se manifestaron los universitarios, él tenía que sentarse a dialogar. Como ciudadana de Nicaragua opino que el presidente se vaya.
Uno anda rodando para ayudarle a su familia. Sufrimos, hay veces que no comemos. Caminamos en la calle vendiendo, somos acosados y eso no es justo.
Le doy el pésame a las madres que perdieron a sus hijos. Yo perdí uno porque Dios me lo quitó, pero que te lo maten es duro.
Brayan Lacayo
Edad: 30 años. Ocupación: trabajador de construcción (sin empleo)
Vinimos hace 22 días. La situación es difícil. Yo me traje a toda mi familia. Con el afán de conseguir un nuevo mundo, es como llegar a Estados Unidos. Vivo en Barrio México. Tenemos cuatro días sin comer.
Yo he pensado que ojalá se nos arregle el sistema allá. Somos tres personas, mi esposa y mis dos hijas. Vinimos de mojados. Tuvimos que migrar porque la plata es difícil allá. Tengo una hija con espina bífida y tengo que ver cómo hago. Tiene un año y ha sufrido dos operaciones en Nicaragua. Quieren hacerle una en mayo, no sé si voy a tener el dinero para irme o no. Igual la frontera está cerrada. A como estamos viviendo la vida aquí, la estamos viviendo allá.
Hubo 29 muertos, que no haya más. Vamos a seguir luchando. Lo importante ahorita es que se mejore el país. No es que estamos viviendo en guerra aquí, pero estamos viviendo problemas diferentes. Cada quien tiene sus problemas. Pedimos más apoyo a Costa Rica. No solo por el trabajo, eso cuesta.
Un compañero tiene seis meses de estar sin trabajo. Yo tengo que andar mendigando. Mi mujer no puede dejar a las hijas. La señora de la casa nos abusa, dicen que el arrimado y el muerto huelen feo. No queremos ser más carga sobre ella. Siempre hemos sido trabajadores. No sé qué es lo que está pasando ahora.
Ezequiel Salazar
Edad: 26 años. Ocupación: trabajador de construcción
Llegué a los 15 años a Costa Rica. Toda mi familia está en Managua, yo ando solo. Papá, madre, hermanos. Por lo que pasó, fue muy feo. Gracias a Dios que no pasó a más. No pereció mi familia pero estoy muy dolido. Hubo muchos muertos.
La verdad estoy tranquilo y estoy agradecido con muchas familias de acá que nos brindan la mano. Por ser de allá, nos señalan a todos por igual. La situación política está demasiado mal. Nicaragua no es pobre, nos hacen ser pobres. Los presidentes roban, roban y roban. Nada hacen por el pueblo. Las manifestaciones estaban en todo su derecho. Me gustaría que se cambiara de presidente. Ya eso está inservible.
Maribel Díaz
Edad: 40 años. Ocupación: salonera
Toda mi familia está en Chichigalpa y vivo actualmente sola. Si para uno vivir lejos de la familia es duro, imagínate con todo lo que sucedió. Para mí no es nuevo, en dos o tres ocasiones hemos vivido revueltas parecidas. Yo viví los años de los tiempos de guerra, el triunfo de la revolución también fue tremendo. Los ganes de cada gobierno siempre es la misma cosa. Lo que pasa es que solo se habla del momento.
Vine a Costa Rica sola. Con 22 años agarré mi maleta y le dije a mi mamá que me iba a las cuatro de la mañana y ya, hasta hoy. Tengo dos hijos mellizos de 11 años. Aún cuando son ticos los nacionalicé y viven allá porque están mejor cuidados. Me da pesar porque la educación es mucho mejor aquí.
Considero que este problema es político. Estamos cerca de las elecciones y el pueblo más vulnerable es la juventud. La juventud se manifiesta y con el comandante Ortega en el poder se agarran de que el mayor movimiento en Nicaragua es la Juventud Sandinista. Es una manera de llamar la atención y se les pasó la mano. Es para mantener al pueblo distraído.
María Esther Díaz
Edad: 34 años. Ocupación: salonera
Somos de Chinandega. La verdad me siento un poquito consternada pero, para nosotros, no es algo nuevo. Los nicaragüenses nos caracterizamos por ser personas muy molestas cuando nos tocan los bienes. Se dio por el cambio de la ley del INSS y es exactamente lo mismo que quieren hacer acá en Costa Rica. Eso es lo que implementaron en Nicaragua, solo que somos más enojados. Sobre todo cuando le tocan el bolsillo a la gente.
Pienso que debieron haberse manifestado pero de una manera pacífica. Fue algo que se le salió de las manos al gobierno. Dicen que el presidente no estaba en Nicaragua porque estaba en la toma de posesión del presidente de Cuba, algo así.
La juventud son las personas más vulnerables. Los universitarios son el futuro del país. Nosotros los jóvenes somos los defensores de los derechos de las personas adultas mayores.
Entonces, esto no debió haber pasado. Hubo mucho derramamiento de sangre.
No sé en qué momento las cosas se salieron de control y terminaron, como decimos, agarrados del moño. Cuando hay muertos ya el país está muy mal. En vez de seguir adelante, vamos de regreso a los años 80.
Erlin Borge
Edad: 43 años. Ocupación: guarda de parqueo
Ingresé a Costa Rica para el tiempo de la guerra. Muchos carajillos que de 9 y 10 años los metían en “La Mascota”, donde los entrenaban y los mandaban a cargar mochilas. Mi mamá se vino a y tres meses después de trabajar en San José, mandó dinero para sacarme la visa y el pasaporte. Mis padres querían que no tuviera un mal futuro en Nicaragua.
Muchos nicaragüenses dicen que como mataron a Sadam Husein (en Irak) así tienen que matar a Daniel Ortega. Es demasiado lo que el pueblo ha aguantado. Si Violeta Chamorro no hubiera tomado la presidencia (1990-1997), Nicaragua estaría en guerra todavía. El Frente Sandinista nunca ha ido con mi familia.
Javier Velásquez
Edad: 20 años. Ocupación: trabajador de construcción
Estoy muy preocupado. Toda mi familia, toda mi gente, mis amigos están allá. Con todos esos muertos, me preocupé mucho. Muchas veces me quise regresar pero no había pasada por la frontera, no podía hacer nada. Es muy duro. Ojalá las cosas se mejoren. Hay varios amigos que fueron golpeados pero, fuera de eso, nada malo. Algunos de ellos se involucraron ayudando en las manifestaciones. Saber que estuvieron tanto en peligro... Casi lloro en esos días. Fue muy duro. Les diría a los ticos que comprendan, que si hay algún nica que puedan ayudar que lo hagan. Necesitamos apoyo. Venimos muchos a buscar trabajo, queremos salir adelante.