Si algo tiene el empresario Johann López -además de tatuajes y modificaciones en su cuerpo-es la vena de un emprendedor. Desde muy joven se sintió atraído por el arte corporal: los tatuajes, las modificaciones y las perforaciones han sido parte de su vida siempre, así que en ese ámbito es donde se quiso desarrollar como artista y como emprendedor.
¿Su última “locura”? Un bus transformado en un estudio de tatuajes y perforaciones móvil. ¿Cómo lo logró? Pues compró un Blue Bird del año 1996, le sacó todo lo que tenía adentro, le puso dos sillas de trabajo, una mesa, implementos especiales para hacer tatuajes, ventanales nuevos, aire acondicionado y hasta pantallas para que los clientes se distraigan mientras las agujas y la tinta penetran sus pieles.
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Como todos los proyectos que se propone Johann, la idea del Tattoo on Wheels (como se llama el bus) llegó por sus ganas de siempre estar haciendo algo. Él y su socio, el tatuador Luis Diego Mora “Pecos”, son los propietarios del estudio New Skull, ubicado en San Pedro, un negocio que empezó también por la aspiración de ambos en tener su propia empresa, hace más de 15 años.
“Me fui de lleno por la perforación, pero me gusta más la parte empresarial. Es curioso porque tal vez he perdido más de lo que he ganado, pero me anima buscar proyectos, gestionar, inventar. Con Pecos nos hemos logrado complementar porque él pasa muchas horas tatuando y yo veo la parte empresarial”, explicó López.
Con el tiempo López, quien estudió turismo en la universidad, fue buscando más formas innovadoras para llevar el arte corporal un paso más allá. Gracias a sus buenas conexiones y contactos, en el 2012 concretó otra de sus locuras: hacer la primera Paradise Tattoo Convention en nuestro país, un encuentro con tatuadores costarricenses e invitados internacionales que durante siete ediciones se convirtió en el pináculo de este arte en Costa Rica.
La próxima actividad donde estará el Tattoo on Wheels será los días 23 y 24 de julio en el Estadio Nacional como parte de una actividad para recolectar fondos para la fundación Chepe se baña (todas las ganancias de ese día serán donadas).
Con este evento logró traer a suelo tico a grandes artistas de la talla de Ami James, Megan Massacre, Big Ceeze, Chris Blinston, Paul Booth; entre otros.
Y ahora... de la mano de colaboradores muy especiales como Pecos, el chofer Steven Fuentes, Katherine Arrieta y el reconocido tatuador peruano Stefano Alcántara -quien ha forjado una importante trayectoria en Estados Unidos- nació Tattoo on Wheels.
Tatuarse en cualquier lugar de Costa Rica
Lo primero que hay que aclarar con el tema del Tattoo on Wheels o los tatuajes express, es que el bus tiene todos los permisos de salud para poder operar en cualquier parte de Costa Rica. Sin embargo, para tatuar, la móvil debe de ser parte de algún evento, como por ejemplo cuando estuvieron en el pasado Rock Fest, que se realizó en mayo en Parque Viva. Obviamente sería complicado que un artista haga un tatuaje mientras el bus está en movimiento, pues este oficio requiere cuidado, talento y dedicación.
La idea del Tattoo on Wheels es ser parte de actividades públicas y privadas donde los inviten, para que los asistentes a los eventos se puedan llevar un recuerdo especial de dicha actividad.
Vamos paso a paso: ¿Dónde consiguieron un bus? La respuesta es tan loca como la idea: en Facebook. Sí, en la sección Marketplace de la red social hay de todo en venta... hasta buses.
“Lo que siempre tengo seguro son los sueños, les doy vuelta y de un pronto a otro algo sale. Hice un análisis de mercado, los pros y los contra del proyecto que venía pensando desde hace más de cuatro años. Investigué, busqué móviles, los precios y cómo se podían modificar”, recordó el artista.
Durante el planeamiento y la investigación cayó la pandemia. Sin embargo, López y su socio no se dieron por vencidos. “Seguimos buscando en páginas de ventas como Mercado Libre, yo llamaba a preguntar, pues por preguntar no me iban a cobrar. Nadie sabía que no tenía la plata. Yo iba a ver los buses”, contó entre risas López.
En su búsqueda no lograba encontrar ninguna móvil que le fuera funcional y, con la idea todavía en mente, Johann viajó a Estados Unidos para trabajar como invitado especial en el estudio de Stefano Alcántara.
Estando allá le comentó al peruano su idea y el artista lo impulsó a que siguiera investigando, además, le propuso sumarse al proyecto como socio. “Es una idea innovadora, algo que no había visto antes. Es muy llamativo ver un estudio de tatuajes móvil. Además se puede llevar a lugares fuera de la ciudad, a espacios paradisíacos que en Costa Rica hay muchos, a lugares donde la vista es hermosa. El concepto me pareció muy interesante y decidí invertir”, afirmó Alcántara vía telefónica desde Miami.
Con el espaldarazo de Alcántara, Johann regresó a Costa Rica con más ganas de concretar su sueño. Y fue en Marketplace donde encontró el bus perfecto.
El Blue Bird de 1996 estaba a la venta por causa de la pandemia. Antes de llegar a manos de López el vehículo estaba acondicionado como una sala de videojuegos móvil, tenía pantallas y consolas de Play Station. Lo llevaban a eventos y a centros comerciales, pero por la emergencia sanitaria el negocio no pudo seguir adelante, así que López lo aprovechó.
Le costó aproximadamente ¢6 millones. El bus ya tenía instalación eléctrica, algo que le funcionó bien al Tattoo on Wheels, pero todavía faltaba mucho para transformarlo en su totalidad.
El bus marca Blue Bird del año 1996 que se convirtió en el Tattoo on Wheels estaba a la venta en Marketplace de Facebook.
Después de comprarlo hubo que hacer más inversión de dinero para lograr tener el bus en estado de operación. Tuvieron que poner una instalación de electricidad de 220 voltios, además abrieron uno de los costados para colocar un ventanal grande, así como poner un aire acondicionado.
En principio, el bus estaba pintado de color azul con el nombre de la empresa anterior, pero la pintura y los diseños cambiaron a negro y dorado. Además, en un costado se estampó la figura del David de Miguel Ángel, para darle un tono mucho más artístico y elegante.
Adentro hay dos sillas para tatuar o perforar, mientras que un par de los asientos del bus se modificaron para tener sillones de espera. Tiene todos los implementos que hay en un estudio: tintas, guantes, máquinas, basureros, botes de desechos tóxicos... en fin, está bien equipado.
“Todo es muy elegante, queremos que las estrellas no sean los artistas, sino las personas que lleguen a hacerse algún trabajo”, agregó López.
Los permisos con los que cuenta el estudio móvil son parecidos a los que utilizan las ambulancias en el país, ya que manejan desechos tóxicos y material especial.
La dinámica
Por lo general, cuando el Tattoo on Wheels toma la carretera es para asistir a algún evento donde los inviten. Su debut fue en el Wine Festival que se realizó en abril, en Santa Ana.
En el Wine Festival “causó furor” entre los asistentes, tal como recordó Katherine Arrieta, quien se encarga de la logística.
El bus llama mucho la atención porque su presencia es imponente; sin embargo, el equipo de trabajo se esmera para que la interacción con el público sea lo más importante. Cuando el bus parquea en algún evento se coloca una mesa con las diferentes joyas que se pueden comprar para las perforaciones, algunas veces hay pantallas en las afueras del vehículo que muestran el arte que se está haciendo adentro.
También tienen un espacio de descanso, algo así como para pasar un tiempo “chill” mientras se aguarda el turno para tatuarse o perforarse. Ahí hay una alfombra, un toldo y hasta pequeños sillones tipo almohadones para esperar.

El Tattoo on Wheels es un trabajo en equipo que empieza desde Steven Fuentes -el chofer- y que continúa con Katherine Arrieta, quien es la encargada de darle una primera atención a los clientes. El proceso termina con los artistas Pecos y Johann, estampando su talento en la piel de sus clientes.
“Manejarlo es muy normal, pero hay que tener un cuidado especial porque adentro hay equipo muy valioso”, comentó Fuentes, en el encargado del volante.
Algo que le llama mucho la atención a este chofer es la sensación que el bus causa cuando está en carretera. “Los carros se acercan para verlo. A veces hay personas en las paradas de buses esperando y ven la figura y se ponen de pie. Se impresionan cuando lo ven pasar, sobre todo cuando llevo las luces de adentro encendidas para que se vea el estudio”, dijo.
La licencia que tiene Fuentes para conducir el bus es tipo B2, ya que es un vehículo de carga liviana. Es mucho más pequeño en tamaño que los buses de servicio público.
“Cuando llegamos a un evento todo el mundo quiere estar cerca porque el vehículo es muy bonito, nos piden permiso para sacarse fotos y para subir a ver lo que hay adentro”, agregó el chofer.
En el caso de Katherine, cuando el Tattoo on Wheels está listo para recibir clientes, ella es quien hace las agendas de trabajo. Por lo general las personas que se acercan a tatuarse quieren algún recuerdo del lugar donde estuvieron, son piezas pequeñas o perforaciones que relativamente se hacen muy rápido.
“Ha sido una experiencia muy chiva porque cuando llegamos la gente no sabe de qué se trata, entonces se acercan a preguntar. Cuando les explicamos se emocionan y se animan a tatuarse o a perforarse. Se da mucho que llegan en grupos de amigos para hacerse diseños parecidos, como en el Wine Festival que se hacían botellas de vino o copas”, aseveró Arrieta.

Aunque en lo eventos, por lo general, se hacen piezas pequeñas representativas de las actividades, Pecos afirmó que está abierto a realizar cualquier tipo de diseño.
El artista explicó que cuando están en un evento, la idea es que los tatuajes que se hagan no tarden más de 20 minutos, para así atender a la mayor cantidad de público. Si las piezas son más grandes, se pueden hacer siempre y cuando haya espacio en la agenda y el bus esté más de un día en los eventos.
Entre los diseños que ha hecho están fechas (muchas del día de la actividad), detalles inspirados en los lugares donde se encuentra el bus y hasta nombres.
“Por lo general se hacen tatuajes minimalistas, de uno o dos colores, algo rápido. Pasa mucho que alguien llega, se antoja y convence al amigo para que se tatúen juntos”, recordó el artista.
El Tattoo on Wheels ya ha visitado Santa Ana, algunas zonas de Guanacaste como playa Avellanas y también Parque Viva. Incluso, el propio Stefano Alcántara ya fue parte de una de las giras, en la que conoció la Catarata de la Paz.

“Es importante llevar el arte a las comunidades alejadas de la ciudad y brindarles una experiencia como esta. Fuera de la ciudad podemos tatuar temas naturales, de preservación de la naturaleza que Costa Rica ofrece y eso fomenta también el turismo”, dijo Alcántara, quien aprovechó su visita para hacer un tatuaje inspirado en la catarata y las aves que pudo ver durante su paseo. La imagen de ese tatuaje figura en su perfil de Instagram, donde es seguido por más de 309.000 personas.
El Tattoo on Wheels no solo está disponible para los artistas del New Skull o para Alcántara, la idea es que también se sumen otros tatuadores al proyecto. “El bus está abierto para todos los artistas. Tratamos de abrir puertas para todos, queremos llevar el bus a recorrer todo el país y demostrarle al tico lo que puede encontrar en diferentes zonas. Nos gustaría mucho involucrar a artistas de cada lugar que visitemos para que tatúen en el bus”, finalizó López.
Contáctelos
Si en su empresa o comunidad tienen una actividad, el Tattoo on Wheels podría ser una buena opción. Su incorporación al evento podría fomentar la visitación del mismo.

Ellos están disponibles para viajar a cualquier lugar del país. Puede contactarlos en el Instagram @tattoo.on.wheels, al WhatsApp: 8834-8255 o al correo tattoo.on.wheels@hotmail.com.
La próxima actividad donde estará Tattoo on Wheels se realizará el 23 y 24 de julio, en el Estadio Nacional, como parte de una actividad para recolectar fondos para la fundación Chepe se baña (todas las ganancias de ese día serán donadas).
Los precios que ofrecen rondan los ¢15.000 para perforaciones, dependiendo de la joyería que se adquiera: hay titano, zirconia y ópalo, así como diferentes estilos y materiales. En el caso de los tatuajes depende mucho del tamaño y el detalle, el trabajo se cobra a partir de los ¢35.000.

