La foto de portada de Luis Fernando Suárez en la red social Twitter es casi como un recordatorio de la necesidad urgente de la Selección Nacional, y por ende, de él también. “No es solo jugar… es jugar para ganar”, se lee al fondo de una imagen tomada en el Proyecto Gol, donde el colombiano aparece trotando en solitario y con el césped como testigo.
La verde cancha ha sido fiel acompañante en casi toda su vida. Hizo carrera como defensor y se retiró con apenas 28 años, seducido por la posibilidad de ser director técnico. No fue culpa de ninguna lesión de rodilla, sino simplemente de una oportunidad difícil de rechazar: entrenar a uno de los equipos menores del Atlético Nacional de Medellín, donde estuvo en la mayor parte de su etapa como futbolista.
Desde entonces ha desarrollado un estilo como estratega muy relacionado con su forma de ver la vida. No se trata de recorrer el camino con un único fin, sino de mejorar y para Suárez siempre es importante “hablar en positivo”, confesó en el 2015 durante una entrevista con un portal mexicano.
Seguramente por eso el pasado 31 de agosto, dos días antes de empezar la eliminatoria de Concacaf, subió esa imagen a Twitter, la única red social que tiene, y donde al mismo tiempo escribió sobre las ilusiones de su “nueva maratón del fútbol” y el único objetivo de clasificar a la Tricolor al Mundial de Catar 2022.
Para entonces venía de la Copa Oro, con una eliminación temprana pero ya acostumbrada para Costa Rica. Todavía no vivía las críticas que después recayeron en el grupo y sobre todo sobre sus hombros. Los comentarios de aliento de esa misma publicación después se convirtieron en cuestionamientos o pedidos (reclamos) de qué hacer y qué no con la Sele.
Aunque aún con posibilidades de ir a la cita mundialista, sus casi seis meses al mando de la Nacional han sido mucho más tormentosos de lo esperado, aspirando con dificultades al repechaje. En la Fedefútbol recurrieron a él cuando la cuerda con Rónald González se había acabado, pero la apuesta por otro técnico de la generación dorada de Colombia no ha salido como se esperaba.
Difícilmente su tercer intento para clasificar a un mundial iba a ser tan brillante como el primero con Ecuador o tan elogiado como el segundo con Honduras. Suárez ni siquiera duda o lo piensa dos veces cuando le han preguntado por su mayor logro siendo estratega. Lo tiene tan claro como todo el país suramericano donde su nombre se hizo un campo en la historia.
Clasificó a esa selección ecuatoriana a Alemania 2006 tan solo por debajo de las potentes Brasil y Argentina, y luego la metió por primera vez a los octavos de final de la cita planetaria, con destacados resultados, entre esos un doloroso 3-0 sobre la Sele.
Para llegar hasta dicha instancia primero lidió con afición y periodistas ecuatorianos en contra de que sacara de esa selección a icónicas figuras, entre ellas Alex Aguinaga. Las típicas estrellas que nadie se atrevería a tocar… “El tiempo le dio la razón, porque con semejantes resultados nadie se recordó de eso”, asegura el periodista Jacinto Bonilla, para entonces editor del diario El Comercio.
El arraigo y cariño entre Ecuador y Suárez tan solo podría ser comparado con su propia nación. En ambos países dio sus primeros resultados, siempre guiado por Francisco Maturana, su profesor, mentor, tutor y “papá”. Esas características las mencionó el mismo Suárez el 15 de febrero anterior en un tuit en el que le deseó un feliz cumpleaños al siempre recordado entrenador colombiano. Fue el Pacho quien lo orientó en su carrera, se dio cuenta de las habilidades que poseía para leer el fútbol y hoy lo conserva como un amigo.
Aunque el técnico de la Tricolor utiliza poco Twitter, desde ahí también demuestra su constante seguimiento del balompié y la tierra colombiana. Cualquiera de sus charlas fácilmente se ligan con su profesión, cuenta Armando Osma, quien fuera su asistente en varias etapas. No por nada entre sus apenas 142 personas seguidas en esa red social están Faustino Asprilla, René Higuita, el Pibe Valderrama, el español Mr. Chip y un puñado de periodistas deportivos cafeteros.
Entre esos perfiles de Twitter que Suárez sigue también aparece el nombre de Rafael Nadal, un recordatorio de que el tenis forma parte de sus placeres y es uno de los deportes que encontró para realizar actividad física tras retirarse como futbolista. Igual muestra su gusto por correr en las calles y por eso no se extrañe si lo ve trotando en los alrededores de Lindora durante las mañanas.
Amigos, periodistas que le conocieron de cerca y dirigentes de clubes concuerdan en algo: Luis Fernando Suárez es un estudioso del fútbol y una persona de buen carácter; algo tímido y a veces “demasiado serio”, según ha dicho él mismo.
Fuera de la cancha es una persona “recatada”, siempre intentando cuidar de su vida privada, y vaya que lo ha hecho bien porque es complicado encontrar información de su esposa, sus tres hijos y nieta. Su relación con los dirigentes suele ser buena y costaría mucho que lo involucren con polémicas o escándalos.
Leslie Dickens, amigo desde hace más de 26 años, lo describe como un devorador de libros y académico como pocos en el mundo de la pecosa. Solo la pasión por ser técnico pudo interponerse en su carrera de contaduría, en la cual le faltó un año para graduarse.
En la cancha de entrenamiento prefiere analizar, meditar, entender. Será menos probable verlo gritando o dando indicaciones de manera eufórica. “Siempre ha estado muy involucrado en el entrenamiento del cerebro. Piensa mucho en la mente del jugador, en llevarlo a etapas competitivas superiores”, cuenta Osma sobre su excompañero introvertido y observador.
De Ecuador se fue siendo un poco más locuaz, pero en general ha sido de pocas palabras. Que eso no se confunda con una persona mal humorada, aclaran quienes lo conocen. Él, por su parte, espera que desde finales de sus veintes hasta ahora haya cambiado para bien.
Las experiencias buenas y las que no lo fueron tanto le ayudaron. Eso no quita que se arrepienta de algunos sucesos en el fútbol, sobre todo de haber declinado en dirigir la selección de Colombia hace algunos años o no haberse ido de Ecuador cuando todo era fiesta.
Por ahora en Costa Rica no vive la mejor fiesta de su carrera, pero el último mensaje que dejó en Twitter parece un aviso para sí mismo de que todavía falta: “Con muchas ilusiones comienzo una nueva maratón del fútbol, con un solo objetivo: la clasificación a la Copa del Mundo Catar 2022″.
Solo el tiempo le dirá si pudo cumplir otro de sus anhelos.