Sentado sobre la curul que hoy ocupa y en medio de un Plenario Legislativo totalmente vacío, Eduardo Cruickshank respira profundo antes de decir que el 2020 ha sido un año “durísimo”.
No teme reconocerlo. Asumió la presidencia del Congreso el 1.° de mayo anterior en medio de una pandemia, de una crisis fiscal, con protestas y la mudanza a un nuevo edificio legislativo.
Sereno y con la tranquilidad de haber puesto a caminar el Congreso pese a la pandemia y el temor que había en los primeros meses, Cruickshank hace una pausa antes de continuar con su resumen del 2020, para reconocer que desde pequeño tiene experiencia con las presidencias.
Relata que cuando era niño ya soñaba con ser el presidente de su clase y que apenas tuvo la oportunidad, se postuló y logró contar con el apoyo suficiente de sus compañeros para ganar la elección.
Pero no fue cosa de un año; en el colegio volvió a probar suerte y nuevamente encontró el apoyo que necesitaba para ser el presidente del aula.
Lo de las presidencias es algo que al legislador se le da muy bien y han llegado en diferentes etapas de su vida. En 1988, por ejemplo, presidió la comisión de festejos populares de su provincia (encargada de organizar los carnavales de Limón) y años más tarde fue presidente de la Asociación Deportiva Limonense.
A finales de abril del 2018, y tras varios años sin ejercer un cargo similar, puso su mirada en la presidencia del Congreso. En ese entonces, varias fracciones legislativas se reunieron para concretar una importante negociación de cara al cuatrienio venidero. Entre esas estaba la del Partido Restauración Nacional (PRN), a la que se le prometió presidir Cuesta de Moras en el 2020.
Desde el momento en el que lo supo, Cruickshank confiesa que se comenzó a preparar para que, cuando llegara la hora, lo tomaran en cuenta para el cargo, que desde niño ha perseguido.
“Siempre pensé que podía ser uno de los presidentes del cuatrienio”, se sincera el legislador de 62 años.
Sin embargo, en medio del silencio que rodea por las mañanas al nuevo Plenario Legislativo, reconoce que cuando mostró su interés para presidir el Primer Poder de la República, jamás pensó en lo que está labor significaba y menos en las circunstancias que tendría el 2020.
“Yo no esperaba dirigir el Congreso de la República en las condiciones tan adversas, pero fue lo que me tocó y me parece que hacer las cosas con este tipo de condiciones, saca lo mejor de la persona, saca el carácter, el temple y eso es lo que ha sido en este caso (...). No ha sido fácil, pero creo que las cosas fáciles todo el mundo las puede hacer, pero las cosas difíciles requieren de hombres y mujeres excepcionales para hacerlo y hacerlo bien”, afirma.
Eduardo Newton Cruickshank Smith nació el 29 de enero de 1958 en Matina, Limón. Sin embargo, su infancia la vivió en Limón centro, donde su familia se instaló cuando tenía tan solo un año de edad.
Hijo de un padre carpintero y una madre ama de casa, recuerda que eran tiempos que disfrutaba mucho, en los que aprendió a ser feliz con lo mínimo, pues proviene de una familia numerosa.
“Fue una infancia en medio de la austeridad casi llegando a la pobreza, porque tengo una familia grande de cuatro hermanas y cuatro hermanos y con un sueldo de carpintero, en aquel entonces, mantener a ocho hijos no era una tarea fácil. Recuerdo que en aquel tiempo le daban a uno 10 céntimos para ir a la escuela y ella siempre decía ‘gaste cinco y guarde cinco, porque no sé si mañana voy a tener para darle’”, cuenta.
La primaria en la que se convirtió presidente, fue la Escuela General Tomás Guardia, en Limón. Afirma que siempre fue un buen alumno, aunque un poco desobediente en la conducta con las maestras y un “poquito fogocillo”.
Sin embargo, su adolescencia la vivió lejos de su amado Limón, debido al trabajo de su padre. Estudió en el Colegio Seráfico de Cartago y posteriormente se trasladó a San Pedro de Montes de Oca, San José, donde finalizó la secundaria en el Liceo José Joaquín Vargas Calvo.
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Año complejo
Obligó a los diputados a regresar a la Asamblea Legislativa a sesionar (estaban sesionando en el Auditorio Nacional); reinstaló las comisiones; se realizaron los traslados al nuevo edificio legislativo; a inicios de octubre, convocó a una mesa de diálogo junto con el Ejecutivo para negociar un alto a las protestas que se estaban tornando violentas; y desde que llegó al Directorio Legislativo y hasta el 30 de noviembre, se aprobaron 80 proyectos de ley.
No obstante, reconoce que uno de los capítulos más difíciles hasta ahora y que le dejó un sinsabor, fue la entrada en vigencia del matrimonio igualitario, pues por su condición de presidente y diputado cristiano, tuvo que lidiar con críticas de quienes pensaron que la Asamblea Legislativa fue la que aprobó un proyecto de ley para que esto ocurriera, cuando en realidad fue una resolución de la Sala Constitucional.
Hoy, en retrospectiva, el abogado graduado de la Universidad de Costa Rica (UCR) y con una amplia trayectoria en diferentes entidades financieras, afirma que la paciencia que lo caracteriza y su experiencia política han sido sus grandes aliadas para salir adelante con el cargo en estos siete meses.
“La política me ha enseñado a tener mucha paciencia, a desarrollar mucha inteligencia emocional porque siempre hay críticas, muchas veces muy injustas, pero afrontar todas las situaciones con respeto a las posiciones de los demás me ha ayudado. Yo creo que la gente tiene derecho diferir de lo que creen otras personas pero siempre y cuando se haga dentro del marco del respeto. Yo, por ejemplo, he diferido de muchos criterio, pero nadie me puede tildar de ser irrespetuoso, ni intolerante y aprendí a construir más que destruir, porque destruir es muy fácil, pero para construir los puentes se necesita mucha preparación”, asegura.
Este año, con más ansias, espera que lleguen los viernes, pues es el día en que deja el apartamento en el que vive en San José desde que comenzó el cuatrienio para irse a su casa en Limón, donde reside junto a su esposa y novia de juventud, la abogada Jeannette Edwards, con quien tiene 39 años de casado y dos hijos: Jermaine y Jeynner. También, es padre de Derick y Yocelyn.
Limón es su refugio, allí encuentra la paz en las playas del Caribe Sur, las cuales visita cada vez que el día amanece en condiciones favorables. Le gusta almorzar frente a la playa pero si el día no se lo permite, pasar un rato agradable con sus hijos, al lado de un rice and beans, es suficiente.
De joven era diferente. Le encantaba bailar y aunque ya no frecuenta salones de baile, en algún momento esta pasión le permitía liberar el estrés acumulado.
“Siempre me gustó bailar, de hecho, yo bailé mucho en el pasado, es una de las actividades que más me gustaban porque uno se desestresaba y se percibía físicamente a través del baile y aunque ya no frecuento ningún tipo de salón de baile, dicen que lo que bien se aprende no se olvida, entonces al día de hoy sé bailar”, reconoce.
Cruickshank bailaba todos los ritmos acostumbrados en el Caribe, pero lo que más disfrutaba era el merengue.
Doble propósito
Por ese amor que le tiene a su provincia y ese respeto hacia los suyos, Cruickshank, quien se devuelve a la capital cada domingo por la tarde, siente una doble responsabilidad como presidente del Congreso y se preocupa todos los días por hacer su trabajo lo mejor que puede, para que cuando llegue el 30 de abril del 2021 y deba retirarse, lo recuerden como el primer afrodescendiente que estuvo en el cargo y que lo hizo bien.
Y no se trata solo de él, sino que considera que si hace una buena labor, otros afrodescendientes van a poder tener la oportunidad de presidir la Asamblea Legislativa.
“Siempre que uno es el primero, uno debe hacer las cosas de la mejor manera posible, para dejar las puertas abiertas a otros afrodescendientes, porque si yo lo hiciera mal, no va a faltar alguien que diga por ahí que ‘le dimos la oportunidad a un afrodescendientes y lo hizo tan mal’ y eso cerraría las puertas. Creo que es un gran avance en el país que yo como afrodescendiente sea el primer presidente de uno de los poderes de la República.
“Y quiero aclarar que no acepto que me digan que llegué a la presidencia por ser negro, ni mucho menos, porque yo creo que un color no da los arrestos suficientes para que uno accese a ninguna posición, que debe ser con base en las capacidades de las personas. Me parece que no soy un improvisado en esto de la política, porque desde niño he tenido un camino político”, dice.
Su lucha contra el racismo ha sido parte fundamental desde que asumió la diputación en el 2018, siendo una de sus primeras acciones, que se eliminaran las esferas blancas y negras para votaciones secretas dentro del Plenario, donde la esfera negra representaba un voto negativo.
Sabe que este es un problema social que no se ha erradicado en el país y como afrodescendiente afirma que siempre luchara contra esas palabras y frases que muchos utilizan y, sin percatarse, ofenden a otras personas.
“Me parece que afortunadamente hay poco racismo consciente pero hay mucho inconsciente y digo inconsciente porque todavía usted hoy en día escucha expresiones incluso a nivel de radio, de televisión y hasta aquí mismo en la Asamblea Legislativa donde, por ejemplo, cuando algo ha salido mal dicen ‘que día más negro’ o ‘fue uno de los capítulos más negros en tal situación’ y son expresiones racistas.
“Por ejemplo, hace unos días me tocó ver a una persona escribir en un texto ‘el gran hueco negro fiscal’ y eso es poner negro como sinónimo de malo y yo estoy seguro que esa persona no lo hizo peyorativamente, pero es parte de el resabio que queda y que hay que ir erradicando y hay cosas tan pequeñas como que yo voy caminando en la calle y entonces alguien me quiere pedir la hora y me dice ‘negro ¿qué hora tiene?’ y si le van a pedir la hora usted no le van a decir ‘blanca, ¿qué hora tiene?’. Entonces mi pregunta es ¿por qué si la persona no conoce mi nombre no me puede decir señor?’”, explica.
Cruickshank, quien es un orgulloso limonense y amante de la lectura, no es ajeno a esta realidad y cuenta que él ha sufrido de discriminación por su color de piel, aunque también afirma que ha sido más inconsciente que consciente. No obstante, espera que llegue el día en que no haya racismo de ningún tipo.
De religión y política
Y si de discriminación se trata, Cruickshank, quien es pastor en la iglesia Portadores de su Gloria, en Limón, es tajante al decir que los legisladores y partidos afines a una creencia religiosa, son perseguidos.
“Nos están estereotipando, en el sentido de que por pertenecer a un partido que tiene ciertas creencias espirituales creen que somos personas no aptas para la labor política, pero la política es como todo en la vida y requiere preparación. Entonces, independientemente de si una persona es atea y otra cristiana, si se han preparado para el ejercicio político, sus creencias no tienen la menor importancia, es la preparación que han tenido para el cargo. Y en mi caso, yo tengo toda una preparación política”, detalla.
Cruickshank inició su carrera política como regidor por el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) en el Concejo Municipal de Limón (1994-1998), del cual fue presidente en el período 1995-1996.
Sin embargo, años después se separó del partido socialcristiano y fue previo a las elecciones presidenciales del 2018 que regresó a la política, en esta ocasión de la mano del Partido Restauración Nacional.
“Cuando se juzga sin tomar en cuenta esa preparación política, me parece que no es correcto, porque cualquier persona sea creyente o no, si no tiene la preparación necesaria para asumir un cargo político, no creo que lo haga bien y cuando hablo de preparación no me refiero a la preparación formal, sino a la preparación política, porque usted puede tener un doctorado en Harvard, pero si no tiene preparación política, igualmente no lo va a hacer bien”, comenta.
El presidente del Congreso se convirtió al cristianismo hace más de una década. Desde entonces se alejó de los tradicionales carnavales de su natal Limón y afirma que ahora es “una persona que no falla entre dedicarle un tiempo a Dios los días domingos. Para mí es innegociable no asistir a los que unos llaman la misa y otros el culto”.
De hecho, explica que todos los días se arrepiente frente a su Dios.
“Yo fallo en muchas cosas, porque yo no soy perfecto ni mucho menos, cometo errores como todos los mortales y me arrepiento ante Dios y le pido perdón”, agrega Cruickshank, quien el próximo 29 de enero cumplirá 63 años.
El presidente legislativo es un hombre que ha aprendido a llevar las cosas con calma y aunque en poco más de cuatro meses terminará su periodo al frente del Congreso, ya marcó un check más en su amplia listas de presidencias. Sin embargo, hay una en específico que le falta conquistar: la de la República.
Y sí, confiesa que es una que también le interesa.
“Yo no soy de los que dicen ‘de esa agua no beberé’, no es bueno ponerse camisa de fuerza en nada de lo que uno hace (...), y no creo que haya algún costarricense, de los cinco millones que somos, que no le gustaría que su pueblo lo honre concediéndole el sentarse en la primera magistratura del país... y yo soy uno de esos cinco millones”, finaliza.
