Hubo un momento en el que Julia Gutiérrez tomó un rosario de madera entre sus manos y puso a su hija Natalia en manos de Dios. Su corazón de madre, mismo que sufrió un infarto tras ver lo que vivía su hija, sentía que lo mejor era que “Dios se llevara a Natalia”, pues sabía que si sobrevivía iba a quedar convertida en un monstruo.
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El 27 de marzo del 2014 Natalia Ponce de León bajó de su casa, en un sexto piso en Bogotá. En la portería le dijeron que la buscaba un exnovio. Cuando llegó al lugar en el que el hombre la esperaba, él estaba de espaldas y apenas escuchó la voz de ella se volvió y le arrojó un litro de ácido sulfúrico que le provocó quemaduras de hasta tercer grado en el rostro y gran parte de su cuerpo.
El atacante no fue su exnovio, sino un hombre que desde hacía años estaba obsesionado con ella. Jonathan Vega fue condenado a 21 años de cárcel, dado que en el juicio, que se extendió por un año y medio, se demostró que Vega acosó durante años a Natalia, a quien conoció en una fiesta. Durante años forzó los encuentros en cercanías al lugar donde vivía, siempre buscaba una manera de estar a su lado y de llamar su atención, recuerda el diario El Espectador.
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Desfigurada y sin cara, así quedó Natalia a sus 34 años, hoy tiene 38. El ácido quemó su piel, tejidos, músculos y hasta parte de sus huesos. Las primeras cinco cirugías a las que fue sometida se realizaron para quitarle la piel quemada. Fue tanta la cantidad de químico que absorbió su cuerpo que se quitaba la piel, quedaba sana y 48 horas volvía a dañarse: la sustancia en los tejidos la seguía quemando.
Luego de estar en coma inducido para que no sintiera dolor, de ser sometida a 23 cirugías, de acudir a tratamientos de psicología y rehabilitación que la acompañan hasta hoy; esta mujer ha vuelto a recuperar el brillo de su mirada. Las heridas de todo su cuerpo han ido cicatrizando y teniendo la apariencia que Natalia y el cirujano Jorge Luis Gaviria, quien la atiende desde el primer día, han procurado para lucir mejor.
Lo que sí está intacto en esta colombiana son su fuerza y ganas de ayudar a quienes han sufrido agresiones con químicos. Por ello, Natalia Ponce de León creó una fundación 13 meses después de su ataque. En ella trabaja por “promover y proteger los derechos humanos de las personas víctimas de ataques con químicos”.
“Igual cada día me veo mejor, me acepto y me valoro. Sé que mi cara no va a ser la misma porque lo que hace Dios no lo hace el ser humano, pero me alegra recuperar rasgos característicos como mi mirada. La verdad me veo muy bonita”, refirió Ponce de León a la revista Semana a finales del 2017.
Esa entereza de Natalia, esas ganas de luchar desde que se vio en un espejo y no se reconoció por lo lacerada que estaba su cara, han hecho que esta mujer se haya sobrepuesto al brutal ataque y también, que haya recibido múltiples reconocimientos por su lucha, como el premio Outlook Inspirations (Historias Inspiradoras), otorgado por la BBC de Londres, al ser reconocida como una de las 100 mujeres más influyentes del 2016.
A finales de julio, Natalia, quien se ha convertido en un emblema de lucha contra la violencia hacia la mujer, recibió 500 millones de pesos colombianos (casi ¢93 millones) por parte de la Fundación Avon por la Mujer para que con su fundación siga trabajando para mitigar la violencia de género, esto en el marco de la 29° edición de Colombiamoda.
El dinero será destinado al programa Por mí, por ti, por los dos que promueve la prevención de la violencia contra las mujeres en las relaciones de pareja entre adolescentes.
“La violencia empieza en casa. Hay que empezar a trabajar educación con los niños y con los jóvenes, hay muchos perdidos en el mundo, no sueñan. La idea es evitar que se metan en las drogas y que entren en la violencia, en eso vamos a usar esta plata”, dijo la activista colombiana a Revista Dominical.
Natalia quiere ser de todo, menos una celebridad. Ella habla de lo realmente importante: su lucha.
Su voz fina y sus labios cada vez más carnosos y formados emiten frases llenas de sentido. En sus declaraciones nunca falta el agradecimiento a su familia, su principal pilar. A ellos atribuye su sorprendente fortaleza, una que hasta cuesta creer que alguien pueda tener después de tanto sufrimiento.
Las mujeres solas y maltratadas son el motor de Ponce de León, darles acompañamiento mientras salen del estado en el que las dejaron sus agresores.
“Lo de crear la fundación empezó estando en el hospital Simón Bolivar, la única unidad especializada en quemados que teníamos en todo Colombia, en los últimos años se han abierto más. Pero en toda Latinoamérica esa es la más especializada. Compartí cuarto con muchas mujeres quemadas que no tenían recursos. Muchas quemadas con ácido o por accidentes. Ahí nacieron mis ganas de poder ayudar a mucha gente porque vi mucho abandono y tristeza. Mujeres desamparadas y olvidadas a quienes nadie visitaba y entonces mi familia empezó a ayudarlas. Y ahí empezó la idea de que si yo sobrevivía era para hacer una organización donde todos y todas recibieran lo que yo recibí, porque también hay hombres quemados”, contó Ponce de León a este medio.
Una nueva Natalia
Su presencia y valentía mitigan cualquier cicatriz. Verla transmite una fortaleza impresionante. Ella es bella de adentro hacia afuera, quizá más de lo que era antes del ataque con ácido.
Hoy es más fuerte y empática en cuanto al dolor de los demás. Es segura de sí misma. ¿Se ama Natalia? “Sí”, la respuesta es contundente. Se ama y ama la vida. En su ser no hay espacio para el odio ni el resentimiento, todo está lleno de voluntad para enseñar que tras una agresión química es posible salir adelanto, eso sí: hay que proponérselo y luchar.
“Quiero que aprendan la importancia del amor propio, el poder de la mente y de la fuerza espiritual, quiero también que todas las mujeres sepan lo que significa el amor propio y lo importante que es: no necesitamos cumplir estereotipos de género ni parámetros de belleza, la belleza está en nosotras mismas, en quienes somos”, declaró a medios colombianos, tiempo después de su experiencia.
Natalia es gestora de la Ley 1773 que tiene vigencia desde el 6 de enero del 2016 y que lleva su nombre y por medio de la cual se aumentaron las penas para ataques con químicos en Colombia.
Más violencia
Otra cara de las víctimas con ácido fue una mujer italiana. En enero del 2017, la modelo Gessica Notaro, de 28 años, finalista del concurso Miss Italia en el 2007, fue atacada con ácido por Edson Tavares, su expareja, quien le causó heridas gravísimas y casi la pérdida de la vista.
Meses después del ataque ella salió ante los medios para mostrar el grave daño que la persona que creía una vez la amó, le causó. La joven llegó a un programa de televisión cubierta y el presentador le sugirió quedarse con su chal en el rostro. Ella prefirió quitarlo para que la gente entendiera lo que su exnovio le había hecho: “esto no es amor”, dijo mientras mostraba las serias lesiones de su cara en la que estaba visible solo un ojo y el otro lo cubría un parche.
Gessica quiere dar un mensaje de prevención y dejar claro que el amor no lastima. El ataque provocó que la exmodelo tuviera que dejar de lado su trabajo como entrenadora de delfines y leones marinos, debido a que el cloro de la piscina es perjudicial para su lastimada piel.
La italiana está agradecida, pues luego de sufrir tanto, logró salir adelante. El día del ataque ella rezó pidiendo que se le quitara la belleza, pero no la vista.
Edson Tavares, originario de Cabo Verde fue encarcelado por la agresión contra Gessica. Apenas cumpla su condena, será expulsado de Italia.