El caso de la "Agencia de Sicarios“, desmantelada por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) en 2024, mostró el nivel de influencia de las organizaciones delictivas sobre los menores de edad, a quienes incluso utilizan como gatilleros con el conocimiento y consentimiento de sus familias. Dos jóvenes de 17 años recibían hasta ¢1 millón por cada homicidio que cometían. Mientras tanto, el líder de la bancada, conocido como “Ántrax”, les enviaba una instrucción clara desde su celda en La Reforma: “Quieren plata, maten”.
Así lo evidencian las conversaciones de Whatsapp entre Ántrax (de apellidos Gutiérrez Durán) y un joven de 24 años y apellidos Pana Castro, quien fungía como coordinador de la red de sicarios. Mientras discutían los planes para el asesinato de Bryan Narváez López, realizado el 11 de julio del 2021, Ántrax le advirtió a Pana que tenían que “ser serios” con los encargos de muerte. Además, le reclamó que un trabajo anterior se frustró debido a que los gatilleros no estuvieron atentos a sus teléfonos.
La siguiente es la transcripción de dicha conversación, según consta en el expediente judicial:
Ántrax: Uno tiene q ser serio, unieranmos cobrado un poco de millones.
Pana: Papi ami se me apago el cel mier. Y a Luar se le perdió.
Ántrax: En estos momentos estuviéramos millonarios.
Pana: Estuviera comprandole el carro a papa ya.
Ántrax: Los teléfonos. Cargados. Todo organizados. Es aguebado estar en esta playada.
Pana: Que hostinado compadre legal.
Ántrax: El siguiente evento lo vamos a registrar.
Pana: Vamos mañana fuertes con esa vuelta.
Ántrax: Mañana con hesa sádica.
Pana: Cuánto es el sobre papi??
Ántrax: El compadre me dijo que hay un menudo tuanis por el mae. Hay muchos bretes. Pero tienen q portarse serios. Mae en otra payasada más. O que no contesten. La bara se pone rara. Heso no puede pasar. Los telefonos son para contestar.
Pana: Si papi tiene toda la razón.
Ántrax: Son los q conectan la vuelta. Y fue lo q menos hicieron. Las cosas son serias. Mae vea q se los digo la última ves compadre ya no se ha hablar más. Quieren plata maten.
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La “Agencia de Sicarios” tenía en su nómina a dos gatilleros de 17 años oriundos de Siquirres. Ellos contaban con el apoyo de sus madres. Una de ellas, de apellidos Castro Montoya, tenía una cercana relación con el líder de la organización, Ántrax.
Castro prestó sus cuentas y tarjetas para movilizar dinero proveniente del triste negocio. Intervenciones telefónicas prueban que Pana Castro tenía acceso a una tarjeta de Castro Montoya, la cual utilizaba incluso para pagar por balas.
También se sumó a la organización la madre del otro sicario, una mujer de 43 años de apellidos Monge Williams, quien le instruyó a su hijo por Whatsapp camuflar los depósitos bancarios como “préstamo para unas tenis”.
“No se le olvide, porque si no, el banco me pega”, le insistió Monge a su hijo adolescente.
La mujer sugirió: “Cuando se trate de platas así, mejor usted me dice y yo subo a San José y hacemos como aquel día”. Para los investigadores, evidencia que Monge ya había recibido antes más dinero por los “trabajos” de su hijo.

El interés de las organizaciones criminales por utilizar menores de edad no es casual. El ministro de Seguridad Pública, Mario Zamora, reconoció que las organizaciones los prefieren por una razón estratégica: la ley penal juvenil ofrece garantías que, en la lógica de estos grupos, funcionan como escudos. Eso los convierte, sin quererlo, en piezas funcionales para una maquinaria que no respeta ni la infancia.
Además, según los investigadores del Caso Agencia, los jóvenes sicarios son apetecidos como “carne de cañón” para los grupos delictivos.
“Contaban con dos menores de edad que, justamente, eran la ‘carne de cañón’ perfecta para la comisión directa de los homicidios, tomando como ventaja su violencia, volatilidad y disposición inmediata para cometer hechos graves y bizarros", detallaron los agentes del OIJ que firmaron el expediente.
Mientras tanto, Gutiérrez Durán alias Ántrax, que se encuentra actualmente en prisión por el asesinato de Erwing Guido Toruño, alias Gringo, dictaba órdenes desde su celda en La Reforma, gracias a un número telefónico inscrito en Nicaragua pero que realiza llamadas desde Costa Rica.
Incluso, luego de uno de los homicidios, Ántrax le dijo a Pana que estaba “muy feliz” porque sus empleados “se robaron el show y medio”.


