
San José (Redacción)
Este domingo 31 de enero, la Revista Dominical incluirá información sobre varios temas locales e internacionales, con un artículo de portada sobre el detrás-de-cámaras de los juegos mecánicos en las fiestas populares.
Celebramos los 15 años de Wikipedia y la forma en que ha transformado nuestra obtención de conocimiento. Además: ¿Quién es la señora que se puso a gritar incoherencias al adherirse a la campaña de Donald Trump? Le contamos todo sobre Sarah Palin, la musa del Tea Party.
Una serie de Netflix sobre un caso de homicidio impulsó una conversación global que ha dejado réplicas inesperadas: ¿Qué es Making a Murderer y por qué ha levantado tanta roncha? También: El artista anónimo Banksy presentó una serie de obras en relación a la crisis de migrantes en Europa, levantando críticas y vítores.
EN PORTADA, introducimos al gremio de los "fiesteros", como se llama a todo aquel que opere, monte y desmonte juegos mecánicos en parques nómadas de diversión.
En cualquier fiesta popular del país, juegos como la Tagada, los carros chocones y el Kamikaze son parte esencial de la oferta de entretenimiento, ¿pero cómo es el engranaje humano que hace posible que familias y amigos se diviertan en las ferias de sus pueblos?
Hablamos con fiesteros, encargados de parques temáticos como Ciudad Mágica y Diversiones Stop, y presenciamos las arduas jornadas de montaje y desmontaje de estas grandes piezas de metal que eventualmente se convierten en cápsulas temporales de dispersión y temor controlado.
El reportaje se produjo entre el fotógrafo Albert Marín y el periodista Alessandro Solís, quien brinda detalle de la sensación que tuvieron durante los varios días que convivieron con el ejército de fiesteros.
No todos estamos hechos para este trabajo. Cuando el fotógrafo Albert Marín y yo dábamos vueltas por el campo ferial, antes y después de las fiestas de Zapote, no podíamos evitar sentirnos como unos holgazanes a la par de decenas de tipos que, si alcanzaban a enviar un mensaje de texto, rápidamente tenían a algún jefe llamándoles la atención.
Mientras ellos hacían maniobras arriesgadas (sin suficiente protección) y llevaban cargas pesadas para cumplir con su labor, Albert tomaba fotos y yo tan solo observaba y de vez en cuando interpelaba (es decir, incomodaba) a esta encomiable fuerza laboral. A veces, muy descarados y débiles, nos perdíamos cinco minutos para evadir el sol de mediodía.
Era fácil sentir que éramos la parte privilegiada de la injusticia. Pero esa era una idea tonta que se extinguía con la realidad de que, simplemente, hay personas que están cableadas para este tipo de trabajos.
No obstante, cuestionarnos nuestra blanda cuantía sin duda nos llevó a momentos existenciales durante los lapsos en los que pudimos compartir con los fiesteros. Una vez que superamos la diatriba propia, lo supimos: el foco tenía que seguir sobre este "ejército de la diversión". A ellos, todas las capas.
—Alessandro Solís
Disfrute de estos artículos y otras informaciones que podrían resultar de interés en la Revista Dominical del próximo 31 de enero.