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Es difícil imaginar mil millones de lo que sea, pero es particularmente complicado cuando se habla de dólares.
¿Qué se puede comprar uno cuando se tienen mil millones de dólares en la cuenta bancaria?
De acuerdo con Forbes, un capital como ese alcanza para comprar una mansión en la costa de San Francisco –una de las ciudades más caras del continente, especialmente en materia de vivienda–, un avión Dassault Falcon 7x, la franquicia de los Thunder de Oklahoma City, un equipo de baloncesto profesional de Estados Unidos. Incluso es posible comprar la isla James, frente a la costa de Canadá, actualmente en venta.
Es decir, mil millones de dólares compran muchas cosas, muchas de ellas irreales para la grandísima mayoría de seres humanos que habitamos la Tierra.
Tanta es la diferencia que, a veces, da la impresión de que los multimillonarios viven en otro planeta.
La pregunta es, entonces, ¿dónde viven los ricos?
Un artículo publicado por la BBC –a partir de un informe realizado por la firma china Hurun–, Pekín, la capital del país asiático, es la ciudad donde más millonarios viven: 100 en total.
La ciudad china superó por primera vez en este conteo a Nueva York, la histórica capital del dinero en abundancia.
De hecho, no existe otro país con más multimillonarios que China, donde viven 568 personas con más de mil millones de dólares en el banco. Junto, ostentan un total de 1.4 billones –es decir, millones de millones– de dólares, que es equivalente al producto interno bruto de Australia, un país no precisamente pobre: según Business Insider, es el décimo más rico del mundo.
Este fue un buen año para Pekín, o cuando menos para su vecinos más ostentosos: 32 nuevos mega multimillonarios llegaron a la urbe.
Sin embargo, aunque China cuenta con más megaricos que Estados Unidos, el top 10 de los seres humanos con más dinero en el mundo está dominado por hombres estadounidenses.
El jefe de la manada sigue siendo Bill Gates, fundador de Microsoft, dueño de $80.000 millones, muy por encima de Warren Buffet, inversionista estadounidense, cuya riqueza apenas llega a los $68.000.
