En la esquina donde la avenida 9 se abraza con la calle 3, se levanta rosado y fascinante un hito arquitectónico e histórico del viejo Barrio Amón, otrora zona favorita de residencia de la burguesía costarricense. La llaman la Casa de Tinoco porque allí vivió José Joaquín Tinoco Granados, protagonista de la sangrienta dictadura de los Tinoco luego de que su hermano Federico, ministro de Guerra y Marina, y él, comandante del Cuartel de la Artillería, le dieran el golpe de estado al presidente Alfredo González Flores, el 27 de enero del 1917.
No solo por eso se le conoce así. Fue en esa casa donde José Joaquín Tinoco recibió una llamada, respondió: “Sí, sí, voy enseguida”, caminó luego unos 100 metros en la misma cuadra para ser asesinado a balazos frente a la Marinita (a unos metros de la esquina entre avenida 7 y calle 3). ¿Quién lo hizo? La respuesta sigue siendo un misterio sin resolver. Sin vida, aquel cuerpo fue trasladado a esta residencia, adonde llegó atribulado su hermano, Federico, y donde fue velado.
No obstante, la sabiduría popular no es precisa: la Casa de Tinoco nunca fue de él. El Secretario de Guerra del gobierno de facto de Federico Tinoco alquiló la hermosa vivienda levantada por el colombiano Segismundo Cleves Perdomo para residir con su esposa, Mercedes Lara Iraeta, e hijos. Se le recuerda así por su habitante más célebre, aunque ha sido el espacio de crecimiento de diferentes familias a lo largo de más de un siglo de historia de uso residencial.
La noble casa, construida en 1912, se destaca por su inconfundible color rosado, su arquitectura estilo victoriano con influencia art nouveau, así como su buen estado de conservación. De hecho, el 19 de enero de este año, según el decreto 43306-C, fue declarada como patrimonio arquitectónico e histórico de Costa Rica debido a su gran valor arquitectónico, su autenticidad e integridad, su historia y persistir como uno de los inmuebles significativos de Barrio Amón.
Como detalla uno de los considerandos de la declaratoria, “el inmueble es poseedor de gran valor simbólico porque es un hito urbano y un referente histórico por sus características arquitectónicas, así como su permanencia en el tiempo y porque en memoria colectiva se le vincula con un personaje singular de la historia nacional”.
Esplendor recuperado
Luego de dos años de un proceso de restauración ‘de a poquitos’, liderado por el arquitecto Diego Meléndez -dueño de la residencia desde el 2020-, la casa de 109 años ha recuperado el esplendor de las primeras décadas del siglo pasado y se prepara para cambiar de uso por primera vez en su historia.
A partir de setiembre, aproximadamente, se convertirá en un hospedaje Bed and Breakfast que pretende atender en sus cinco habitaciones, patio central lleno de matitas y cocina a turistas más interesados en la historia, la arquitectura y los muebles antiguos que en la fiesta. Se adapta, es decir, para ser un refugio temporal en el pleno corazón de la capital.
Y en recordatorio al color que más la ha caracterizado en las últimas décadas y a su contexto se llamará Casa Rosa Amón. “Quiero que sea un lugar tranquilo, donde se aprecie la historia y se contemple esa atmósfera de los años 20″, afirmó Meléndez.
Tortuoso camino
Gracias a los cuidados de las familias que la han habitado durante más de un siglo, esta edificación se muestra con enorme autenticidad en este siglo XXI, ya que conserva íntegramente la mayoría de sus elementos originales.
Sin embargo, hace unos años, se encendió una alarma. Los dueños (la familia Lehmann) pusieron la histórica vivienda en venta y, a pesar de que un ciudadano había solicitado desde el 2014 el estudio para la declaratoria patrimonial al Centro de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, el proceso no se había podido llevar adelante debido a que no había autorización para ingresar en la propiedad. Los amantes del patrimonio y los vecinos de Amón temieron que el nuevo dueño quisiera destruirla para convertirla en un parqueo, como ya ha pasado con otros sitios de los que solo se conservan fotos y memorias.
“Había un grave riesgo de demolición”, aseguró el arquitecto Meléndez, quien en ese entonces estaba como director del Centro de Patrimonio y comenzó a buscar mecanismos para que el Ministerio de Cultura adquiriese la casa. Se les ocurrió una solución por medio de la modificación de un reglamento; no obstante, no hubo apoyo de la jerarca de entonces. “Era diciembre del 2019 y ya teníamos todo casi listo, pero una asesora le dijo a la Ministra de Cultura que mejor no se embarcara, así que no lo logramos”, explicó él.
En enero, ya la vivienda tenía un posible comprador y Meléndez temía lo peor, por eso se decidió a comprarla él mismo. “No iba a permitir que esta casa se perdiera; no quería eso en mi consciencia. Pedí plata a todos, a mi mamá, a mis hermanos, a todos… Los astros se alinearon y la compré en febrero del 2020″, recordó Meléndez.
Y agregó: “No me quedó más remedio que hacerlo a título personal. Ahora, quiero hacer este hotelito para ir recuperando la inversión que se hizo. Con un Bed and Breakfast puedo respetar la utilización de los diferentes espacios importantes de la casa”.
¿Cómo es la vivienda?
Si da un golpecito suave con un nudillo en las paredes externas de esta edificación se dará cuenta que no son de cemento ni de piedra. Son de bahareque francés: madera protegida con una malla de metal y recubierta por un repello que, usualmente, se hacía con cal. Es un sitio para detenerse, levantar la mirada y apreciar los detalles.
Como resalta el Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural en el informe que recomendaba la declaratoria, la ornamentación de la fachada, estilo de las columnas y diseño de ventanas se evidencia la mezcla de estilos victoriano y art nouveau.
En el interior se observa una residencia llena de luz natural, en la que predomina la madera en paredes, ventanas y algunos pisos -la mayoría es de madera de pochote-, así como hermosísimos mosaicos españoles en corredores, pasillos principales y el antecomedor. Esos mosaicos de 10 cm por uno son de los puntos altos de esta edificación.
La vivienda tiene un antejardín al frente, que ahora está cubierto con enredaderas con el fin de aminorar el ruido que entra al lugar a causa del constante tránsito en la avenida 9. Además, adentro, tiene un patio central lleno de plantas. “Ese patio central es precioso y está lleno de vegetación. Lo conservamos y pusimos una estructura para poder servir el desayuno en ese espacio”, detalló el arquitecto, exdirector del Centro de Patrimonio Cultural.
A la usanza recargada de la época, en que la vivienda estaba en su apogeo, la Casa Rosa Amón cuenta con muebles, cuadros, lámparas y decoraciones que su dueño, este vecino de Barrio Otoya, ha ido recogiendo como coleccionista.
Para enmendar una remodelación parcial anterior en que se quisieron modernizar las paredes, quiso devolverle su apariencia original colocándoles las molduras a las paredes y colocando telas con diseños atractivos como tapiz en las habitaciones.
Claro, antes de estas modificaciones estéticas, el arquitecto realizó intervenciones urgentes en secciones dañadas por el comején o por la humedad. “Aunque la casa está en muy buen estado de conservación, los principales problemas de la vivienda tenían que ver con la madera: bichos y humedad. Como estábamos en media pandemia y no tenía mucha plata, ya me había gastado mis ahorros y más en la compra de la casa, fuimos poco a poco trabajando en cada punto con la precisión de un cirujano”, contó Meléndez.
Las puertas son de madera y tienen algunos detalles florales tallados en ella. Buena parte de las cerraduras son originales. Por medio de un zócalo, los pisos se levantan del suelo, con el fin de permitir su ventilación para protegerlos de la humedad.
“Ha sido un trabajo de hormiga para devolverle su esplendor. El 98% de los trabajos que hemos hecho han sido de restauración”, comentó el especialista.
Donde los abuelos
Para Gioconda Odio, esta no era la vivienda del temido José Joaquín Tinoco ni un lugar de rescate patrimonial; para ella, esta era la casa de sus abuelos.
Con enorme cariño, ella recuerda ir a la hermosa residencia porque allí vivían Elena Gurdián Montealegre y Lionel Odio González. Ellos son parte de la familia que durante más años (55) habitó esta edificación.
Además de chiquillos corriendo por todo lado, de los mosaicos y los cálidos pisos de madera, las memorias de Odio dan en el clavo en dos elementos: 1. Su mamá era decoradora de interiores y fue a quien se le ocurrió pintar la vivienda del rosado que la caracteriza. 2. En la pura esquina, un espacio que tiene una gran iluminación gracias a los grandes ventanales, había una especie de sala que fue convertida en el cuarto principal de la casa.
La casa fue vendida a los Lehmann luego de que sus abuelos se fueron a vivir a Curridabat, en 1992.
Aurora Odio, madre de Gioconda e hija de la pareja que habitaba la residencia, cuenta que ella y su hermano nacieron allí. “Era una buena casa en un barrio muy bonito. Teníamos muchos amigos cerca”, relata.
Una casa, tantas historias. Impecable para sus 109 años, la Casa Rosa Amón seguirá recogiendo historias en este histórico barrio josefino, solo que ahora serán las de visitantes que le dedicarán apenas unas noches de su vida.
De mano en mano
Agosto de 1889
El artesano Manuel Castro Aguilar le vende un solar a Amón Fasileau Duplantier y Rouzand por 3600 pesos.
Noviembre de 1894
Amón Fasileau-Duplantier le vende la finca a Manuela Rodríguez Alvarado, esposa del presidente Rafael Yglesias Castro e hija del expresidente José Joaquín Rodríguez, por 6000 pesos a plazos más intereses.
Agosto de 1912
Luego de dividir la propiedad en dos lotes, doña Manuela los vende y el esquinero queda en manos de Segismundo Cleves Perdomo, que pagó ₡6250.
Julio de 1913
Segismundo Cleves Perdomo manifiesta ante el Registro Nacional que había construido una casa en la propiedad.
1917-1919
José Joaquín Tinoco y su familia viven en esta casa, la cual le alquilan a Cleves Perdomo. Se tiene certeza de que vivió allí durante la sangrienta dictadura de los Tinoco; no obstante, se cree que la alquilaban desde años antes. El 10 de agosto de 1919, José Joaquín sale a pie de la vivienda y es asesinado a 100 metros de allí, en la misma cuadra. Velan el cuerpo en esta casa.
Enero de 1920
Segismundo Cleves Perdomo le vende la propiedad a Enriqueta Carranza Montealegre, viuda de Knöhr, por la suma de ₡27000.
1924
Federico Sobrado Carrera adquiere el inmueble.
Febrero de 1938
Elena Montealegre Carazo de Gurdián le compra la propiedad a Luisa Sobrado García, hija de Federico Sobrado.
Enero de 1993
Antonio Lehmann Struve adquiere la casa en poder de los Gurdián.
Febrero del 2020
Por medio de una agencia de bienes raíces, el arquitecto Diego Meléndez compra esta vivienda a la familia Lehmann.
Fuente: Centro del Patrimonio y consulta a especialistas.