En tiempos recientes las personas tienen a su disposición herramientas que facilitan la interacción con otras y que no tiene que ver con salir con el amigo de un amigo. Hoy las aplicaciones de citas (o dating apps) están tan cerca como a un clic de descarga. A través de ellas, se pueden encontrar hombres y mujeres que resulten atractivos tanto física como internamente.
Conversaciones virtuales que inician con preguntas tan básicas como su comida o pasatiempo favorito, son parte de una fórmula que le llevará a descubrir si con quién se habla es “el o la indicada” y ver si vale la pena seguir la interacción hasta concretar una cita presencial.
En el mundo de las dating apps hay riesgos que van desde que la persona desaparezca sin explicar nada o que alguien mienta con su identidad, entre muchos otros que incluso han sido documentados en series basadas en historias reales. ¿Escuchó hablar de El estafador de Tinder? Sí, hay individuos que se aprovechan para sacar ventaja de quienes buscan algo real en estas plataformas.
Pero como siempre, no todo es malo. En este artículo vamos a hablar de las buenas experiencias. Dos muchachas narran su historia de amor en tiempos de apps de citas.
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“Sí se puede encontrar una persona que vale la pena en línea”
El trabajo remoto que nos heredó la pandemia hizo que Ana se fuera a vivir a una playa en Guanacaste. En el pueblito decorado con palmeras y arena blanca todos se conocían y por eso ella quiso ir más allá, conocer otras personas. Entonces descargó la aplicación de citas Bumble.
“Quise atreverme a más, cambiar la rutina. La usé al inicio del año pasado (2022) y llegó a ser muy monótona, con conversaciones sin sentido y de estar pegada a la pantalla siempre. Para mí dejó de ser divertida. La dejé de usar y a finales del año pasado, en un viaje a México, la volví a abrir. Ahí descubrí que podía volver a divertirme hablando con personas y atreverme a encontrarme con alguien”, explicó.
Estando en México, Ana hizo un match (ella y él se gustaron en la app) y quedaron de verse en un lugar seguro. Sus amigos también estarían ahí. Al final la cita no se concretó por culpa del tráfico de la ciudad.
Ana regresó a Costa Rica. La monotonía también retornó y ella se volvió a aburrir. Un día de tantos, le dio una nueva oportunidad a Bumble e hizo un nuevo match. Esta vez fue con un turista suizo que en su biografía de la aplicación tenía una pregunta: si la persona la acertaba, él la invitaba a un trago.
“Acerté su pregunta y me dijo de una vez que cuándo nos veíamos. Él estaba en San José y en ese momento yo vivía en Guanacaste pero yo iba para San José al día siguiente para una boda del fin de semana. Llegué y nos vimos, yo escogí el restaurante y luego lo llevé a bailar. Hablamos y bailamos montones, nos gustamos mucho”.
Todo salió de maravilla… aunque no podía ser perfecto.
“Él se devolvía a Suiza al día siguiente. Un par de días después hicimos una videollamada y desde ese momento casi todos los días nos llamamos, nos dimos cuenta de que de verdad nos gustábamos mucho y nos queríamos conocer mejor. Como mi trabajo es remoto yo me podía ir a Suiza sin problema y en junio me fui por tres meses. Fue dar un salto muy grande, pasamos de citas 100% virtuales a vivir juntos”.
Para Ana, esta ha sido la mejor decisión de su vida. En agosto regresó porque se cumplió el plazo en el que ella podía permanecer como turista en Suiza. En diciembre él vendrá a Costa Rica. Suman nueve meses de relación
“Él viene en diciembre y yo me vuelvo a ir en febrero para Suiza. Estamos construyendo una relación a distancia. Si hace un año me lo hubieran dicho, habría dicho que jamás porque yo no creía en las relaciones a distancia: se tienen que trabajar mucho, y son muchas horas pegados a la pantalla, ya sea en videollamada o mensajes en el lapso de las horas donde coincidimos los dos despiertos”.
Ana y su novio tienen planes y metas juntos.
“Empecé jugando con Bumble y ahora tengo una pareja suiza y una relación a distancia (risas). Soy testigo de que sí se puede encontrar una persona que vale la pena en línea. Ya estaba a nada de perder la fe”, comentó Ana, de 30 años.
“No tenía fe”
Valery es otra joven que encontró el amor inesperadamente.
La muchacha conoció a su novio hace año y medio en Bumble. Hicieron match una semana después de que ella descargó el app.
“Comenzamos a hablar como amigos por un par de meses, hasta que nos conocimos en persona y nos dimos cuenta de que nos gustábamos y así empezó la relación. Yo no tenía fe (en las dating apps). Para nada. No la descargué pensando en que encontraría una relación estable”.
La muchacha, de 28 años, dice que también usó, en tiempos de pandemia, Bumble en la opción de amistad. Allí conoció un par de amigas con las que sale de vez en cuando.
Su experiencia fue positiva e inesperada. Ella y su novio, un ingeniero llamado Édgar, disfrutan de un amor que nació en un terreno que exploraron solo por curiosidad.