Si no aprendió a amarrarse los zapatos de pequeño, si no le gusta comer cebolla o si pierde la concentración con frecuencia son algunas de las “conductas” que en redes sociales, especialmente en TikTok, se presentan como posibles síntomas del Trastorno del Espectro Autista (TEA).
Sin embargo, estos comportamientos no determinan directamente si una persona es autista o no. Detrás de este trastorno existe un proceso médico que debe seguirse y que puede tomar meses para llegar a un diagnóstico. Aquí radica el peligro de basarse únicamente en lo que se observa en redes sociales, que si bien en algunos casos pueden servir como una guía de orientación, no siempre es algo confiable.
En los videos difundidos por TikTok se presenta una lista de comportamientos asociados al autismo, donde se afirman que quienes cumplen con algunos de esos criterios padecen la enfermedad. Es comprensible que las personas se dejen llevar por estos mensajes, ya que ofrecen un diagnóstico en cuestión de minutos y sin costo alguno, pero lo recomendable es acudir a profesionales especializados en el tema.
Tal es el caso de Fabiana, una joven de 23 años que recuerda haber experimentado un síntoma común del TEA desde su infancia: siempre ha tenido dificultades con ciertas texturas de alimentos. Aunque este rasgo por sí solo no es suficiente para un diagnóstico, durante la pandemia del Covid-19 la situación se agravó, al punto que su salud estuvo en riesgo. Perdió completamente el apetito e incluso hubo días en los que solo podía comer una galleta.
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Fabiana acudió a una psicóloga, quien posteriormente la remitió a una especialista en TEA. El proceso fue largo y costoso; solo por la prueba diagnóstica, un tipo de examen especializado, pagó $300. A esto debe sumársele el costo de cada consulta, que puede realizarse de manera semanal, bimensual o mensual según las necesidades del paciente. Además, para obtener el diagnóstico, es necesario asistir a un mínimo de seis meses de consultas continuas.
La prueba diagnóstica se subdivide en una docena de evaluaciones que abarcan diversas áreas del trastorno, como la comunicación, la sensibilidad y la interacción social, con el fin de determinar el grado de afectación. Los profesionales calificados para llevarla son los psicólogos, psiquiatras, neurodesarrollistas y psicopedagogos.
Al final del proceso, Fabiana fue diagnosticada con TEA de “alto funcionamiento”. Esto se debe a que es una mujer que cursa estudios universitarios, no presenta dificultades en el habla y siempre ha contado con un grupo cercano de amigas. Aunque mostraba algunas conductas asociadas al trastorno, como dificultades para concentrarse en clase, estas pasaron desapercibidas por no ser “muy evidentes”.
Además, decidió no optar por el tratamiento en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), consciente de que el proceso tardaría más debido a las listas de espera. También prefería tener la libertad de escoger a la profesional que realizaría sus pruebas diagnósticas.
“Hay que hacer todo lo posible para no victimizar más a la gente con autismo y ayudarles. Darse cuenta que son personas, no animales. Hay muchos tipos y los que más sufren, posiblemente, son las personas con muchas necesidades, o la gente que hace mucho enmascaramiento, que tiene que fingir todos los días las emociones”, agregó Fabiana.
Las verdaderas conductas del autismo versus los discursos en TikTok
Para ser diagnosticado con el Trastorno del Espectro Autista, es crucial que la persona manifieste ciertos tipos de conductas de manera constante en todos los ámbitos de su vida. Según explicó la psicóloga Adriana Vindas, un paciente con autismo se comportará de la misma manera con su familia que con sus compañeros de trabajo, independientemente del entorno en el que se encuentre.
La evaluación para obtener este diagnóstico se debe realizar bajo el manual DSM-5 o la clasificación de enfermedades CIE-10. Además, dentro del trastorno existen los grados 1, 2 o 3, que se clasifican dependiendo del tipo de afectación que tenga la persona en distintas áreas. Eso sí, la especialista fue enfática en que las conductas de los pacientes nunca serán las mismas, pues cada caso es distinto.
Algunas condiciones presentes en las personas autistas están ligadas con problemas en la comunicación, dificultad para mantener contacto visual, hipersensibilidad a sonidos, texturas u olores. A la vez, suele presentase un tipo de obsesión por un tema en particularidad, como podrían ser dinosaurios, anime o alguna tendencia de la moda, en el que se piensa recurrentemente.
Otra de las conductas características del autismo es la dificultad para comprender el doble sentido o el sarcasmo. Por ejemplo, si se les dice que se va a “quemar” un disco de música, podrían interpretar que un CD será encendido en fuego, en lugar que la música será grabada en él. Precisamente por este tipo de conductas, las personas con autismo pueden sufrir acoso escolar durante su niñez, adolescencia e incluso en la adultez.
“Es como que pensáramos que una diabetes o una cardiopatía podría ser selectiva, que se presente en un lugar y en otro no. El TEA tiene que presentarse en todas las áreas de la persona y durante al menos los últimos seis meses de vida de la persona que lo está consultando”, explicó Vindas, quien es profesora en la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR), y también ejerce en la consulta y trabajo clínico.
En décadas pasadas, era común que se diagnosticara a las personas con síndrome de Asperger en lugar de TEA. Según la valoración de la especialista, esto ofrecía una “sensación de control” para las familias, ya que muchas preferían decir que tenían un hijo con Asperger que un hijo autista.
Sin embargo, esta diferenciación se eliminó con la actualización del manual DSM-5. Actualmente, el síndrome de Asperger está incluido en el espectro autista, como parte de las personas de alto funcionamiento sin dificultades cognitivas.
Adicionalmente, los especialistas deben considerar el diagnóstico diferencial, es decir, evaluar si los movimientos repetitivos de un paciente corresponden a un Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) o al síndrome de Tourette, y no necesariamente al TEA.
En Costa Rica, la atención de personas con TEA ha mostrado un aumento significativo en los últimos cinco años. Hasta setiembre de este año, los servicios de consulta externa de la CCSS atendieron a 28.759 personas, superando las cifras de años anteriores: 18.605 en 2019, 19.040 en 2020, 24.293 en 2021 y 34.581 en 2023.
La mayoría de las consultas externas por este trastorno corresponden a hombres entre los cinco y nueve años, con 9.481 menores atendidos hasta setiembre de este año. En el caso de las mujeres, también es este grupo etario el más atendido, con 2.281 consultas registradas.
“Este tipo de diagnósticos, lo que hacen de cierta manera es dar una ilusión o sensación de seguridad y de conocimiento a la persona. Pero bueno, ¿qué es lo que conozco? Algunas características que son muy frecuentes en mí, ok, ¿cuáles me incomodan, cuáles no me incomodan, con cuáles quiero hacer algo y con cuáles no?”, explicó Vindas.
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Otro aspecto importante es que la mayoría de las personas dentro del espectro autista son diagnosticadas a edades tempranas. En Costa Rica, existe atención especializada para este trastorno en el Hospital de Niños, hasta los 12 años, y a partir de esa edad, la atención se transfiere al Hospital Calderón Guardia o al Hospital Nacional de Salud Mental. Lo recomendado por los especialistas es que personas con TEA tengan un acompañamiento profesional a lo largo de su vida.
Además, cuanto más temprano se diagnostique el autismo, mejor será para la persona, ya que podrá iniciar terapias para tratar condiciones específicas. Aunque estas no eliminan las dificultades por completo, ya que son permanentes, sí ayudan a disminuir su impacto y a generar menos angustia en el paciente.
Recibir un diagnóstico de TEA no debería ser una barrera, de acuerdo con Vindas. En cambio, debería ser una oportunidad para que los pacientes accedan a apoyos en los aspectos que deseen mejorar, como sentirse más cómodos al hablar en público o probar nuevas comidas gradualmente, para lograr una sana integración en la sociedad.
“Todas las personas tenemos condiciones. Entonces yo puedo tener ceguera, puedo tener sordera, puedo tener autismo, puedo tener déficit de atención, todas estas son condiciones. En la interacción de la vida diaria se encuentran barreras de todo tipo que se convierten en dificultades, que al final de cuentas serían las discapacidades. Pero en los casos de personas sordas, si nos dieran LESCO desde el kinder, no habría ninguna situación de diferencia”, agrego la psicóloga.
El auge de la neurodivergencia en redes sociales
Dentro de los videos virales de TikTok que buscan ofrecer un diagnóstico del autismo, se juega con el término “neurodivergente.” Por definición, este concepto se refiere a personas neurológicamente diferentes, con un componente distintivo en su constitución cerebral, pero utilizarlo con ligereza puede traer consecuencias negativas.
Para Vindas, si todas las personas se consideraran neurodivergentes, se podría perder de vista algunas necesidades básicas de las personas con discapacidad, como rampas para usuarios de sillas de ruedas o traducciones en Braille. Incluso, comparó este uso del término con la época en que se empleaba la expresión “persona especial” para referirse a cualquier individuo diferente, sin que esto implicara necesariamente un diagnóstico.
Además, el auge de referirse a sí mismos como neurodivergentes sin consultar a un profesional presenta otro tipo de riesgos, como que la persona se “excuse” de situaciones al argumentar que no puede participar en chistes porque cree tener TEA, o negarse a recibir educación en un aula regular debido a esta condición. En tales casos, su desarrollo podría verse afectado, ya que sus vínculos sociales podrían reducirse.
“El término que socialmente más nos gusta es neurodivergencia, que podría incluir todos estos espectros: los trastornos emocionales, mentales, del aprendizaje, del desarrollo, etc, pero para estar seguros habría que aplicar la prueba. A la par de la prueba se hace una entrevista inicial, se recogen datos y se ve a la persona consultante. Yo he escuchado de casos que van a una cita de 45 minutos y ya salen con el diagnóstico, pero yo tendría mis dudas. ¿Por qué? Porque para diagnosticar tenés que tener mínimo tres pruebas que podás triangular, pero con 45 minutos y una lista de cotejo habría que tener cuidado, principalmente por lo que sigue después del diagnóstico”, finalizó la especialista.