Las horas antes del asesinato de Roberto Samcam fueron apacibles, tranquilas, como eran todas las mañanas. Ese jueves 19 de junio se despertó antes de las 6:00 a.m. para preparar el desayuno: una receta mexicana que consistía en unas tortillas estilo sincronizadas con queso derretido, bajo de un par de huevos enteros cubiertos por una salsa roja.
Cuando estuvo listo, su esposa, Claudia Vargas, se sentó frente a la mesa que desayunaban todos los días, mientras escuchaban un programa del periodista peruano, Jaime Bayly. Sorbió un poco de café y probó el plato que preparó Roberto, Bobby, como le decían en su círculo más íntimo.
– ¡Te quedó divino!– le dijo Claudia y le explicó que no se lo terminaría porque ya estaba contra el tiempo. El bus en el que se iba todos los días pasaba en pocos minutos.
Claudia salió de su apartamento del complejo Naples, en Moravia, un poco antes de las 6:50 a.m. Llegó a su oficina en la Fundación Arias casi una hora después. Hizo lo de todos los días: sacar las cosas de su bolso, revisar noticias, correos, cuando recibió una llamada de su hija Chantal, de 23 años, quien vivía con ellos y estaba dormida cuando salió para el trabajo.
– Mami, no sé qué le pasó a Bobby, está en el piso y tiene sangre– recuerda que le dijo Chantal, alterada. Ella no escuchó ningún ruido estruendoso de los balazos. En medio del sopor, lo que recuerda son sonidos como de un martillo pegándole varias veces a una lata.
Claudia le dijo que gritara por ayuda mientras ella llamaba a emergencias para que llevaran a Roberto al Hospital Calderón Guardia. Pensó que quizás era un problema médico: un sangrado por gastritis o úlcera, o alguna recaída por la cirrosis que le había sido diagnosticada hacía más de 20 años.
Fueron minutos de caos y confusión. Su hija, Chantal, no contestaba las llamadas. Claudia no sabía si ir a la casa de inmediato o esperarlos en la emergencia del hospital. Finalmente, Chantal contestó y le dijo que ya estaban los de emergencia en el apartamento atendiendo a Roberto.
Chantal estaba en shock, casi no podía hablar. Después de varios minutos en los que su madre le insistió sobre el estado de salud de Roberto, Chantal le dijo: “Está casi vivo”, y unos segundos después, agregó: “Es que a Bobby le dispararon en el pecho”.
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Una compañera de trabajo le ofreció llevarla en su carro al apartamento. Claudia pensó en la posibilidad de que hubiera sido un francotirador, en cómo lo hizo. Los detalles los sabría en unos minutos. Faltaban pocas cuadras para llegar, cuando volvió a recibir una llamada de su hija.
– Mami, Bobby está muerto– le dijo, y agregó: – le dispararon varias veces en el pecho, vinieron hasta la puerta del apartamento a dispararle.

El militar retirado nicaragüense Roberto Samcam Ruiz, de 68 años, murió de ocho balazos. Dos en una pierna, dos en el abdomen, y el resto en el pecho y las axilas. Samcam se encontraba exiliado en Costa Rica desde 2018, cuando huyó de la persecución del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo tras involucrarse en las protestas que sacudieron Nicaragua ese año.
Más de dos semanas después, en esta entrevista con Revista Dominical, Claudia Vargas, de 52 años, viuda de Samcam, relata las amenazas que recibía su esposo antes de consumarse el asesinato; las denuncias que hacía a la Dirección de Inteligencia y Seguridad Nacional (DIS), el silencio del gobierno de Rodrigo Chaves y la inseguridad que se ha magnificado entre los exiliados nicaragüenses.
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¿Pensó que alguna vez iba a pasar esto?
– No pensamos que llegaran hasta la puerta de la casa. En todas las situaciones que nos planteamos cuando hablábamos de estos temas de seguridad, siempre pensamos que (el atentado) iba a ser en la calle. Roberto tenía medidas de seguridad en la casa, incluso. Pero creo que nunca pensó que iban a llegar a plena luz del día, en la mañana, y con tal descaro.
¿Cree que fue una acción premeditada?
Sí, ellos (los asesinos) sabían que a esa hora Roberto se encontraba limpiando el apartamento. Es un apartamento pequeño (dos cuartos, un baño en el centro y una cocina), y aunque él corría las cortinas se podían ver sus movimientos desde lejos. Es relativamente seguro, porque tiene una aguja de acceso que siempre está abierta durante el día, pero en la noche está cerrada. No entra nadie: sólo los que vivimos ahí. El portón del residencial siempre permanece cerrado. Adentro hay tres torres de dos pisos cada una, y nos cuidamos entre todos: no dejamos entrar a desconocidos.
¿Hay cámaras de seguridad?
– Hay cámaras de seguridad, pero en tiempo real. Roberto usualmente vigilaba las cámaras para ver si lo estaban vigilando o si miraba algo sospechoso. A pesar de que no grababan, el hecho de que hubiera cámaras de seguridad lo hacía sentir un poco seguro, porque decía que las demás personas no sabían que no grababan.

¿Qué pasó ese día?
– Ese día llegó un equipo de mantenimiento. Yo no los vi cuando salí, pero siempre llegan temprano. A nosotros nos dijeron que estaban reparando una ventana, y entonces entraron y salieron del condominio, y parece que dejaron el portón entreabierto. Entonces, (los asesinos) sí lo tenían vigilado y dijeron: “Este es el momento”. Entraron hasta la puerta, y ahí cualquier cosa que podamos decir es especulación, pero lo más probable es que le dispararon desde afuera del portón de hierro–corredizo que hace muchísimo ruido cuando se abre– del apartamento. Porque la puerta permanece abierta porque dejamos que entre el sol para secar un poco la ropa. Y así encontré la ropa cuando llegué al apartamento; de seguro Roberto ahí la puso para secarla cuando yo salí de la casa.
¿Quiere decir que no le dispararon a quemarropa?
El portón del apartamento no lo abrieron, desde ahí le dispararon, supongo que metió la mano (el asesino) y le disparó en cuanto lo miró. Y le disparó hasta adentro, porque Roberto estaba adentro. No estaba cerca, Roberto no se acercó. No es que lo llamaron a la puerta, como dicen algunos medios de comunicación. Él no se le hubiera acercado a un desconocido jamás. Me supongo que si estaba en el cuarto o en la cocina, y lo llamaron, Roberto de seguro pensó que era alguno de los trabajadores de mantenimiento.
Ustedes se refugiaron en Costa Rica desde hace siete años. ¿Hubo algún tipo de relajamiento en las medidas de seguridad?
No se relajó. Pudo haberse relajado un poco estos días, porque recién había llegado de México, acababa de venir de vacaciones de la casa de uno de sus hijos. No parábamos de hablar de ese viaje: de lo que aprendió, de lo que vió, de lo que vivió; había visitado el Museo Memoria y Tolerancia (MMyT), y dijo que le había encantado. Entonces, sí creo que se pudo relajar un poco. Pero aún así, el lunes (16 de junio) que él llegó, era la misa de cuerpo presente de Violeta Barrios de Chamorro, y él decidió no ir por motivos de seguridad, a pesar de que él quería ir.
¿Qué temía?
Me dijo que su temor no era un ataque en la iglesia, sino que los trayectos eran complicados y que no conocía la iglesia ni la zona, ni el recorrido para llegar.
Relación con la DIS
¿Roberto Samcam hizo alguna denuncia a la DIS?
Todo el tiempo hubo un diálogo, y creo que era de manera bilateral ese diálogo con la DIS. Incluso, yo tenía el teléfono de la DIS, y cuando yo sentía algún tema de inseguridad o alguna cosa que me sentía algo vulnerable o íbamos a tener alguna actividad importante, yo les avisaba. Por ejemplo, si había un evento en la Fundación (Arias) o alguna actividad en otra parte, ellos nos mandaban protección, una patrulla de Fuerza Pública. Roberto tenía ese canal abierto y se veían muy muy a menudo con la DIS. Estoy segura que eso puede verse como una colaboración, porque él hablaba sobre el tema de seguridad para los exiliados nicaragüenses, no solamente por el riesgo que sentía para él, sino también para otros perfiles que están acá en Costa Rica y que también andan en listas. Me supongo que toda esa información, estoy segura, Roberto la compartía con la DIS.
¿Creía que otras figuras exiliadas estaban en peligro?
Claro que sí, porque Roberto no es el primer caso que tenemos, hay otros. Está Rodolfo Rojas, que incluso es un crimen que incluye a tres países. Porque se lo llevaron de Costa Rica a Honduras con engaños y apareció muerto en Honduras. Después ocurrieron los dos atentados a Joao Maldonado (2021 y 2024). En cuanto tuvo la oportunidad de hablar con personas cercanas a Rodolfo Rojas y con Joao lo hizo, para analizar los casos, identificar las alertas, las señales previas a los atentados. Le gustaba identificar el tema de seguridad y le daba seguimiento. Estaba tratando de armas los casos; les daba seguimiento a los informe del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) sobre el caso de Joao Maldonado.
¿Desde cuándo se comunicaba con la DIS?
No puedo asegurar que desde 2018, pero creo que desde 2019 empezaron a comunicarse. La DIS fue la que se acercó a varios nicaragüenses que consideraban con perfil alto, para consultarles temas de seguridad. Los acercamientos eran muy frecuentes, especialmente después de los ataques a Joao Maldonado. Creo que por lo menos se podían estar viendo una vez cada dos o tres meses. Se veían frecuentemente. Roberto me decía me voy a ver con ellos. Él tenía una relación muy estrecha con la DIS.
Creo que por lo menos se podían estar viendo una vez cada dos o tres meses. Se veían frecuentemente. Roberto me decía me voy a ver con ellos. Él tenía una relación muy estrecha con la DIS
— Claudia Vargas, viuda de Roberto Samcam
¿De qué información hablaban?
Todo lo que Roberto sabía sobre las amenazas a los exiliados nicaragüenses se lo informaba a la DIS. Les alertaba que estaban cruzando desde Nicaragua personas para vigilar a opositores. Y cada vez que se daba cuenta de que algún opositor tenía algún incidente de seguridad él hacía análisis e investigaciones y después hablaba con la DIS. Hubo una comunicación muy fluida para intercambiar información de lo que estaba pasando. De lo que le podría pasarle a él y a otros.
Luego del asesinato, ¿la DIS se comunicó con usted?
Yo llamé a la DIS en cuanto llegué al apartamento y yo ya sabía que a Roberto lo habían matado. Al primero que llamé fue a mi contacto con la DIS y le dije: “Acaban de matar a Roberto, aquí en la casa, dentro de la casa”. Y me preguntó si había llegado la Policía o el OIJ, y me preguntaron dónde estaba. Yo les dije que estaba afuera del apartamento, que no me dejaban entrar.
¿Qué información tiene de la investigación?
– No tengo ninguna información. No me han llamado. Ni siquiera para preguntarme cómo estoy. Es más, yo de manera voluntaria soy la que los he llamado para informarles sobre si me voy a mover, o si me voy a mudar, o tal vez si voy a pasar bastante tiempo fuera de la casa.
¿Le dijeron que se tenía que mudar?
No, pero es lo que seguía: mudarme a un lugar más seguro. Además fue el lugar donde ocurrieron los hechos, y para mi hija, que encontró el cuerpo, no iba a ser un recuerdo bonito. Y lo único que yo pregunté a la DIS era si creían que yo estaba en peligro y me dijeron que no, que el objetivo siempre fue Roberto. Yo soy medio despistada en eso. Pero además, yo no quiero vivir con miedo porque no voy a poder vivir. No voy a poder venir a trabajar, no voy a poder hacer todo lo que tengo que hacer. Además, creo que no hay manera de escaparse de ese nivel de inteligencia.
Lo único que yo pregunté a la DIS era si creían que yo estaba en peligro y me dijeron que no, que el objetivo siempre fue Roberto.
— Claudia Vargas, viuda de Roberto Samcam
¿Tiene miedo de que le pase algo?
– Sí, tengo miedo. Pero también pienso que no tengo el perfil que ellos estaban buscando, que era el de Roberto.
¿Cómo era el perfil de Roberto?
Roberto era un combo. Era exmilitar, había estado en el MRS (Movimiento Renovador Sandinista– sandinistas disidentes del Frente Sandinista de Liberación Nacional, partido de la pareja en el poder), los había apoyado en campañas presidenciales. Cuando entró a la política, Roberto tuvo un ascenso súper rápido dentro de la fila del MRS. Fue delegado municipal del MRS, después departamental, después estuvo en la Comisión Nacional. Siempre que se metía en algo lograba ascender muy rápido porque era tenaz, dedicado, disciplinado, ordenado. Fue candidato a alcalde en Jinotepe, donde vivíamos. Luego, tuvo un programa de radio, de análisis político y fue una fuente para los periodistas nicaragüenses en temas de seguridad.
De hecho era de las pocas fuentes de análisis políticos y de seguridad desde la crisis de 2018 que no dejó de opinar, ¿Por qué nunca se calló si sabía que corría peligro?
Roberto dijo que no había nadie que lo pudiera callar. Y que cada día las cosas que pasaban en Nicaragua refrendaban más bien el hecho de que él tenía de seguir denunciando lo que estaba pasando. Y también decía que era importante porque nadie hablaba del Ejército y ellos estaban detrás de todo esto (la crisis). Cuesta mucho que metan al Ejército en los informes del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua (Grehn), en los informes de seguimiento al tema de Nicaragua. Y decía que lo que está pasando en Nicaragua no amerita silencio. Y nosotros decíamos que era peligroso, pero él decía que no había poder en el mundo que lo hiciera callar.

El silencio del presidente Rodrigo Chaves
¿Qué piensa sobre el silencio del presidente Rodrigo Chaves con este caso?
Yo creo que debe de pronunciarse. Este es un asesinato que no solamente convoca el tema de la soberanía y la frontera. Al ejecutarse dentro de mi casa está tocando la fibra más íntima de la paz costarricense que es el hogar. Porque esto está hablando de que hubo un descaro total. O sea, no es disimulado, no es un accidente. No fue en la calle tampoco. Estamos hablando de que asesinaron a una persona, defensora de derechos humanos y refugiada en Costa Rica.
¿Cree que Costa Rica ya no es un refugio seguro para los nicaragüenses?
Creo que este tema tiene que ver con el mensaje del presidente. Y por eso es importante que el presidente se pronuncie sobre este caso. Porque su mensaje de orientar una investigación debe ser contundente. Creo que debe dar un mensaje para que no siga pasando esto en las fronteras. Desde cualquier punto de vista el silencio del presidente, en este momento, es inaceptable. Desde donde se mire: desde la parte humana, desde la parte empática, desde el gran estadista que es para este país. Aunque sea desde la parte humana y solidaria hubiera enviado un mensaje para solidarizarse con dos mujeres (Claudia y su hija Chantal) que se acaban de quedar solas. Nos hubiera enviado el pésame.
Desde cualquier punto de vista el silencio del presidente, en este momento, es inaceptable.
— Claudia Vargas, viuda de Roberto Samcam
¿Por qué cree que no lo ha hecho?
No sé si está mal asesorado o si no está claro de todas las implicancias. Pero no hay justificación. Eso es un tema controversial. Yo quiero creer que no se ha pronunciado porque está esperando mayores elementos sobre el caso para poder decir algo.
Estados Unidos se ofreció a ayudar a Costa Rica en esta investigación. ¿Qué sabe de esto?
Yo quisiera reconocer el pronunciamiento categórico que hicieron para nombrar que fue un asesinato político y este ofrecimiento de ayudar en la investigación. Yo pienso que Costa Rica debería aceptar la ayuda de Estados Unidos. Porque eso no quiere decir que aquí no son capaces, sino que siempre he creído que la paz se construye en equipos. También, creo que la rapidez en la investigación, en este momento, es fundamental.
Roberto y usted son nacionalizados españoles. ¿Qué les ha dicho la Embajada de España?
La embajadora me llamó el día del asesinato. Ella estuvo en el funeral de Roberto. Estamos agendando una reunión en la Embajada. Los eurodiputados se han pronunciado, pero también estamos esperando una denuncia de España que también sea contundente. Porque no han mandado ningún mensaje sobre este caso. A ellos los puedo entender por las diferencias de horarios y que no se manejan tanto el caso, y que podrían estar informándose. En el caso de Costa Rica no entiendo, porque Roberto vivía aquí, estaba aquí, se maneja bien el contexto, se manejan un montón de cosas que justifican menos la falta de pronunciamiento.
La embajadora de España me llamó ese día y me preguntó sobre qué necesitaba. Yo le respondí que lo que necesitaba era justicia, que este crimen no quedara en la impunidad.
¿Hasta dónde quiere llegar?
No tengo mínimos, voy por todo. Así que ya empecé a cuidarme, estoy comiendo, voy a ir a terapia, a hacer ejercicio, porque esto va a tardar mucho y yo voy a estar ahí. Hasta que se nombre a los culpables. Claro, no a los gatilleros. Vamos por los actores intelectuales de esto, que todos sabemos quiénes son. Pero necesitamos escucharlo de la boca de los jueces. Necesitamos escuchar esa sentencia también, y voy por eso.
¿Quiénes cree que son los responsables?
Los Ortega-Murillo, es el Ejército de Nicaragua. Es que nosotros, que no somos especialistas y no somos del OIJ, estamos completamente claros que esto implica inteligencia. Esto es una operación que tiene que ver con seguimiento, vigilancia, recursos. La persona que entró al condominio tenía los nervios de acero, un profesional que entró hasta allí porque sabía la vida diaria de Roberto, su rutina.
Esto es una operación que tiene que ver con seguimiento, vigilancia, recursos. La persona que entró al condominio tenía los nervios de acero, un profesional
— Claudia Vargas, viuda de Roberto Samcam
¿Cómo eran las amenazas que recibía?
Roberto siempre hablaba de esas listas de opositores por cada municipio que se filtraron, sobre todo en 2018. También había listas de periodistas. En esas listas siempre aparecía Roberto, Rodolfo Rojas, Joao Maldonado, es decir, a todos contra los que han habido atentados. Y les ponían una X sobre la foto de los que iban eliminando. Hubo gente que le dijo a Roberto que él encabezaba las listas, que iba primero, es decir, que era el próximo. Y yo le decía que le dijera a la DIS sobre estas listas. Pero sí, Roberto se cuidaba, se cuidaba muchísimo.
¿Pensaron en la posibilidad de irse de Costa Rica para refugiarse en otro país?
Mil veces hablamos de eso. De la posibilidad de irnos a España porque ambos teníamos la nacionalidad. Pero era complicado, porque estamos trabajando los dos en Costa Rica. Estábamos trabajando en lo que nos gustaba. Y empezar en España desde cero es difícil, porque ya estamos viejos. Roberto tenía 68 años y yo tengo 52. Entonces, yo no soporto hacer labores domésticas, como para llegar a trabajar en eso. Y él, también, ¿de qué iba a trabajar en España? Roberto tenía varias enfermedades por su edad, entonces no era fácil tomar la decisión de irse.
¿Cómo se encuentra su hija, Chantal?
Ella es fuerte. Ella me dijo: “Mami, en el último momento él no estuvo solo, yo estuve con él. Yo sostenía su mano”. Yo creo que encontrar paz y decir eso, en medio de todo lo que estamos viviendo, me parece que es una gran capacidad de ver las cosas como positivas. El muchacho del apartamento de abajo, que la llegó a auxiliar, me dijo que ella lo estaba sosteniendo y le había puesto un cojín en la cabeza en ese último momento. Por supuesto, vamos a ir a terapia porque creemos en eso, en estar bien, para poder seguir con esto. Porque da miedo hablar, pero el silencio no es una opción.
