“Los nietos llegaron y me dijeron: ‘vamos a las Ruinas a esperar los jugadores’. Y yo les dije: ‘diay, vamos’”.
Entre carcajadas y una felicidad que no sabe cuándo se le va a quitar, don Carlos Méndez Montenegro cuenta cómo celebró la noche de este miércoles 6 de julio el campeonato del Club Sport Cartaginés.
“Viera el frío que hacía, pero ahí estábamos nosotros entre ese gentío”, agrega.

Desde que tiene conciencia este amante del fútbol y del club de sus amores esperó paciente por ver a su equipo levantar el trofeo, aunque confiesa que llegó a pensar que eso no iba a pasar.
Siempre con su camisa, su jarra, su bandera y un sombrero con los colores alusivos al cuadro brumoso, don Carlos es un fiel aficionado de 84 años, y la última vez que el Cartaginés fue campeón, en 1941, él tenía tan solo tres años, por lo que no recuerda aquel momento.
“Yo siempre le decía a mis hijos y a mis nietos que yo tenía que ver a Cartago campeón antes de morir y gracias a Dios se me hizo. Toda la vida esperando y finalmente llegó. El sueño se me hizo realidad. Misión cumplida”, relata.
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El vecino de Tres Ríos acostumbró a toda su familia a seguir al Cartaginés y por ello ahora todas son aficionados de la Vieja Metrópoli. Recuerda que antes le gustaba ir al estadio, pero que ahora prefiere ver los partidos en su casa.
Sin embargo, este miércoles 6 de julio, luego de que sus nietos Christopher Méndez y Joan Montes salieron del trabajo, fueron a su casa para llevarlo a ver el partido a un restaurante en Cartago. Al principio él no quería ir, pero los jóvenes insistieron y el abuelo accedió.

“Viera que bonito fue celebrar este campeonato con mis nietos. Yo toda la vida he sido cartaginés y yo les trasmití el sentimiento a toda mi familia. Entonces, ellos vinieron aquí a la casa a llevarme a ver el partido y diay, yo tenía miedillo porque usted sabe que a veces es peligroso, más ahora que hay tanta cosa, pero bueno, pudo más el amor por el equipo.
“Y no me arrepiento... es que viera cómo celebramos ese gol... no sea tan bárbaro: había gente de toda edad celebrando. Fue un momento tan bonito, imagínese que amanecí ronco de gritar tanto ese gane, pero es que esperamos décadas para este día”, relata.
De hecho, cuenta que en los tiempos extra, cuando Cartago hizo el gol del empate y que en el global ponía el marcador 2-1 fue un momento que hasta ahora no sabe cómo describir.
“Es que esa alegría que yo sentí es inexplicable. A mí me agarró como una alegría en el cuerpo cuando ese muchacho metió el gol. Yo en ese momento no podía ni gritar de la felicidad que sentía. Yo confiaba en el equipo pero es que muchas veces llegábamos a estas instancias, pero estuve ansioso todo el partido. Mis nietos querían que yo comiera allá en el restaurante al que me llevaron, pero yo les dije: ‘no, no yo no quiero comer nada’”, cuenta.
Cuando terminó el partido sus nietos propusieron ir a la Plaza Mayor, donde se reunió la afición. Don Carlos no lo pensó dos veces para decir “nos vamos”. En ese momento ni su bastón o el cansancio lo detuvieron. Era la celebración añorada.

“Nos fuimos para esperar a los jugadores, pero diay ya como a la 1:30 a. m. vimos que era difícil estar ahí porque ya había demasiada gente y ya yo andaba todo ronco. Entonces nos tocó irnos para la casa. Pero yo llegué y prendí el televisor, para ver al equipo por tele y ahí lo dejé encendido”, afirma.
Y es que la felicidad de don Carlos de ver por primera vez a su equipo campeón fue tal que ni siquiera pudo dormir. De hecho se niega a quitarse la camiseta.
“Aquí la ando puesta todavía... con goma loca me la pegué. Esta camisa ya no me la quito”, dice con una alegría contagiosa.
Y tras un momento de silencio finaliza diciendo: “Es tan lindo, todo es tan bonito... es que esa celebración... qué linda celebración... yo no tengo palabras, es que vieras que lindo todo. Estas últimas semanas han sido de comerse las uñas, pero finalmente puedo gritar que Cartago es campeón”.
