Río de Janeiro, 3 mar (EFE).- Una escola de samba, otro carnaval en Río de Janeiro y miles de recuerdos gloriosos de fútbol refinado formarán hoy el cóctel de la celebración de los 50 años de vida del brasileño Arthur Antunes Coimbra, más conocido como "Zico".
El actual seleccionador de fútbol de Japón estará lejos de las canchas, donde deslumbró con la camiseta número diez del Flamengo o de la selección absoluta pero en el otro escenario donde se mueve como pez en el agua: el Sambódromo.
"Beija Flor", la escuela de samba de su corazón, lo ovacionará cuando sus miembros desfilen frente al palco especial donde Zico y su familia estarán sentados.
"Mis sueños son derivados de los momentos que pasé en el fútbol. Sueño como cualquier niño", dijo anoche Zico a periodistas al hablar de su medio siglo de vida.
Si el samba se anticipó en el homenaje al ilustre cincuentón, el fútbol, con el Flamengo a la cabeza, también se prepara para un homenaje al jugador más importante de su historia centenaria.
Además de los 831 goles que marcó en su carrera, Zico se cansó literalmente de conquistar títulos, el más importante, sin duda, el Mundial Interclubes de 1981 con el conjunto carioca.
Su frustración, sin embargo, fue no haber conducido a la selección de su país a la conquista de un Mundial.
Para muchos, por encima de Zico sólo Pelé
El "Galinho de Quintino" (gallito de Quintino), apodo que recibió por el porte ligero de su cuerpo en sus primeros años y por haber nacido en Quintino, suburbio de Río de Janeiro, Zico comenzó su larga carrera en el Flamengo, en 1967.
Marcó dos goles en la victoria de su debut por 4-3 sobre el Everest, en el Campeonato Carioca de la categoría y su primer título llegó dos años después.
Su aparición en el equipo profesional ocurrió el 29 de julio de 1971, con un triunfo por 2-1 sobre el Vasco da Gama. Y la primera vuelta olímpica la dio en 1972, cuando el Flamengo era dirigido por Mario Jorge Lobo Zagallo.
Como titular se consagró en 1974 y hasta 1983, año en que dejó la institución para jugar durante dos temporadas en el Udinese italiano, Zico fue protagonista de todos los momentos victoriosos.
Volvió en 1985 y permaneció hasta 1990, cuando inició una excursión al fútbol japonés.
Al Flamengo le dio 508 goles, una marca que ningún otro jugador ha superado.
Si verdugo fue de los porteros rivales, víctima fácil fue de los zagueros de los otros equipos. En camilla abandonó varias canchas con lesiones en ambas rodillas, en el tobillo izquierdo, en la cabeza del peroné zurdo y profundas excoriaciones en la pierna diestra.
Por el quirófano pasó tres veces, la segunda de ellas en Estados Unidos y en medio de un clima general de pesimismo sobre el futuro de su carrera.
Con mucha obstinación, Zico superó esa fase difícil y como premio Telé Santana lo convocó para el Mundial de México '86. Jugó algunos minutos contra Irlanda del Norte e Polonia.
Contra Francia, Zico entró en la cancha y desperdició un lanzamiento desde los doce pasos. El partido terminó empatado 1-1 y en la tanda de penaltis para dirimir el clasificado, los europeos se impusieron por 4-3.
Zico también disputó los mundiales de Argentina' 78 y España'82, este último con una exhibición ejemplar del mejor fútbol brasileño.
Su último partido oficial en el Flamengo fue el 2 de diciembre de 1989, en un derbi con el Fluminense. La filarmónica de Zico ofreció un verdadero concierto al imponerse por 5-0 y el maestro hizo uno, de falta.
En el Mundial de Francia'98, Zico fue auxiliar técnico de Zagallo y a finales del año pasado asumió las riendas de la selección de Japón, donde se tornó ídolo en las filas del Kashima Antlers. EFE
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