Madrid. Con el decimocuarto título del Grand Slam en el bolsillo, su quinto US Open y su victoria épica sobre su eterno rival, Pete Sampras, el considerado mejor jugador de todos los tiempos, ha vuelto a recuperar el trono.
No es el número uno del mundo, porque ya no considera ese hito importante (finalizó seis temporadas seguidas en este puesto), pero para probar que aún está en condiciones de serlo ha sido capaz de acallar a todos sus detractores y sentar cátedra de nuevo en Nueva York donde ya había ganado en 1990, 1993, 1995, y 1996, y donde fue derrotado los últimos dos años (Marat Safin y Lleyton Hewitt).
Además ha detenido en seco el previsible relevo generacional al imponerse en las semifinales al que puede coronarse próximamente como rey del tenis, su compatriota Andy Roddick, y encima con una gran lección.
Para rematar la faena, el jugador de Washington libró la penúltima de sus batallas con Andre Agassi (34 duelos y 20 victorias para el de Washington), y de nuevo volvió a levantar los brazos, después de mas de dos años y 33 torneos sin saborear la victoria.
Con esta triunfo, Sampras se unió a otro viejo rockero, Jimmy Connors, como quíntuple ganador del US Open, y con 31 años y 28 días se convirtió en el más anciano ganador de este Grand Slam desde que el australiano Ken Rosewall triunfó en 1970 con 35 años y 10 meses.
También significó la 71 victoria de Sampras en el US Open, que le sirve para empatar en la cuarta plaza con Bill Tilden, otro de los jugadores considerados míticos.
Levantar la copa en la pista central de Flushing Meadows lleva consigo para Sampras su clasificación inmediata para el Masters que se disputará este año en Shanghai, si consigue mantenerse entre los veinte primeros (este lunes aparece en puesto duodécimo, mientras que Agassi se aupa al segundo detrás de Lleyton Hewitt), un lujo.
Sus palabras tras obtener el título 64 de su carrera, después de la más larga espera de su carrera, fueron también definitivas. "Esto debe ser la tarta", comentó feliz tras asegurar que había sido una de las segundas semanas más difíciles de su carrera, "con todas los retrasos por las lluvias, difíciles encuentros y jugando seguido, sábado y domingo, pero ha sido un gran esfuerzo, el mejor sin duda".
No obstante Sampras consideró que este momento crucial de su vida podría haber sido el epílogo ideal a una gran carrera. Retirarse siendo el líder indiscutible del Grand Slam con 14 títulos (siete Wimbledon, dos Abiertos de Australia y cinco US Open), sería el broche de oro.
Por unos instantes Sampras vaciló ante esa trascendental decisión. "Tengo que meditar en los próximos meses para ver exactamente donde me encuentro, pero hay algo de lo que estoy seguro, se que todavía quiero jugar porque adoro jugar. Pero vencer a un rival como Agassi en un torneo grande como el US Open es como el final de un libro. Sería bonito acabar aquí pero todavía quiero seguir compitiendo", comentó al admitir que esto le había recordado los momentos de su victoria en Wimbledon en 1999 cuando también el fantasma de su retirada rondó su mente.
A sus 31 años y con unas ganancias que superan los 42 millones de dólares (sólo en premios), pocos objetivos quedan ya al alcance de Sampras. Su única asignatura pendiente es la tierra de Roland Garros donde en 1996 alcanzó las semifinales y donde parece condenado a la derrota porque su ambición en esa superficie lenta no puede equipararse a su letal proyección en rápida.
Edición periodística: Gerardo González y Juan Fernando Lara . Fuente: agencias.