París . Cuando aterrizó en Sevilla, pronto le bautizaron Sukerman. Corría el año 1991 y, tras destacar en el Dinamo de Zagreb, Davor Suker soñaba con terminar en la Bundesliga alemana. Pero el Sevilla puso más dinero, y el croata terminó a orillas del río Guadalquivir.
En sus cinco años en tierras andaluzas y los dos últimos en el Real Madrid demostró todas sus cualidades. Buen dribleador, maneja las dos piernas y va bien de cabeza.
El mundo empezó a conocerlo en la Eurocopa de Naciones jugada en Inglaterra hace dos años, donde su equipo fue eliminado en cuartos de final por Alemania.
Con un 2-1 en contra, se estrellaron todas las ilusiones croatas de destacar en Inglaterra. La venganza para Suker ha llegado dos años después al derrotar por 3-0 a los germanos en cuartos de final de la Copa del Mundo.
Era una doble revancha, ya que en el Real Madrid, pese a que este club ganó este año la Copa de Europa, Suker calentó banquillo, mientras el técnico, un alemán, Jupp Heynckes, confiaba en el español Fernando Morientes como titular.
Por lo tanto, Suker, tras una temporada llena de sinsabores a título personal, que intentó olvidar en brazos de su novia, la actriz y presentadora española Ana García Obregón, se juró a sí mismo que iba a realizar una buena Copa del Mundo con Croacia.
Y lo ha conseguido. Su equipo en la primera participación en un mundial está en semifinales, y Suker aspira al trofeo de máximo goleador.
Con cuatro tantos ocupa la segunda posición en la tabla de goleadores, empatado con el mexicano Luis Hernández y el chileno Marcelo Salas, y está a uno del italiano Christian Vieri y del argentino Gabriel Batistuta.
Pero ninguno de estos cuatro hombres sigue en competición, y a Suker le quedan dos partidos para aumentar su cuenta goleadora.
Primeros pasos
Con una madre jugadora de baloncesto, una hermana mayor y un tío llamados con regularidad por las selecciones yugoslavas de voleibol, Davor Suker desarrolló desde niño unas cualidades de ganador.
El Campeonato Mundial Sub-20 de Chile en 1987 fue su primera oportunidad de demostrarlo. Junto a Robert Prosinecki, Zvonimir Boban y Robert Jarni, todos croatas y presentes en el Mundial, se hizo con el título.
En aquel torneo obtuvo seis goles, que le valieron el botín de plata de la competición. En sus dos primeros partidos con el Sevilla logró cinco, y el ingenio andaluz pronto le buscó un nombre: Sukerman. Dejó de ser Suky como se le conocía en Zagreb.
En la temporada 1993-94 acumuló buenas actuaciones y terminó en segunda posición en la tabla de goleadores detrás del brasileño Romário.
Tras aquella temporada recordó a los dirigentes del Sevilla que se quería marchar a Alemania y tenía una oferta del Bayern de Múnich, el equipo que prefería durante su infancia cuando jugaba su ídolo Karl Heinz Rumenigge. Pero los andaluces no dejaron irse a su perla dorada y le recordaron que tenía contrato hasta 1998.
Suker estaba harto, todos sus excompañeros de selección disputaban competiciones europeas, y él debía conformarse con jugar en un equipo que no entraba en el circuito de los grandes.
En 1996, en Palermo, con Croacia, humilló a los italianos, subcampeones del mundo, con dos bonitos goles. Italia le tendió las redes y le llegaron más ofertas, lo que hizo que se quejara en la prensa española y fuera multado por su club.
Al final, el Sevilla le permitió irse al Real Madrid, donde no le han dejado demostrar sus cualidades. Pero se ha resarcido en el Mundial, donde Suker vuela alto, muy alto.