La gimnasta rumana Andreea Raducan vio evaporarse definitivamente la medalla de oro que había ganado en los ejercicios combinados porque el Tribunal de Arbitrajes en el Deporte dictaminó ayer que la presencia de una pequeña dosis de pseudoefedrina procedente de una medicina para el resfrío constituye un dopaje.
La medicina fue recetada por el médico de la delegación rumana y no mejoró en nada el rendimiento de Raducan.
Sin embargo, el tribunal dijo que la presencia de una sustancia prohibida constituye un dopaje y hay que castigarlo.
Los rumanos argumentaron que la gimnasta no puede ser castigada por el error del médico, quien fue suspendido por cuatro años, especialmente si se tiene en cuenta que la sustancia en cuestión no mejoró su desempeño.
Al enterarse del fallo, Raducan, quien está a punto de cumplir 17 años, dijo que "lo único que hice fue tomar una pastillita inocente. No entiendo todo lo que está pasando. Tengo la conciencia tranquila".
El presidente del comité olímpico rumano Ion Tiriac dijo que esta era una "cuestión de honor" más que una disputa por medallas y miles de rumanos se volcaron a las calles ayer exigiendo la devolución de la medalla. "Estamos hablando de una aspirina!", se quejó Tiriac.
Pero el tribunal de apelación dijo que el uso de una sustancia prohibida constituye una falta "sin importar si el deportista la ingirió a sabiendas o no".
Y tampoco se dejó convencer por el argumento de que la pseudoefedrina no mejora en nada el desempeño de una gimnasta.
El tribunal dijo en un comunicado que "está consciente del impacto de su decisión en una joven atleta de elite. Estima que, en su empeño por mantener un equilibrio entre los intereses de la señorita Raducan y su compromiso de eliminar las drogas del movimiento olímpico, hay que hacer respetar el Código Antidopaje sin contemplaciones".