Guápiles. Innecesario comenzar hablando de la cancha. Del fango, de la lluvia, del terreno parchado de barro y lagunas que atentaban contra el buen tránsito de la pelota.
Innecesario, también, empezar por el arbitraje: injusto, miope en muchos tramos, empeñado siempre en aplicar la regla número 18, la odiosa ley de la compensación.
Porque el futbol, a pesar de todo, sigue siendo propiedad de los futbolistas. De los hábilesÖ y de los bravos.
Ayer, Santos comprobó el axioma. Sus jugadores, labriegos en la cancha, parecen haber encontrado el equilibro entre músculo y coraje. Entre pasión y orden táctico. Entre casta y nervio.
Con un hombre menos casi todo el partido, los guapileños dieron cuenta de Saprissa, un rival al que le tienen puesta la medida desde que ascendieron a la máxima categoría la temporada anterior.
Desde el primer minuto, Santos anunció que lo suyo era el ataque: Ríchard Smith filtró un balón para Bill González, quien erró el mano a mano con Erick Lonnis.
Cinco minutos luego, Kendall Wilson forcejeó en el área con Gilberto Martínez. La marca del tibaseño parecía limpia, pero el guapileño fue a dar al suelo como si de pronto lo hubieran fulminado las siete plagas.
El central Édgar Durán, quien probablemente es aficionado al teatro, le creyó la pantomima a Wilson y señaló el manchón nevado.
Luis Quirós cobró con toque certero. Uno a cero en la pizarra.
Saprissa se lanzó hacia el empate. Al 27', Alejandro Sequeira centró desde la derecha y, justo en el corazón del área, Dáger Villalobos fue por la pelota junto a Rayner Robinson.
De nuevo, el juez vio penal donde solo había un roce insignificante. Jeaustin Campos fusiló y puso el 1-1.
No había pasado ni media hora. Y todavía faltaba mucho.
Coraje
¿Quién no ha oído que un equipo es el reflejo de su entrenador? En Guápiles, esa es la norma: Santos muestra la misma actitud indómita de su director técnico.
Por eso, cuando Ríchard Smith vio la tarjeta roja al 34', pensar en un bajonazo del cuadro local era menospreciar su casta bravía.
No habían pasado ni cuatro minutos cuando Greivin Cortés cobró un saque de esquina. El balón surcó el área describiendo una parábola y encontró la cabeza de Búfalo Bill, ante la mala salida de Lonnis. Dos a uno.
Antes de que terminara el primer tiempo, la oportunidad para liquidar asomó. Durán señaló el tercer penal del día, pero esta vez Lonnis se fajó con el disparo de Quirós.
Los morados apuraron en el complemento. En su debut en el banquillo tibaseño, Badú quien ayer llegó sin helicóptero y sin Lynda Díaz quería sonreír. Mas enfrente estaba un equipo donde se perdonan las derrotas, pero no la falta de actitud.
Por eso el partido fue para el Santos, que colocó en su valla un rótulo de "Prohibido el paso" y anuló todos los intentos del club saprissista.
Durán redondeó su faena con un rosario de expulsiones, unas justas y otras no: Carlos Quirós, Douglas Sequeira, Daniel TorresÖ y Rónald Mora.
Sí, el timonel fue a dar al vestuario. Quizás por un exceso verbal. O quizás por un exceso de entusiasmo. Porque cuando el futbol se vive al estilo del Macho , cada partido es una invitación a degustar el néctar de la adrenalina.
Y en cantidades abundantes.