Ciudad Quesada. Andrey Campos, el talentoso futbolista que durante tres años se alejó de las canchas para honrar una promesa con Jesucristo, está a pocos días de regresar a la Primera División costarricense.
Lo hará con San Carlos, su equipo de siempre, con el que debutó el 29 de abril de 1994 cuando apenas tenía 15 años.
Será inscrito cuando termine el Torneo de Apertura, y el técnico Daniel Casas podrá utilizarlo a partir del Torneo de Clausura, informó la administración del club sancarleño.
Su regreso ocurrirá diez meses después de haber superado exitosamente la reconstrucción del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, que le comenzó a fallar cuando solo habían transcurrido 36 minutos del primer partido que a nuestra Selección Juvenil le correspondió jugar en el Mundial Sub-20 de Malasia 1997.
En 1998 se reintegró a los norteños, pero su rodilla se volvió a resentir. Una artroscopia realizada confirmó una ruptura de ligamento y un ortopedista entonces le recomendó operarse.
Por sus hermanos
Pero no fue ese el motivo por el que este joven de 22 años decidió colgar temporalmente los botines, según comentó a La Nación durante una conversación en su casa del barrio Hogar de Ancianos de esta ciudad.
A mediados de 1998 Andrey, creativo de fina estampa y gran visión periférica, recibió dos malas noticias. Una muy seguida de la otra, y que en su opinión cambiaron positivamente su vida.
Los médicos diagnosticaron que sus hermanos mayores Noyli y Gérald padecían enfermedades terminales y que estaban destinados a morir en poco tiempo.
Recuerda que esos informes le causaron un tremendo impacto. Fue una fuerte sacudida que lo hizo reflexionar sobre el rumbo de su existencia.
Motivado por el consejo de unos amigos, buscó la ayuda de Dios y no dudó en ofrecerle su vida con tal de que restableciera a sus hermanos.
Al futbol, que tanto lo apasionaba, lo hizo a un lado al extremo de olvidar que debía someterme a la intervención quirúrgica.
"Me comprometí con el Altísimo a dedicarme por entero a llevar su mensaje de restauración y salvación a cualquier rincón del planeta", explica hoy Campos.
Con este objetivo arrancó su acción pastoral con los sacerdotes de la Catedral de Ciudad Quesada, dedicado a la restauración moral y espiritual de drogadictos y otros semejantes que habían caído en desgracia.
"En el 99, antes de marcharme a Puerto Rico donde estuve hasta el año siguiente como parte de un grupo de misioneros católicos, el Señor ya había hecho el milagro de sanar a Noyli y a Gérald", afirmó con entusiasmo.
Para Campos, quien también fue mundialista infantil en Ecuador 95, el caso de su hermana Noyli lo motivó con más fuerza a no desmayar en su relación con el Todopoderoso.
"Según los médicos, si lograba sobrevivir, nunca podría ser madre. Hoy Noyli tiene un hijo, Daniel, de un año y cuatro meses de edad, y él es otro ejemplo de que Dios todos los días hace grandes milagros".
Andrey está a pocos días de su vuelta a los terrenos de juego, pero aclara que sus compromisos de orden espiritual siguen vigentes.
"Quiero jugar, mas no estoy desesperado por hacerlo. No me siento presionado ni ansioso pues mi prioridad es seguir ayudando a quienes tienen hambre de la palabra de Dios".
Pese a que usará pantalón corto, seguirá llevando esperanza a quienes parecen haberla perdido.
"Me gustaría conseguir muchos goles, pero me sentiría mejor si lograra conquistar muchas almas que ahora se sienten vacías", aseveró.