Londres (Inglaterra) . La caída de la suiza Martina Hingis, número uno mundial, el primer día del torneo de Wimbledon dejó al descubierto lo vulnerable de una joven jugadora, programada desde la más tierna infancia para triunfar.
En el Abierto de Francia, perdió después de una rabieta de niña mimada, tras una mala decisión del árbitro, cuando iba dominando claramente a su rival Steffi Graf.
"Me educaron para ganar", se justificó la suiza. Su madre y entrenadora le prestó el hombro para que se desahogara y la obligó a salir a recibir el premio como dictan las normas de la conducta deportiva. Desde entonces, ambas han decidido alejarse, pero la jugadora mejor pagada del circuito ha acusado el golpe.
"Hemos decidido poner un poco de distancia por medio y trabajar un poco nuestras vidas privadas", explicó la suiza que por primera vez en su carrera profesional no estaba acompañada de su madre y entrenadora desde los dos años, Melanie Molitor.
Pero Hingis no es la única tenista de elite que soporta la presión del éxito y la de unos padres ambiciosos y tiránicos, que convierten a sus hijos en lo que ellos no fueron.
Steffi Graf, Jennifer Capriati, las hermanas Venus y Serena Williams, Mary Pierce, Jelena Dokic, la australiana de origen yugoslavo que saltó a la fama por la eliminación de Hingis, tienen en común una cosa: fueron programadas por sus progenitores para ganar.
El psicólogo especializado en deportistas, Gordon Baxter, explicó: "Las deportistas padecen la presión a edades más tempranas y a menudo se incrementa por la intensa relación que mantienen con sus padres, que suelen actuar como entrenadores".
¿Infancia robada?
Muy a menudo las jóvenes prodigios hablan de una infancia robada e infeliz.
A Steffi, su padre Peter la obligaba a entrenar hasta las lágrimas desde la más tierna infancia; al padre de Mary Pierce lo tuvo que sacar la policía de Roland Garros a raíz de las denuncias de su hija por acoso. Cuando Richard Williams pega un grito Venus y Serena se ponen a dar raquetazos hasta en el aire. O Jennifer Capriati, que después de haber ganado más de un millón de dólares antes de los 16 años, se evadió de tanta presión recurriendo a las drogas.
Baxter explica ese ahínco de los padres en el éxito de sus retoños, como prolongación o parte de su éxito o fracaso personal.
Criar un fenómeno de este tipo requiere dedicación exclusiva, por lo que muchos padres deciden consagrarse en cuerpo y alma a ello. Los hijos se convierten en la única fuente de ingresos de la familia. Y con ello la presión se incrementa.
Quienes la conocen dicen que Martina tiene el carácter para volver a ganar títulos al máximo nivel, como lo ha hecho, por ejemplo, Steffi, cuya voluntad inquebrantable es capaz de superar todos los desafíos.