Los Ángeles (EE. UU.) El seleccionador de Estados Unidos, Bruce Arena, no tiene un pelo de tonto. Se ha ido a lo más fácil y ha nominado para la Copa de Oro 2000 a la mitad de integrantes de su antiguo equipo, el tricampeón D.C. United.
Arena ya conoce a los zagueros Jeff Agoos y Carlos Llamosa, así como a los volantes Ben Olsen y Richie Williams, jugadores con poca clase y menos futbol.
Interesante ajedrez futbolístico de Arena, porque el técnico sabe que las canchas de Boston, Washington, Portland y Miami son las únicas donde Estados Unidos puede tener éxito con el público.
Porque en las prácticas previas al certamen en Fort Lauderdale (Florida), Arena pretende causar un impacto positivo entre los hinchas hispanos.
De esa forma, es entendible el hecho de que los organizadores de la Copa de Oro hayan sembrado a Estados Unidos en un grupo cómodo, junto al rudimentario equipo de Haití y al invitado incógnita: Perú.
En otros términos, a Estados Unidos se le ha favorecido con descaro, a fin de allanarle el camino hacia una hipotética incursión a las finales.
No obstante, Estados Unidos como equipo le hace honor al apellido de su técnico: da unas de cal y pocas de arena.
Se mostró tímido y errático contra Irán (1 a 1), con un público mayoritariamente de ascendencia iraní. Asimismo, fue sorprendente y bien balanceado en Coquimbo, donde venció a Chile, 2 a 1.
Metas locales
El desafío para Estados Unidos es mayor, porque el nivel competitivo de la Copa de Oro ha aumentado.
El reto es complicado ya que existe una amplia rivalidad deportiva de Estados Unidos con México, porque la pretensión fundamental de Estados Unidos apunta básicamente a acabar con el dominio que han ejercido los vecinos del sur.
Para tal efecto, Arena basa parte de sus esperanzas en legionarios como Claudio Reyna (Glasgow Rangers, Escocia), pese a que este no ha tenido una sola participación con Estados Unidos desde la pasado Copa Confederaciones de México.
También, apela a la experiencia mundialista de jugadores como los cancerberos Tony Meola (mundialista de 1990 y 1994) y Brad Friedel (Liverpool, Inglaterra), así como del delantero Brian McBride anotador en Francia 98.
A ellos se une la química perfecta que existe entre el veloz y fulminante Jovan Kirovski (Borussia Dortmund, Alemania) y el veterano Eric Wynalda (Miami Fusion, EE. UU.).
Estados Unidos, sin embargo, volverá a jugar una Copa de Oro con sabor amargo, independientemente de sus logros finales; una Copa más, que sólo servirá para reafirmar que la selección se desempeña en la pobreza de no contar con el público a su favor.
(*) Periodista deportivo del diario La Opinión de Los Ángeles (EE. UU.)