Dos años atrás, Marie José Perec no podía levantarse de la cama ni subir unas escaleras. Los médicos le decían que no podría volver a correr.
Sin embargo, superada una infección viral que casi pone fin a su carrera, Perec aseguró estar lista para ganar su tercera medalla olímpica de oro en los 400 metros y lograr algo que ninguna mujer ha conseguido hasta ahora en el atletismo: conquistar tres títulos olímpicos en la misma prueba.
"Esta será una justa muy especial para mí. Nadie lo ha logrado. Quiero ganar la carrera y hacer historia", comentó Perec en una entrevista telefónica desde Rostock, la localidad alemana en la que se entrena.
Perec, quien nació en la isla caribeña de Guadalupe y tiene nacionalidad francesa, declaró que siente que "volví de la muerte" tras reponerse de una rara infección glandular.
El solo hecho de que compita en Sidney es ya de por sí una victoria, teniendo en cuenta por lo que pasó.
Fe inquebrantable
"No es fácil. A veces una se pregunta si saldrá de esta. Pero hay que tener fe. No hay que entregarse", dijo Perec.
La corredora, curiosamente, no se siente muy a gusto en los 400 y apuntó que es una prueba "agotadora".
"No sé si la volverá a correr después de Sidney. Veremos cómo me siento", expresó.
Perec, quien es enormemente popular en Francia, mide 1,80 metros y tiene una zancada de casi dos metros y medio. Los franceses le dicen la "gacela" por su gracia y su belleza.
Dominó los 400 buena parte de la década pasada y ganó el oro en 1992, en Barcelona, y en 1996, en Atlanta, donde también fue campeona de los 200.
Cuando estaba en la cúspide de su carrera, en 1998 se le diagnosticó el síndrome de fatiga crónica (Epstein Barr). La variante de la enfermedad que la afectó se da muy rara vez y ataca la cámara del corazón. A menudo es fatal.
"Me sentía muy cansada todo el tiempo. Tenía sueño y no podía subir las escaleras", comentó la atleta.
Acostada en su cama, su corazón registraba 130 latidos por minuto, cuando lo normal era 58.
Decidió entonces irse de Malibú, California, donde se entrenaba, y se internó en el Instituto Pasteur de París, donde recibió un tratamiento con cortisona y su peso subió de 58 kilos (127 libras) a 72 (158).
"Sentía que estaba en el cuerpo de otra persona. Tenía la sensación de que me estaba destruyendo a mí misma", manifestó.
En enero de 1999 se calzó sus zapatillas por primera vez en un año y trotó un poco. Duró cinco minutos.
Pero no se entregó. Luego de un extenuante proceso de rehabilitación, recuperó la fuerza.
"La gente me decía que no volvería a correr. Incluso los médicos me dijeron que estaba acabada", recordó.
Decidida a correr en Sidney, en febrero se mudó a Rostock para entrenarse con Wolfgang Meier, esposo y extécnico de Marita Koch, cuyo registro de 47.60 segundos logrado en 1985 sigue siendo el récord mundial de los 400.
Luego de haber estado inactiva todo 1998, compitió en cinco carreras en 1999 y no ganó ninguna. Esta temporada tuvo un rendimiento disparejo. Se retiró de varias competencias, pero hace poco logró un prometedor tiempo de 50.32 en Niza y se clasificó para Sidney.
Si bien la australiana Cathy Freeman, bicampeona mundial de los 400, es favorita para ganar en Sidney, Perec espera dar una sorpresa, gracias a la ayuda de Meier.
"Corro desde 1988 y cambié mucho de técnicos, pero jamás conocí a nadie como él. Me siento muy bien y me tengo mucha confianza", comentó.