
Samira es el nombre de una joven de 15 años que estudia en el Liceo de Santa Bárbara de Heredia, es la hija menor del exdelantero Atim Roper y, al igual que lo hizo él, se dedica a jugar al fútbol.
La volante asegura que en un principio no le gustaba el fútbol, pero su familia es muy futbolera, por lo que aprendió a tomarle el gusto. Su padre, Atim, la entrenaba a ella y a su hermano con algunos trabajos básicos en la casa.
“Lo practico (el fútbol) desde los 10 años y la verdad es que al inicio no me gustaba, pero como en mi casa todos jugaban, me fue gustando poco a poco”, reveló.
A esa edad, la futbolista comenzó en el equipo El Roble Juniors de El Roble de Alajuela, y aunque ahora se desempeña como volante, esa no era su posición inicial.
“Estuve ahí tres años, empecé a los 10 y me fui a los 13 años. Al principio jugaba de delantera. La verdad es que mezclaba los dos: a veces jugaba de delantera y a veces de volante”, menciona.

Samira quiso aprovechar el talento que tiene para dedicarse al fútbol profesionalmente, por lo que decidió dar el salto a un equipo con plantel de Primera División.
“Siempre me gusta aspirar a lo más alto. Cuando me di cuenta de que tenía la capacidad y el talento para irme a un equipo con Primera División, supe que en CODEA Alajuela le están dando oportunidad a jugadoras más jóvenes, entonces no lo pensé y me fui a ese equipo”, destaca la futbolista.
A sus 15 años ya tiene un palmarés importante para esa edad: en El Roble Juniors conquistó tres títulos consecutivos de la categoría sub-13. Posteriormente, en CODEA Alajuela, se coronó campeona nacional, el torneo anterior.
En el equipo alajuelense Samira debutó en Primera División con apenas 14 años, el 19 de setiembre del año pasado en un partido contra Pococí, y el pasado jueves anotó su primer gol en la máxima categoría del balompié femenino, en la derrota de su equipo por 4-3 ante Dimas Escazú, en la fecha 5.
La jugadora describió lo que sintió al anotar.
“Fue una de las sensaciones más bonitas, es una experiencia única y no la comparo con nada. No lo pude celebrar porque íbamos perdiendo, solo fue agarrar la bola e ir a mover rápido”, destaca Samira.
Sobre si es más complicado dedicarse al fútbol siendo hija de un exjugador, aclara que no, pero que por la experiencia que tiene en este deporte, su padre es exigente.
“Por el hecho de que él (Atim Roper) es exjugador, a la hora de ver las cosas para él es más fácil. Por la experiencia que tiene, posee una mayor facilidad para entender varias jugadas, entonces él me aconseja y me exige, porque sabe que puedo dar más y que puedo corregir varias cosas, entonces yo diría que es más exigente en esa parte”, declara la seleccionada nacional menor.
Con la Tricolor recibió su primera convocatoria a los 13 años. “Me llamaron para formar el proceso sub-15, entonces era como una preselección, pero a los pocos meses me llamaron al proceso sub-17, que en ese caso sí era para competir”, dice Samira.
Ser jugadora y estudiar al mismo tiempo no es fácil para ella, quien muchas veces ha tenido que hablar con sus profesores para reagendar exámenes, estudiar en las noches y adelantar tareas para cumplir con los compromisos de su equipo y salir del país a disputar partidos con la Selección Nacional.
“Cuando salimos del país o tengo que ir a entrenar con la Selección, lo primero que hago es hablar con los profesores para ver qué trabajos puedo adelantar o la materia que van a ver para ir estudiando, de lo contrario, cuando vengo de allá lo que me queda es pasar la materia en las noches y hacer los trabajos en las noches. Si hay exámenes en esa fecha, yo hablo con el profesor para ver si me los puede hacer antes o me los hace después, al volver”, afirma.
Asimismo, ella debe compatibilizar los horarios de sus clases con los de entrenamiento con el equipo de CODEA.
“Entreno martes y jueves. Ambos días salgo a las 5 p. m. del colegio y entreno a las 5:30 p. m., entonces debo salir corriendo del colegio porque tengo que entrenar a las 5:30 a. m. A veces llego un poco tarde, pero son sacrificios que hay que hacer”, indica la menor.
Acerca de sus aspiraciones en el fútbol, ella quiere jugar fuera del país y obtener una beca deportiva en el extranjero, con la cual estudiaría Arquitectura, aunque por ahora no está muy segura.
El legado del fútbol no acaba ahí en la familia Roper, pues Samira tiene dos hermanos de los cuales uno, Atim, también practica este deporte. Él se desempeña como lateral en el Alto Rendimiento del Deportivo Saprissa.
Así, los hijos del exfutbolista Atim Roper han crecido rodeados de fútbol, heredaron esa pasión y ahora siguen los pasos de su padre en procura de escribir su propia historia. Para lograrlo, sudan la camiseta y persiguen un balón, uno que los lleve lejos, uno que los ayude a cumplir sus sueños.