Aquella humilde iglesia de madera, con tablillas sin pintar, con una cruz al frente y cuyo deterioro es palpable con el paso de los años, tendrá nueva cara por la promesa que se hizo el pugilista Francisco Fonseca.
Él asumió el compromiso de repararla, si llegaba a pelear por un título mundial.
La pequeña ermita se ubica en lo localidad de Rosita, en Puerto Cabezas, Nicaragua, a 480 kilómetros de Managua, la capital pinolera. Allí viven parientes y amigos de Fonseca, quien conoce muy bien la región, la cual visita al menos una vez al año, dependiendo de los entrenamientos y sus combates.
"En Rosita creció mi familia y al conocer el estado de la iglesia, le prometí a Dios que cuando peleara por un título mundial iba a construir una nueva. Mi familia es muy católica, crecí bajo esos principios y por eso hice esa promesa. Gracias al Creador, este año se me dio la oportunidad de pelear por mi sueño", comentó Fonseca.
Francisco peleó ante el estadounidense Gervonta Davis el sábado 26 de agosto por el cinturón de las 130 libras de la Federación Internacional de Boxeo (FIB), y cayó en el octavo asalto tras un golpe ilegal que le propinó su oponente en el cuello y que el réferi contó, algo que decepcionó al boxeador.
"Con lo que ganamos, más la indemnización porque Davis no dio el peso, creo que contamos con el dinero suficiente para construir la iglesia. Allí viven personas muy humildes y trabajadoras, por lo que necesitan el apoyo. Espero poder contribuir con algo pequeño, pero bonito para que todos puedan reunirse en un mejor lugar para rezar", añadió Fonseca.
El boxeador nació en la localidad de Rama en el Atlántico sur de Nicaragua, (282 km de Managua), pero que desde los cinco años vive en Costa Rica junto con sus padres y hermanos, José y Freddy. Ellos se radicaron en San Ramón de Alajuela, donde trabajó en una lechería y recolectando café, pero con la ilusión de ser boxeador profesional.
"Toda la vida he trabajado en el campo y es algo de lo que me siento orgulloso. Me levantaba a las 4 de la mañana a ordeñar y hacer los trabajos de la finca. Era muy duro, pero nos ayudó a crecer y ayudar a mantener a nuestra familia, de lo cual estamos muy orgullosos", aseguró el atleta de 23 años.
Entre cafetales y guantes. Francisco incursionó en el boxeo como una forma de seguir los pasos de José, su hermano mayor. Posteriormente Freddy tomó el camino de los guantes reglamentados, pero fue Francisco quien se hizo profesional, luego de que el promotor Mario Vega lo observara en una velada y le vio condiciones, pero sobre todo mucha dedicación y constancia.
Con su enorme sencillez y don de gente, a Francisco aún le gusta visitar los cafetales donde laboró en San Ramón. Se enfunda las botas de hule y junto a su novia, Angie Castillo, cogen café por las callejuelas angostas y húmedas en la finca Magallanes. Se llevan el café en un termo y almuerzan. Reviven aquellos días de adolescencia, quizás de mucho trabajo, pero que le ayuda a recordar de dónde es y quién es en la vida.
Es por eso que la pelea ante Davis, en el T- Mobile en Las Vegas, Nevada, fue un sueño hecho realidad para el pugilista radicado en San Ramón, pues apenas tuvo 22 días para entrenarse. Aseguró que la estrategia de la pelea era ir acelerando poco a poco y tratar de terminar al estadounidense en los últimos rounds, hasta que recibió el golpe en el cuello.
"A mí la decisión del juez me puso muy triste, la verdad jamás esperaba que todo terminara así, me sentí mal, pero el apoyo de la gente ha sido increíble. En las redes sociales me han escrito cosas muy bonitas, además uno siente el cariño de las personas. Ellos saben que lo di todo en el cuadrilátero y no pude ganar por otras circunstancias", añadió Fonseca.
Admite que por momentos se sintió como el personaje de Sylvester Stallone en la película Rocky, de 1976, pues pelearía contra el campeón y sabía que le daban muy pocas opciones de ganar; sin embargo, siempre entrenó con la firme intención de dejarse el cinturón.
"Puse todo mi corazón en esa pelea. Para Davis yo era un desconocido, pero lo que él no sabía es que se enfrentaba a un verdadero peleador. Por más que lo intentó, no pudo hacerme nada, hasta que me dio con ese golpe ilegal en el cuello. Todo el mundo lo vio excepto el árbitro, por eso la gente en el T. Mobile no estaba conforme con la decisión, pero así es el deporte", dijo Fonseca.
A Francisco tampoco le gustó el accionar de su oponente, pues lo consideró de mal gusto por sus gestos y ademanes durante el combate.
"Es un irrespetuoso, un payaso en el cuadrilátero, pero cuando empecé a presionarlo se le terminaron las payasadas y tuvo que recurrir a otra cosa para ganarme. Me ganó con una falta y eso lo voy a tener presente, porque ahora que el título está vacante se va tener que hacer una eliminatoria para conocer los retadores y espero tener la oportunidad de enfrentarlo. Entonces me voy a acordar de sus payasadas", sentenció Fonseca.
Ahora con mayor madurez y experiencia, espera que se le abran las puertas para futuros combates y tiene la intención, junto con su promotor, de pelear en San Ramón, si se da la oportunidad.
"Creo que la pelea frente a Davis nos abrió las puertas, es por eso que ahora voy a entrenar más duro, a prepararme más fuerte para lograr mis objetivos. No descansaré hasta poder ser campeón mundial. Ese es mi sueño y junto con mi entrenador, Marco Delgado, mi representante, Mario Vega, y todos los colaboradores, espero lograrlo y tener la oportunidad de volver a pelear por el título mundial en el 2018", puntualizó Fonseca.