Ciudad Cortés. Aún no está claro el porqué, pero al minuto 80, cuando Alessandro Moreira dominó la pelota frente al área morada y se preparó para soltar el trallazo, todos sabían que el balón terminaría en la red. Y así fue, ayer todo le salió a Osa.
Quizá por eso más de un aficionado local no esperó a que el botín derecho del brasileño se despegara de la pelota para brincar de la grada y celebrar la cuarta anotación.
Porque tenían razones para hacerlo. Los oseños prácticamente borraron del terreno al equipo morado y lo despacharon con un 4 por 1, casi irrepetible, pero digno de olvidar para los muchachos de Manuel Keosseián.
El técnico uruguayo nunca pudo encontrar un resquicio en la táctica de su colega Róger El Policía Gómez, que a punta de caras nuevas le había encajado dos anotaciones apenas ocho minutos después del pitazo inicial.
El primero en hacer el daño fue Jorge Barboza. Al 6’, en un arranque de velocidad pura, el brasileño se pegó la pelota al zapato e inició una carrera de 30 metros que terminó en el área rival.
Con cuatro defensores a sus espaldas y ante un indefenso Érick Lonis, no tuvo más que darle un puntazo al esférico para dejarlo en la red.
Era apenas el comienzo del sufrimiento morado. Dos minutos después, Juan Bautista Esquivel y Reynaldo Parks se enredaron en su propia área al despejar un pase inofensivo. Elvin Fonseca los madrugó y sirvió el balón a la llegada de Roberto Porras, que con un toque de izquierda clavó el segundo dardo.
Mientras todo Ciudad Cortés festejaba, los jugadores saprisistas se reunieron para tratar de salvar la barca. Frente a ellos estaba un calor insoportable y la obligación de hacer el desgaste para prevenir el ridículo.
Pero los locales no perdieron la calma. Manejaron el tiempo, se refugiaron en su campo y cumplieron sin errores las indicaciones salidas desde el banquillo.
Por un lado, Rándall Porras se fajó recuperando la pelota en su debut con la causa oseña y, por otro, Roberto Porras se las ingeniaba para que la rapidez de Barboza y Evance Benwell pusiera a sufrir a la zaga local.
¿Por dónde?
Keosseián varió la táctica. Sacó a Esquivel y puso cinco volantes. Nada cambió. Para el complemento volvió a la línea de cuatro e integró a Sunsing en el ataque. Tampoco recogió dividendos.
Más bien el ataque morado abrió una rendija en su propia zaga, que muy rápido observó Rándall Porras.
Al minuto 66, el santaneco sirvió largo a la corrida de Benwell, un pase ideal para hacer el tercero. Así lo hizo: a la entrada del área, levantó la pelota y arrodilló a Lonis.
El tres a cero solo trajo desesperación. Saprissa atacaba con seis hombres, perdía el balón y ninguno volvía para marcar. Álvaro Saborío y Víctor Nuñez, sus figuras en el ataque, nunca aparecieron. No había por dónde.
Alguien le dijo a los de casa que contra los morados podrían desquitarse sus penas y se lo tomaron muy a pecho.
Al 80’, Alessandro Moreira dominó la pelota frente al área sin una sola marca encima, acomodó su cuerpo, soltó el derechazo y ya todos sabemos la historia.
El gol del brasileño desató una clase de fiesta en Osa que ni siquiera se rasgó con el descuento que Álvaro Saborío consiguió en el minuto 92.
No habían logrado el campeonato, ni salvado su pellejo del descenso, pero era un 4 a 1 contra Saprissa.
Como dijo El Policía: “Tampoco es para que nos hagan unas fiestas patronales por esto, pero al menos sirve para seguir con vida”.
Y es que una victoria ante Saprissa siempre resulta edificante pues abona la moral y sirve para pellizcarse y volver a creer.
Ayer, el futbol hizo cierto aquello de que el sur también existe.