San Pedro Sula (Honduras). Sin un futbol imponente y sin marcar grandes diferencias en el campo, Costa Rica obtuvo ayer, por primera vez en su historia, el título en los Juegos Centroamericanos, al derrotar 2 a 1 a Panamá.
Los canaleros hicieron un partido decoroso, tanto así que abrieron el marcador al minuto 28, con un extraordinario gol de Luis Rodríguez, en cobro de tiro libre.
La Tricolor, hasta el minuto 40, se mostró como un equipo errático, sin presencia en todos los sectores de la gramilla e incapaz de responder a la presión que su adversario ejercía.
Panamá, entonces, gozó de por lo menos dos ocasiones más para aumentar su ventaja, antes de que la desafortunada jugada del arquero David Marciaga le permitiera a los ticos conseguir un penal, que dos minutos más tarde Jéwisson Bennett, con certero remate, transformó en gol.
Marciaga derrumbó dentro del área a Kervin Lacey, el árbitro Rebolledo sancionó penal y lo expulsó. Ahí Panamá entregó sus esperanzas de quedarse con la presea dorada en el futbol centroamericano.
El tanto de Jéwisson y la expulsión de Marciaga significaron un respiro necesario e imprescindible para un equipo que navega en sus imperfecciones, como lo prueba su escasísima proyección en ataque. El remate de Jéwisson, desde los once pasos, fue el primer disparo a puerta panameña que los costarricenses realizaron en 40 minutos.
Tras el entretiempo, se observó a un equipo tico con más presencia, con mejor manejo de la pelota y con una ofensiva más solida.
Wálter Centeno aportó dinámica; Jéwisson se desprendió, un poco, de su vigilante canalero que lo seguía a cada rincón del rectángulo, y en general la actitud de la Selección costarricense respondía a una idea de más riesgo.
Fruto de esa presión, que borró durante los primeros 20 minutos de este período a los panameños de la cancha, los ticos lograron el gol de la victoria por intermedio de Kervin Lacey, quien luego salió expulsado por una innecesaria jugada contra Luis Rodríguez.
Después de la salidad de Lacey, Panamá, como en el comienzo, retomó el mando del encuentro. Impuso su futbol ordenado y de incursiones peligrosas por las bandas, especialmente.
Roberto Brown y Anderson efectuaron una labor encomiable en el ataque panameño.
Con la insistencia de Panamá en ofensiva y con Costa Rica atrás, en espera de un contragolpe, los minutos transcurrieron sin pena ni gloria.
Costa Rica, que ayer no vivió su mejor noche, ganó la presea de oro de los Juegos con 15 días de preparación, y marcó el camino de lo que debería de ser un proceso largo y ordenado hacia las Olimpiadas de Sidney, Australia, en el 2000.
Con agustia, los nacionales se proclamaron ayer monarcas de Centroamérica.