El país perdió ayer a un brillante periodista, escritor sensible, culto crítico teatral y agudo analista, maestro y guía inclaudicable de varias generaciones de comunicadores e intelectuales que durante 48 años siguieron su ejemplo y enseñanzas.
Guido Fernández Saborío murió ayer en su casa de habitación en Guachipelín de Escazú, a las 7 a.m., a los 64 años de edad, víctima de un cáncer linfático que lo afectaba desde hace un año, pero que no le impidió continuar su actividad hasta recientemente.
Su huella es tan amplia, profunda y diversa como sus pasiones y quehaceres. Fue director de La Nación entre 1968 y 1980 y en ese lapso convirtió a este periódico en un medio de comunicación moderno, abrió sus páginas a diversas corrientes de pensamiento e impulsó con tesón la vida artística del país.
El legado de un amigo
La creación de la Página 15 se constituyó en uno de los hitos de su tarea al abrir un espacio de debate de capital importancia para la formación de opinión pública.
A esta obra se sumó la creación del suplemento cultural Ancora y los premios bianuales Ancora, para reconocer a las más sobresalientes personalidases de las letras, artes y ciencias nacionales.
Nunca temió a la polémica y siempre la enfrentó con valentía. Algunas debates, en los años setentas, fueron el desafío al entonces presidente José Figueres Ferrer por su política fiscal, el desenmascaramiento del prófugo internacional Robert Vesco y la lucha con la competencia que significó el diario Excélsior, impulsado por sectores afines a Figueres.
En 1970, protagonizó un debate televisivo de tres horas con el presidente Figueres, acerca del problema fiscal del país, y salió tan bien librado que el Mandatario lo invitó a "dejar ese periodiquillo" para que trabajara junto a él.
Se casó en 1954 con Cecilia González Trejos, psicóloga clínica "de estirpe intelectual y académica" como él mismo la caracterizaba. Tuvo cinco hijos: Alvaro, Silvia, Lili, Carlos y Ana Beatriz.
Guido Fernández es velado desde anoche en la Funeraria del Recuerdo, en el barrio San Bosco, de la capital, y sus funerales se efectuarán hoy domingo, a las 12:30 p.m., en la capilla Don Bosco. El entierro será en Jardines del Recuerdo.
Siempre innovador
Su impronta también quedó grabada en la televisión y las revistas. Dirigió el noticiario televisivo Notiséis, de Canal 6, entre 1980 y 1982, y en esa misma emisora creó la primera revista televisiva matutina de Costa Rica, llamada Hoy Mismo.
Fue director de la revista semanal centromericana Panorama Internacional durante dos años, desde 1989.
En 1994 volvió a la televisión para ocupar el cargo de vicepresidente de noticias de la Televisora de Costa Rica, canal 7, donde laboró hasta su muerte.
El empeño innovador y la preocupación por la calidad y el ejercicio ético del periodismo marcaron todos sus proyectos en ese campo. Fue presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa y mereció, en 1980, el prestigioso premio María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia, por sus distinguidos servicios al periodismo.
Tuvo una intensa vida intelectual. En 1966 publicó el libro Los caminos del teatro en Costa Rica, recopilación de sus artículos sobre el tema, y en los últimos 12 años escribió otros cinco títulos que abarcaron desde el ensayo hasta la biografía. Al morir preparaba, junto con su esposa, una obra que se titularía El círculo y la espiral. Y tambien en la politica.
Pero no le bastó su aporte al periodismo. A pesar de haber sido identificado como opositor al Partido Liberación Nacional -muchas de cuyas ideas combatió intensamente-, en 1985 se convirtió en el jefe de imagen de la campaña de Oscar Arias Sánchez.
Durante ese gobierno sumó la vida pública a sus ocupaciones y desempeñó un papel estratégico en la cristalización del Plan de Paz de Arias.
Primero se desempeñó como ministro de Gobernación, luego fungió como embajador en Washington -donde fue declarado non grato por un sector de la fracción republicana en el Senado- y finalmente se ocupó del Ministerio de Información.
"Es una viruela que tenía que experimentar, pero que me dejó vacunado", comentó don Guido acerca de su inmersión en la política, en una entrevista publicada en La Nación en junio de 1996.
Pero tales tareas no le eran ajenas. Ya en 1965 había sido parte del comando de campaña que llevó al poder a José Joaquín Trejos Fernández y entre 1966 y 1968 fue agregado comercial de la Embajada costarricense en Washington.
Periodista por vocación
Como periodista y escritor don Guido relató millares de historias, pero la suya se inició en el barrio San Bosco de San José, a las 8 de la noche del 24 de enero de 1933. A los 16 años ya había descollado como inteligente reportero y promisorio crítico en el Diario de Costa Rica.
Cursó la secundaria en el Liceo de Costa Rica, donde su vocación se manifestó en la dirección de un periódico estudiantil, y luego estudió derecho en la Universidad de Costa Rica.
Sin embargo confesó que esa profesión no era para él y casi no la ejerció. La economía le entusiasmaba y cursó estudios de esa disciplina en la Universidad de Berkeley en California.
Hombre de pensamiento y de posiciones definidas, en los años sesentas fue director ejecutivo de la Asociación Nacional de Fomento Económico (ANFE) y junto con otros economistas liberales fue uno de los miembros más destacados de esa entidad, defensora a ultranza del libre mercado.
Pero, por encima de tantas pasiones, el periodismo fue su gran amor y a él dedicó sus mayores empeños, esperanzas y alegrías.