
Kristopher Moitland fue el último en poner a jugar la bandera costarricense en Atenas 2004. Y lo hizo bien.
No solo porque agitó la tricolor en la encendida Clausura de los Juegos, sino porque también sacudió la cabeza del haitiano Tudor Sanon, su primer rival en el taekwondo olímpico, categoría de más de 80 kilos.
Moitland venció 3-2 al haitiano y pasó a cuartos de final, pero se fue derrotado al toparse con el francés Pascal Gentil, que después obtuvo el bronce.
Así, con una cuota de decoro y sin mayores sorpresas, terminó la participación costarricense en Atenas 2004.
Esa falta de sorpresas fue el factor definitivo de la delegación tica, pues dada la previsión austera, solo lo inesperado pudo haber permitido que un nacional se subiera a algún podio.
Al final todos se devolvieron con tareas pendientes, metas para el futuro, experiencias compartibles y quizá la espina de que se pudo haber hecho algo mejor. Pero no en Atenas, sino antes, en la preparación y organización.
La nadadora Claudia Poll hizo todo lo que pudo por clasificarse a las finales de 400 metros y 200 metros. En la primera categoría quedó a dos décimas de lograrlo y se tuvo que conformar con el noveno puesto olímpico.
En los 200 libres pasó a las semifinales, pero tuvo un ligero descontrol táctico y le faltó superar a dos rivales para pasar a la final. Do años inhabilitada tras una investigación por dopaje tuvieron efecto en su desempeño.
La otra esperanza costarricense estaba en el futbol. Pero arrancó mal y, tras hacer magia para vencer a Portugal y clasificarse, topó con la máquina goleadora de los argentinos. Entonces, adiós.
Esa despedida la tenían sentenciada también el judoka David Fernández, que cayó en su primera pelea, y la tiradora Grettel Barboza, cuyo puesto 35 la colocó como la mejor latinoamericana.
Otro mejor latinoamericano fue el ciclista José Adrián Bonilla, que llegó de 26 entre 52 competidores del mountain bike .
Su colega, Karen Matamoros, se cayó dos veces y se colocó en el puesto 23 entre 30 ciclistas.