San Isidro de El General. Rodeado de niños exultantes, asediado por los micrófonos radiales y televisivos, Álvaro Mesén procuraba mantener la ecuanimidad.
El arquero rojinegro fue protagonista por partida doble pues se levantó de un error garrafal que le costó una anotación, obra de Taylor Morales en el minuto 52, y se reinvindicó con una acción electrizante ante Michael Myers, en el 80’, en instantes de dramatismo en las cercanías de su cabaña.
“Soy un hombre con los pies en el suelo. No me creo todos los elogios que me hacen cuando he jugado bien, y esa actitud de reserva me permite también asimilar con sensatez los errores que cometo.
“Fallé en esa jugada. Fue una situación difícil del juego porque tenía que medir la distancia del balón y también las posibilidades del delantero. Quizás me tardé un poco en salir y pifié lamentablemente. No tengo excusas.
“Vale que después me recuperé al taparle a Michael (Myers) un remate en un mano a mano, cerca del final. Si anotaba hubiéramos perdido porque restaba muy poco tiempo para el final”, explicó el guardameta alajuelense.
Victoria para seguir
Otro de los héroes del juego fue el anotador Luis Antonio Marín. “De ninguna manera nos podemos sentir ganadores de la segunda fase; todavía faltan muchos partidos y es muy temprano para lanzar las campanas al vuelo. Procuramos administrar las fuerzas en este campeonato tan desgastante”, comentó el capitán.
“Lo sentimos en las piernas, el desgaste es evidente, pero... ¡ni modo!, hay que seguir adelante, a pesar de la carga de trabajo, que es excesiva”.
Consultado acerca de la actitud de la afición manuda, que suele recriminarle sus errores, Marín se limitó a responder: “Así es la gente. La afición a veces se vuelve contra mí y contra el equipo, cuando cometemos errores, simplemente abuchea y asume como normal una actitud injusta.
“A nosotros solo nos corresponde seguir adelante y trabajar por el equipo; sabemos en lo que estamos y no vamos a desmayar hasta conseguir un nuevo título.
“Es cierto que en ocasiones no jugamos bonito –amplió el capitán erizo–, pero es comprensible porque los rivales también cuentan y el camino es arduo”.