
Atenas. Las lágrimas de Vanina Oneto, Luciana Aymar y Cecilia Rognoni mostraron ayer al mundo la cara más amarga del deporte: cuando se dice adiós al sueño de lograr un oro olímpico.
Argentina, campeona del mundo, cayó ante Holanda, en penales ( strokes ), tras haber empatado a dos tantos en el tiempo regular y el alargue.
La lotería de los strokes enmudeció las gradas del campo de hockey del Centro Olímpico de Helliniko. La precisión en los cuatro tiros de Holanda y los errores de Rognoni y Stepnik desataron la locura entre los holandeses y sumieron en un mal sueño al equipo argentino, que ya busca en la medalla de bronce el consuelo de un oro imposible.
Los abrazos, los ánimos y las propias palabras de aliento no pudieron evitar la desolación y las lágrimas de Las Leonas , siempre atentas, cariñosas y enormemente respetadas en el entorno del deporte.
Aún sobre la pista y a pocos metros de las ganadoras, Vanina Oneto trató de dar explicaciones sobre lo ocurrido, sin buscar culpas externas y sin poder evitar las lágrimas, igual que Cecilia Rognoni, que vivirá un calvario hasta que olvide su penal fallado.
“Vamos a luchar por ese bronce” se decía una y otra vez la defensa, quien después de atender a la prensa, se hundió en un mar de sollozos, al encontrarse con su familia.
Las sonrisas habituales de Luciana Aymar y Magdalena Aicega , fijas siempre en la zona mixta, no se dejaron ver en una noche en la que Sergio Vigil, el técnico que se marchara sin el oro, reiteraba el orgullo que sentía por el juego y la actitud de su equipo.
Un equipo campeón, que volverá a luchar por subir al podio dos días después de haber “perdido el alma”, como acertó a dibujar la leona Mercedes Margalot.