En la Copa del Mundo de Brasil 2014, fue el artífice de la jugada que le dio a Alemania la corona, cuando Mario Götze marcó el tanto de la victoria ante Argentina y dejó a un Lionel Messi llorando la derrota tras perder la final.
A sus 23 años, el alemán André Schürrle fue una de las figuras de aquel compromiso y parecía que el mundo estaba a sus pies, sin imaginar que las lesiones, e incluso una enfermedad que debilitaba su organismo, lo alejarían del fútbol tan solo seis años después.
El exdelantero del Mainz 05 y Bayer Leverkusen de la Bundesliga, y campeón de la Copa del Mundo con Alemania en Brasil 2014, así como de la Premier League con el Chelsea, colgó los botines en 2020 luego de caer en depresión.
“No necesito más aplausos. Hay que interpretar un rol para sobrevivir en este negocio. Te sientes solo cuando los momentos bajos son cada vez más bajos y los altos, menos frecuentes”, confesó Schürrle en declaraciones citadas por el medio Emol.

El atacante teutón se alejó del fútbol luego de romper su contrato con el Borussia Dortmund, asediado por las lesiones y un fallido préstamo con el Spartak Moscú de Rusia.
André Schürrle bajo cero
Sin embargo, tras abandonar el fútbol, Schürrle tomó la sorpresiva decisión de buscar la resistencia extrema mediante caminatas y carreras en la nieve, con la particularidad de realizar su práctica semidesnudo, siguiendo el denominado método Wim Hof.
El método Wim Hof es una técnica de bienestar que combina tres pilares: respiración, exposición al frío y enfoque mental. Su objetivo es mejorar la salud física y mental, reducir el estrés, aumentar la energía y fortalecer el sistema inmunológico, aunque no reemplaza tratamientos médicos y debe practicarse con precaución.
Se trata de una práctica deportiva extrema inspirada en el atleta neerlandés conocido como “El hombre de hielo”, que combina la respiración controlada y la exposición al frío para permitir que el cuerpo tolere temperaturas extremas.
Tres años después de colgar los botines, Schürrle escaló con el torso desnudo el monte Sniezka, en la República Checa, ubicado a 1.603 metros de altura.
“Fue lo más difícil que he hecho, tanto mental como físicamente. En los últimos minutos no podía sentir nada y tuve que encontrar algo muy dentro de mí para seguir adelante. -19 grados, 100 km/h de viento en nuestras caras, fuerte nieve y lluvia. Mi cuerpo y yo somos más fuertes de lo que pensaba”, comentó Schürrle a Emol. Desde entonces, ha buscado nuevos retos en toda Europa.
