
El exárbitro de la Primera División del fútbol de Costa Rica, Marvin Amores, recuerda hoy, con naturalidad y hasta una sonrisa, uno de los capítulos más acongojantes que vivió en un terreno de juego.
Con más de 20 años en el referato nacional y reconocido en siete oportunidades como el mejor árbitro —cinco veces en la máxima categoría y dos en la entonces denominada segunda división—, Amores siempre contó con el respaldo incondicional de su madre, Lía de Jesús Calvo (q. d. D. g.), al punto de que ella llegó a defenderlo de las ofensas en pleno estadio.
Las mamás de los árbitros suelen ser el blanco de los más fuertes epítetos de los fanáticos del fútbol a la hora de ofenderlos por una decisión cuestionada contra su equipo, pero en el Día de la Madre, este 15 de agosto, La Nación las recuerda al ser las mujeres que los apoyan, aconsejan y animan, a continuar ante las adversidades y las críticas.
Doña Lía de Jesús, mujer valiente y decidida, le pidió en una ocasión a su hijo que la llevara a un partido que él arbitrara, sin imaginar lo que iba a suceder.
“Mi mamá quería ir a un juego y fue con mi hermano al estadio Miguel Lito Pérez para presenciar el encuentro entre Municipal Puntarenas y Deportivo Saprissa. Todo transcurría con normalidad hasta que, en el segundo tiempo, tuve que expulsar a Luis Enrique Galagarza, del Puerto, y a Edwin Sarapiquí Salazar (q. d. D. g.), del Saprissa”, contó Amores.

Ver a su madre agarrada del pelo
Marvin hace una pausa, respira hondo y revive aquella anécdota que hoy le recuerda el amor y el cariño de su madre, quien falleció hace cinco años a causa de la pandemia de la covid-19.
“Mientras expulsaba a los jugadores, volví a ver hacia el sector norte y me quedé frío al ver a mi mamá contra la malla, mientras una mujer la tenía agarrada del pelo. Corrí donde el delegado, el Chino (Franklin Chin) y le dije que, si no sacaba a esa mujer (señalando a mi madre), iba a suspender el partido. El Chino se sorprendió, pero hizo caso y mandó a sacar a mi mamá y a mi hermano, quien la acompañaba”, narró Amores a La Nación.
El exsilbatero explicó que continuó el partido, pero estaba preocupado porque no sabía nada de su madre. Apenas concluyó el tiempo reglamentario, terminó el encuentro.
“Me cambié rápido y fui a buscarla. Ella estaba afuera del estadio. Le pregunté qué había pasado y me dijo: ‘Papito, es que una mujer le gritaba de todo, cosas muy feas, y me ofendía. Yo le dije que no lo insultara más porque yo era su mamá. Entonces se volvió y esa señora me intentó pegar, pero yo me defendí, la agarré del pelo y caímos contra la malla’”, recordó Amores.
Después de ese episodio, doña Lía de Jesús nunca más volvió a los estadios, aunque eso no la libró de vivir otra anécdota por la profesión de su hijo.
“En otra oportunidad, en un partido del Deportivo Saprissa, expulsé a Wálter Paté Centeno. Cuando llegué a la casa de mi mamá, me llevé una sorpresa: los vidrios estaban todos quebrados. Le pregunté qué había pasado y me respondió: ‘Papito, no ve que pasaron unos aficionados del Saprissa y me agarraron a pedradas la casa, gritando cosas e insultos porque usted expulsó a un jugador’”, contó Amores.
Marvin, quien actualmente es presidente de la Asociación Deportiva Central de Árbitros Titulados de Fútbol (Ascatf) y miembro de las reservas de la Fuerza Pública, confesó que, pese a las malas experiencias, su madre siempre lo apoyó para que continuara arbitrando.
“Mi mamá me decía: ‘Papito, vaya tranquilo a arbitrar. Yo me quedo en la casa, lo pongo en mis oraciones, me tomo un cafecito o una cervecita y no pasa nada. Aquí me quedo tranquila y lo apoyamos’”, enfatizó Amores.
