Priscilla Tapia tiene tres mundiales femeninos (uno mayor y dos menores), además es una figura histórica del balompié tico, ya que acumula tres trofeos del campeonato nacional. De hecho, es parte de la generación dorada del balompié femenino, con jugadoras como Shirley Cruz, Katherine Alvarado, Carol Sánchez, entre otras. También fue de las últimas figuras del Saprissa Femenino.
Hoy, la jugadora de 33 años y que fue una parte trascendental del Saprissa Femenino vive una realidad muy diferente, porque afronta con seriedad la posibilidad de un retiro obligado. No obstante, detrás de esas evaluaciones también lidia con preocupaciones, tristezas, enfermedades relacionadas con el sistema nervioso y hasta depresión.
Cuando Saprissa anunció el cierre de su equipo, la jugadora escuchó ofertas del exterior y también locales; sin embargo, ninguna llenó su expectativa.
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“Hay momentos en los que me entra nostalgia, esa parte me ataca la ansiedad, pero me he puesto a hacer otras cosas para no pensar en que no juego. A veces me pongo a ver fotos y me siento peor. Lo que más me duele es que yo voy de retirada, pero le di mucho al país y no quisiera irme como me estoy yendo”, aseguró.
Priscilla, de hecho, no esconde que se llevó un duro golpe pocos días después de que Saprissa decidiera dar un paso al costado. En ese momento, ella tomó la decisión de devolverse a su natal Puntarenas, para ahorrarse costos como el alquiler del apartamento.
“Ese día no se me olvida, porque hasta me enfermé. Venía hacia Puntarenas con todas mis cosas y noté que algo estaba pasando cuando vi que estaba retrocediendo y volvía a mi pueblo. En ese momento tuve que detenerme y bajarme del carro porque comencé a sentir dolor de estómago, empecé a sudar frío y me sentía verdaderamente mal”, recordó.
Luego, la lucha ha sido con tristeza o un duelo laboral. Equipos ticos la han buscado, pero ninguno le ha dado las condiciones mínimas que ella espera.
“Me cuesta asimilar retirarme de esta manera, por lo menos jugar un partido más. No me gustaría irme así, pero irse así es como feo”, reflexionó.
En la actualidad, Tapia estudia la carrera de enfermería, la cual espera finalizar a finales de 2025.
La posibilidad de ser profesional tiene a la arquera muy convencida de que el camino es poner un punto y final.
“Hace dos semanas tuve una oferta fuertísima a Turquía, en la primera división de Turquía, y lastimosamente no pude moverme ahora porque estoy cursando mi cuatrimestre y sería dejar botadas las prácticas que hago en el Hospital México”, mencionó.
Ahora, lejos de la competencia deportiva, Priscilla se dedica a ser comerciante de objetos electrónicos, ropa, entre otros. Además, ve su academia de fútbol para niñas en el Puerto.
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“De vez en cuando voy a entrenar con Luis Torres en el PFC, pero depende mucho de lo que él me diga, porque es según sus horarios, pero eso me ha servido por si se presenta alguna oportunidad”, dijo.
La exmundialista afirmó que el fútbol femenino debe entender que ya las deportistas no pueden entrenar por amor. Ante esto, ella no piensa ceder en su posición.
“Sí, ha sido duro, complicado, cambiar la manera de vivir y dejar de hacer lo que uno ama. Ha sido un cambio muy grande, he tratado de enfocarme en otras cosas, pero la realidad golpea durísimo”, agregó.
El fútbol femenino hoy está en ascuas, al igual que muchas jugadoras referentes del fútbol tico: Priscilla Tapia es una de ellas.