
Al exárbitro nacional Rodrigo Badilla Sequeira aún le hierve la sangre cuando recuerda los insultos e improperios infundados que le gritaban los aficionados antes de los partidos que le tocaba dirigir en la Primera División del fútbol nacional.
Badilla, mundialista en Estados Unidos 1994, aún tiene presente cómo, en aquellos tiempos, los árbitros salían de últimos al terreno de juego y los insultos y ofensas de los aficionados no se hacían esperar, incluso coreados desde la gradería.
Las mamás de los árbitros suelen ser el blanco de los más fuertes epítetos de los fanáticos del fútbol a la hora de ofenderlos por una decisión cuestionada contra su equipo, pero en el Día de la Madre, este 15 de agosto, La Nación las recuerda al ser las mujeres que los apoyan, aconsejan y animan a continuar ante las adversidades y las críticas.
Lo que más le afligía a Rodrigo Badilla era que la mayoría de los insultos iban dirigidos contra su madre, Susana Sequeira Samudio (q. d. D. g.), lo cual le causaba aún más rabia. Hoy la recuerda con profundo amor al no tenerla a su lado.
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“Mi madre, quien falleció hace dos años, era una mujer muy trabajadora. Ella tenía un tramo en el mercado de Puntarenas donde vendía maíz y frijoles, mientras a mí me cuidaba mi abuelita. Por eso me molestaba tanto escuchar los insultos y ofensas. La verdad, sentía deseos de desaparecerlos. Me sentía indignado”, comentó Badilla.
El árbitro puntarenense recuerda cómo su mamá siempre lo encomendaba a Dios antes de cada partido para que todo le saliera bien.
“A ella no le contaba esas cosas para que no se preocupara más de la cuenta. Mi mamá veía por televisión los partidos y siempre me preguntaba cómo me había ido, y me alentaba a hacer un buen trabajo”, recordó.

Rodrigo Badilla y las ayudas a su madre
Más allá del gusto y la pasión por el arbitraje, Rodrigo manifestó que su profesión le permitía ayudar económicamente a su madre, quien siempre le agradecía el gesto después de cada partido.
“En aquellos tiempos, a nosotros nos pagaban en los partidos: antes, al medio tiempo o después del juego. Ganábamos ₡87.000 y yo le regalaba ₡20.000 a mi mamá para sus gastos. La verdad, ella se ponía muy contenta. Ahí era donde valía la pena aguantar todas aquellas burlas y malacrianzas de la gente”, contó Badilla.
El réferi porteño aún tiene en su memoria las oraciones a la Virgen, las palabras de aliento y los buenos deseos de su mamá antes de cada compromiso.
“Rezaba para que todo me saliera bien, para que no me agredieran, no me golpearan el carro o no me pasara algo en el partido. Ella estaba muy atenta. Siempre me preguntaba cómo me había ido y yo siempre le decía que bien. No quería preocuparla o asustarla, aunque ella sabía que el arbitraje era difícil”, añadió.
Rodrigo Badilla también pudo ayudarle a su mamá tras su participación en el Mundial de Estados Unidos 1994, lo cual le llenó de mucho orgullo.
“En el Mundial me fue muy bien. Por el contrato con la FIFA recibí, en aquellos tiempos, $27.000 y $9.000 de viáticos. Con ese dinero logré construir mi casa para mi familia y también hicimos unos arreglos a la casa de mamá. Ella estaba muy contenta, muy feliz, y todo eso uno lo recuerda con cariño”, admitió Badilla.
El exsilbatero explicó que tenían prohibido llevar a sus familiares a los partidos para evitar cualquier situación. Por eso, nunca se arriesgó a llevar a su mamá, aunque en una ocasión un hermano asistió al estadio Miguel “Lito” Pérez, en un partido internacional, pero no pudo aguantar las ofensas contra él y hasta le reclamó a unos aficionados.
