Entre más lejos de la vida pública esté, mejor. Esa finca que tiene en Hojancha es una especie de refugio, pero a la vez, es el epicentro de un negocio de naranjas que lo mantiene ocupado entre la siembra, la producción, la cosecha y la comercialización.
Óscar Ramírez encontró en la vida de campo la mejor manera de sentirse él, tan auténtico y sencillo como siempre, distanciado por completo del estrés del fútbol, de la crítica y la polémica.
Cuenta que leyó en un libro que cada 15 años hay que cambiar de actividad, porque cuando algo se vuelve rutina no se disfruta. Ese mensaje lo puso a meditar, cayó en cuenta de que tenía 30 años en el fútbol, de los cuales, el periodo como entrenador siempre es el más pesado.
Él lo sentía y su familia también. Era el momento de tomar decisiones, de hacer una pausa, alejarse y encontrarse con un estilo de vida sin la presión que rodea al fútbol.
Durante este tiempo que él decidió alejarse a partir del momento en el que regresó a territorio nacional después del Mundial de Rusia 2018, La Nación ha intentado conversar con él en varias ocasiones, pero no ha habido respuesta.
El silencio lo rompió en el nuevo espacio ‘Se viene cambio’, a cargo de Álvaro Mesén y la periodista Fabiola Herra.
Ramírez los recibió en Hojancha y por espacio de una hora habló de diferentes temas, cocinó y hasta bailó.
“Lo de la finca siempre ha estado latente. De hecho, cuando yo me retiro tengo una finca en Cañas con un hermano y por diversas circunstancias la vendemos. Cuando yo me retiro yo dije que nunca iba a ser entrenador, ¿por qué? porque me tocó muchas veces ser en la cancha como entrenador y yo lo veía como que ya, otra vez... Es que es cansado”, mencionó el Macho en ese programa.
Recordó que en el último torneo que jugó en Primera División le dijo a Alexandre Guimaraes que lo pusiera 10 minutos, o 5, porque quería disfrutarlo.
Lo que pasaba es que le tocaban labores de contención y debía hablarle mucho a sus compañeros y direccionarlos, pero por estar pendiente de ellos, el balón le llegaba cuando estaba en plena fase de indicaciones adentro. Así que quería disfrutar e insistía en que no se haría entrenador.
“Me vengo para la finca con mi hermano, pasa un problema ahí, decidimos venderla y ahí es cuando entro de asistente con Hernán (Medford) al Saprissa. Ahí estuve como cinco años y luego brinco a técnico”.
Hoy asegura que en un cuerpo técnico es mejor ser asistente que entrenador, porque así no hay que cargar con el peso de todo y se convierte como una muleta de apoyo para quien está a cargo.
“Hernán me dio la oportunidad de reunirme con los chiquillos y él participar también, pero esa parte a mí me nace en Italia, cuando Bora analizaba. Yo entendía más fácil, podía parar y regresar”.
De aquel pasaje más lejano, el Macho se transporta al más reciente, del cual ya han pasado casi tres años.
“Cada quien ha emitido sus criterios, pero yo tengo la tranquilidad del plan que yo hice, de lo que traté de hacer, lo que visualicé y tomo decisiones que yo creía que se podían dar. Hay un acontencimiento que tiene que quedar grabado, por ejemplo el muchacho que nos hace el gol, el de Serbia (Aleksandar Kolarov). Si usted analiza todos los videos nunca fue a tirar un tiro libre a la derecha, siempre los tiró a la izquierda, ese día se le ocurrió tirar a la derecha y meterla al puro ángulo. Son particularidades de los mundiales que te cambian todo, ahí es perfección”, comentó Ramírez.
Hoy considera que hay cosas que nadie valora, ni se contemplan en los análisis.
“A Chope lo sacan de Panamá y yo asumo y tengo cuatro meses para agarrar la eliminatoria contra Jamaica, Haití, Panamá que era el grupo de la muerte y ese grupo lo ganamos solventes. Luego nos toca la eliminatoria y fuimos segundos detrás de México. Es un trabajo que algunos solo ven lo del Mundial, pero llegar a ese punto y lograrlo no es fácil”.
La cultura de los cambios constantes en el fútbol, sin continuidad y procesos también lo hacen meditar.
“Aquí todo mundo quiere cambiar, creen que si hay una mala presentación ya hay que cambiar la mitad de la Selección y si hay algo que le da a uno consistencia es mantener a un grupo junto, la mayor cantidad de jugadores, porque esa gente ya sabe lo que uno piensa, la manera de trabajar. Traer gente nueva muchas veces hay que parar un entrenamiento para explicarle a uno nuevo y los otros se quedan ahí... ya otra vez”.
De inmediato advierte que eso no quiere decir que no tenga que haber cambios, “porque hay muchachos con mucha capacidad inmediatamente”.
¿Qué es lo más complicado de una selección? “Fuera de la cancha (ríe)... Lo más lindo es estar uno encerrado con los muchachos, intercambiando, eso uno lo extraña”, respondió.
Él también da su punto de vista del por qué pareciera cada vez más difícil que un equipo costarricense regrese a un Mundial de Clubes.
“Nos va a costar mucho más porque desgraciadamente nosotros no tenemos un presupuesto. Vea los de la MLS, ya están compitiendo con México comprando jugadores que les van a dejar enseñanzas y que les ayudarán a crecer a sus jóvenes, además de que están mandando a los jovencitos a los grandes clubes de Europa y nosotros no tenemos la capacidad de poder hacer eso”, detalló.
A pesar de que la Liga tiene una planilla solvente y hace poco el club se declaró libre de deudas, indicó que el asunto va más allá de un solo club.
“¿Qué van a hacer, solo la Selección de Alajuela? Tiene que haber un crecimiento. En eso va el tema de la Federación. Los chiquillos no saben marcar, entonces tienen que preparar a alguien, mandarlo afuera y venir, traer a un muchacho de cada club y tener un volumen de enseñanza. Es un tema de organización. Mientras que no tengamos gente que sepa de fútbol...”.
Ramírez dijo que se reservaba con qué equipo va él, pero afirma que “cada etapa que anduve en cada club le guardo cariño”.
“Ahora Guanacaste que fue con el que me retiré tengo un recuerdo bonito. Con Saprissa fui cuatro años y me tocó ser campeón los cuatro y dejé muy buenas amistades. En Alajuelense estuve 10 años”.
En medio de lo esquivo y quisquilloso que se muestra a veces, admitió que sí ha tenido ofertas de clubes para regresar a la dirección técnica.
“Sí he tenido, pero vieras que creo que ya no vuelvo, es que no quiero sufrir, es que ya he descubierto la vida, por ejemplo esto de tener la finca, de tener la parte comercial, de otra actividad, de levantarme a la hora a la que me da la gana, es como que me estoy reintegrando”.
Y aunque trata de mantenerse lejos y dice que casi no ve partidos, nota que las cosas no cambian. Difícilmente eso pase, porque los entrenadores siempre dependen de resultados.
“Me da pena cuando veo que los están por echar y cosas así y yo digo qué duro. Yo siento como que ya no puedo volver, como ir a encerrarme a un cuarto toda una tarde para ver partidos y en la noche planificar e ir... No me veo. Yo veo un partido y a los diez minutos me dice mi tata: ‘¿Por qué te vas?’... Y yo... ‘No, papi, ya lo estoy viendo de otra manera’”.
¿Le dijo no a Saprissa? “A varios”, replicó.
Al hablar de la Selección Nacional, el Macho asegura que “es una preocupación porque Rónald (González) no ha tenido tiempo”.
“Estuvo cuarto a nivel juvenil y fue muy exitoso. Los periodistas son los que están con eso, si conoce puede entender, dirá que este proceso ha sido muy diferente por esto de la pandemia, que no deja de afectar al fútbol, el mismo ritmo de los jugadores, porque es muy atípico. Lo que deben tener es un tema de comprensión, que no hemos podido ganar, pero cómo vas a ganar si duraste 11 meses sin competir. Algunos muchachos no pudieron venir porque no los dejaban pasar por esto”.
Ramírez considera que al seleccionador actual “tenemos que dejarlo vivir y pasar ahí, que ya está Rónald ahí y hay que apoyarlo. Yo soy del criterio de que el que está hay que apoyarlo”.
¿Ve la clasificación factible? “Más compleja”, indicó.
“Va a estar duro por el progreso de Estados Unidos, México va a ser potencia, Honduras tiene una consistencia con el entrenador uruguayo, Panamá tiene una consistencia parecida al tiempo de Rónald. Del Caribe está Jamaica, Trinidad... Lo que nos puede perjudicar es pasar a ocho, nosotros como que a ciertas selecciones les jugamos diferente y nos cuesta más la gente del Caribe. Puede ser una variable que nos pueda molestar”.
Después de eso, contó que siempre le ha costado lidiar con la imagen de figura pública, máxime que su familia siempre ha sido muy alegre y el fútbol lo hizo privarse de lo que le gustaba, como bailar.
“A los dos años de estar en el fútbol es una de las cosas que entendí que no, la fama... Y yo, ay Dios mío en lo que me metí, tener que ser ejemplo. Los Ramírez son muy alegres, los Fernández son más religiosos. Y yo, o me voy para donde el diablo o para donde Dios, para dónde cojo. Papi dice que hacían fiestas de tres días. Por qué no puedo bailar y me sacrifiqué mucho, yo quería ser normal y vivir esa parte y el fútbol te lo prohíbe”, finalizó.