Los detractores más educados dirán ¡qué disparate!; quienes creen que insultar y disentir son sinónimos añadirán un “¡qué imbécil!” en redes sociales; alguno que otro quizás se atreva a un “por qué no”. Digan lo que digan, no puedo callarme la pregunta: ¿por qué tanta adversión cuando alguien sugiere una oportunidad en la Sele para Jonathan McDonald?
–Tiene más chance Johnny Woodly –bromeó un compañero cercano–.
¡Ah! No era broma.
Es al menos la manifestación más simpática en medio de la adversión hacia la figura de Liga Deportiva Alajuelense.
A sabiendas, entonces, del estupor que genera tan solo murmurar su posible incursión en la Sele, debo admitir que le daría la oportunidad. Es más (para terminarla de hacer): confieso que entre él y el saprissista David Ramírez vacilan mis preferencias para el puesto de convocado 23.
No sé si el Macho Ramírez también lo tiene descartado. No sé si puede más la desconfianza generada en la final de campeonato nacional que McDonald le echó a perder, con una expulsión tempranera en el Ricardo Saprissa. No sé. No sé si nunca más dejará a su equipo diezmado por un temperamento que, aunque bastante controlado en los últimos tiempos, tiene antecedentes de sobra para quienes no dejan de cuestionarlo.
Con su rendimiento, al menos, no podemos ser mezquinos: se mata en la cancha, corre, marca, choca. Acompaña, pivotea, pone la asistencia sin egoísmos. A falta de una gran técnica, su esfuerzo, lectura del juego y oportunismo lo mantienen haciendo goles.
Lo de David Ramírez también tiene aires de reinvidicación. Atrás quedó aquel muchacho tan insensato como talentoso, que se peleaba con la propia afición y hasta con los ídolos del Deportivo Saprissa.
Quizás me ilusioné en exceso cuando hace unos años lo imaginé como una especie de Rolando Fonseca: encarador, técnico, definidor, capaz de bajar al mediocampo, abrirse por los costados, jugar en punta o a las espaldas del delantero.
Se me pasó la mano –quizás– pero lejos ya de aquella tontería de “los princesos”, nadie puede negar que tiene de todo un poco y bastante más madurez. No se pone las manos en los oídos, ni manda a callar a los propios fanáticos si después de los abucheos él responde con un gol (lleva cinco en siete fechas).
Quizás aún no gane un concurso de popularidad entre la afición, pero sigo viéndole cualidades para convertirse algún día en figura de la Sele.
¿O será simplemente que me gusta llevar la contraria?