Lidiar con las lesiones ha sido todo un desafío para el lateral derecho Luis Sequeira, quien confía en que esta vez sí será diferente, pues está en la cuenta regresiva para regresar a la actividad competitiva.
Después de una recaída que sufrió el 19 de enero, cuando ingresó de cambio en el 46’ y diez minutos después tuvo que ser sustituido, el futbolista de Liga Deportiva Alajuelense recibió el alta médica por parte del doctor Alfredo Gómez y ya se entrena de nuevo en cancha con sus compañeros.
“Ha sido un proceso obviamente un poco extenso y tedioso a la misma vez, porque para ningún jugador es bonito estar con una lesión. Lo mío ha sido repetitivo en cuanto a la lesión del tendón de Aquiles, entonces en la parte mental sí he tenido que trabajarla y emocionalmente también”, relató Sequeira, a través de la oficina de comunicación del club.
Contó que lo más difícil es aguantarse esas ganas de entrenar y jugar, porque mientras los demás si podían hacerlo, él estaba en recuperación.
“Uno quiere estar en la cancha en todo momento, con los compañeros entrenando y demás, pero acá lo más importante es que ya estamos de regreso, ya me siento bastante bien, poco a poco ya me voy incorporando de lleno a los entrenamientos con el equipo. Ya tengo el alta médica, no así el alta deportiva”, indicó.
El carrilero oriundo de Grecia tiene la esperanza de que esta sí sea la vencida y que no haya más problemas.
“Ha sido un poco complicado, más aún porque ha sido la misma lesión que me ha afectado, entonces, quizás en cuanto a la recuperación ha sido más fácil, porque ya yo he tenido el conocimiento de qué es lo que debo hacer, qué es lo que no debo hacer, cómo me tengo que recuperar, sé cuáles son las sensaciones de dolor que son un poco normales, sé cuáles son las sensaciones que no son normales, entonces eso sí me ha ayudado”, citó.
Y agregó: “En cuanto a la parte mental es más que todo a la hora de venir acá y que tal vez no pueda entrenar con los compañeros, no pueda estar en la cancha, porque uno como jugador esa es la parte que más desea, entonces sí la he tenido que trabajar para tener esa paciencia, la tranquilidad para poderme recuperar, para poder estar bien, para que ya en este momento sí pueda estar con mis compañeros. Sí ha sido una parte como de paciencia, de tranquilidad, para poder estar bien”.
Su constante lucha contra el calvario de las lesiones lo llevó a comprender que él mismo tiene que conocerse y que las ansias y las ganas por volver le pueden jugar una mala pasada.
Hoy más que nunca él tiene presente que acelerar la recuperación o la adaptación no es conveniente.
“Esta vez se ha tratado de llevar las cosas con calma, con paciencia, con tranquilidad, para precisamente eso, que el tendón tenga una buena adaptación a la hora de estar en la cancha, a la hora de recibir una carga de alto impacto, entonces eso es lo que yo siento que se ha hecho diferente esta vez en comparación a otras ocasiones, que tal vez por el deseo de estar en el torneo, de estar con los compañeros, se ha acelerado un poquito”, detalló.
Al tener luz verde para entrenarse de nuevo, su lucha ahora es obtener el alta competitiva para ser tomado en cuenta por Andrés Carevic.
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“Soy consciente de que el tiempo aquí es mi peor enemigo por así decirlo, lo que queda es escaso un mes o un mes y una semana para que concluya el torneo. Acá lo importante es que en el proceso de recuperación también se ha trabajado bastante la parte física para eso, para llegar lo mejor posible”, citó.
Él tiene la esperanza de volver a jugar en este mismo Clausura 2020.
“Ahorita que estoy entrenando me he sentido bien, no es una parte que me ha costado lo físico, ya por algo muy propio de uno desde un principio, entonces tal vez una semana de adaptación a los entrenamientos, al ritmo de juego y estar a disposición del entrenador para cuando él así lo quiera”.
Hace un año, cuando había superado una lesión en el talón de Aquiles izquierdo y creía que iba a comenzar pretemporada, tuvo que someterse a un tratamiento preventivo.
Eso porque el departamento médico de la Liga le efectuó unos estudios comparativos en las piernas y detectó que en la derecha tenía unas calcificaciones que lo hacían propenso a sufrir una lesión.
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Sequeira confesó en ese momento que no se asustó, sino que le cayó un balde de agua fría.
Empero, también era consciente de que ese tratamiento era lo mejor, porque le habían detectado la enfermedad de Haglund, un padecimiento congénito y hereditario que se corregía al removerle las calcificaciones.
Cuando se recuperó tras someterse al tratamiento preventivo, contó que de todo lo que había vivido, lo más duro eran las recaídas.
“Me recuperaba y me sentía bien y jugaba algunos partidos y volvía a recaer, entonces esa fue la parte más dura, en la que yo decía será un problema de que ya no puedo jugar más fútbol o no sé, uno lo piensa, porque le pasa una vez y le pasa otra”, señaló en agosto pasado.
Hoy siente que su regreso está cerca. Quiere darle competencia a José Andrés Salvatierra por la banda derecha, algo que se intensificará pronto, cuando Ian Smith se integre al club centenario.