Alajuela. La Liga tenía bien medido el calendario, pues reservó su mejor rendimiento para el duro cierre de la fase de clasificación.
Así como cuando juega mal hay que evidenciarlo, cuando lo hacen bien también hay que reconocerlo.
En los últimos partidos, los manudos demostraron por qué antes de iniciar el torneo eran firmes candidatos a levantar el trofeo.
La victoria de 3-1 sobre Puntarenas FC de ayer en el Morera Soto es otro voto hacia tal campaña.
Después de una gran pretemporada, en la cual Alajuelense se bañó en convincentes victorias, la etiqueta de favorito se le extravió entre la inconsistencia, tanto de rendimiento como de resultados. Al parecer, ya la encontró de nuevo.
Los manudos nunca serán un equipo arrollador. Por lo menos no con Óscar Ramírez en el banquillo.
Sin embargo, sí son un equipo sumamente inteligente. En el futbol a veces eso es más valioso, pues suma más puntos en la tabla.
Al Puerto, así como a Herediano y Carmelita (sus dos triunfos previos) se lo dejaron bien claro.
Últimamente, los erizos determinan con mejor criterio cuándo deben controlar el balón y cuándo es mejor ceder la iniciativa. También cuándo montar un ritmo más alto y cuándo regularse.
Esto se une al buen equilibrio que existe entre sus líneas, por el que casi nunca se descuidan atrás por desesperarse para ir al ataque.
Quizás es por eso que al equipo del Machillo se le tilda de defensivo. No obstante, lo que es es efectivo.
Mejoría. Asimismo, hay que agregar que unos cuantos jugadores despertaron en el momento justo: Armando Alonso, Pablo Gabas y Cristian Oviedo, por ejemplo.
Los tres se sacudieron un montón de críticas y dudas con un apuntalamiento de su nivel y con goles, como los que consiguieron ayer frente a los chuchequeros.
Alonso fue aplaudido, cuando antes era abucheado. Cruzó un buen remate al 9’ que encaminó el compromiso. También corrió y luchó todo el partido.
Gabas regresó a épocas de bonanza al ser reubicado en su puesto natural: el de volante mixto. De ahí puede lanzar a placer, aunque su gol vino de un cabezazo al 44’.
Por su parte, Oviedo salió del banquillo para quedarse como el armador. Su toque fino crea muchas oportunidades de gol. Pone a pensar por qué pasó la mitad de su carrera intentando ser un “rudo”.
Su anotación, el 3-0, llegó de uno de esos centros pasados que salen mal y terminan en golazos (75’).
La mejoría del trío se suma a la regularidad de Patrick Pemberton, Allen Guevara y Luis Miguel Valle para resumir el momento erizo. Esto porque con individualidades, con confianza, una colectividad crece. Al final hubo otro gol, el 3-1 de Daniel Quirós (82’), pero solo sirvió para maquillar la pizarra.