El fútbol de Jefry Valverde sedujo a Liga Deportiva Alajuelense desde el torneo pasado, cuando Jeaustin Campos lo alineaba en diferentes posiciones con Jicaral y él siempre le cumplía.
La Liga se le acercó para preguntarle cómo estaba su situación, pero es hasta ahora que el jugador de 25 años está libre y enrumbado a ponerse la camisa rojinegra, de nuevo, como la vistió cuando era un chiquillo.
Desde muy niño siempre fue inquieto y en su humilde casita en el campo, en Tulín, Turrubares, a casi una hora de Jacó, todos los días decía que sería futbolista.
Apenas tenía 10 años y su familia optó por marcharse de Tulín a Turrúcares, donde vivía un tío. Ahí permanecieron dos años.
Valverde iba a la escuela y su habilidad con el balón hizo que muy pronto un profesor de educación física lo ayudara a entrar a la escuela de fútbol de la Liga, que entrenaba en el antiguo Cuna.
Estuvo dos años con los manudos y fue uno de los cachorros que salió campeón con la U-12.
No siguió porque había llegado el momento regresar con su familia a su pueblo, pero la vida le cambió un día que el mosco de Brujas fue a jugar a la cancha de Tulín.
El visor. Los hechiceros estaban a cargo de Edgardo Alvarado, un técnico que desde que vio a Valverde le llamó la atención.
“Nosotros éramos un equipo de Unafut, íbamos a jugar contra un equipo de barrio y siempre nos metían a jugadores pasados de edad. Empezó el partido y Jefry era el más alto, el más rápido y él marcaba diferencia y yo pensé que era un forro, hizo como cuatro goles”, recordó Alvarado.
Como parecía ser más grande que el resto, ni siquiera le iba a preguntar la edad.
“Después de la actividad estaba sentado solo en una banca y me le acerqué, le pregunté que qué año era y me respondió 95. Quedé sorprendido, porque yo tenía justamente el mosco con todos 95 y es que era diferente a todos”, relató.
Alvarado le pidió el número de teléfono y le comentó que él le podía buscar una oportunidad de jugar en San José y llamó a la mamá, a doña Felicia Rojas.
Cuando el técnico regresó a la base de Brujas después de la gira, le contó su descubrimiento a Luis Torres, que era el director de liga menor.
En ese momento, los brujos tenían una casa club en Desamparados, para jugadores de alto rendimiento y Valverde estaba por cumplir 13 años.
Por ser tan joven, como que de primera entrada no se pudo, porque había que buscarle varias cosas. Alvarado no dejó de insistir y un mes después su jefe le dijo: “Si es tan bueno, entonces tráigalo”.
“Fue durísimo, estaba como loco, yo trabajaba en San José y duraba seis días sin ir a la casa y mi mamá lo cuidaba. Él tenía el bolsito listo, para irse cuando lo llamaran, era un chiquito. Él se fue solito desde Tulín, agarró un bus y llegó a Puriscal. Ahí me llamó de un público y me dijo que ya iba a tomar el bus para San José. Yo estaba con el corazón en la mano, no sé ni cómo le dí permiso. En la terminal me volvió a llamar y me dijo que Edgardo ya casi llegaba por él. Fue una locura”, relató doña Felicia.
Ella se sentía entre la espada y la pared, porque le daba terror de que algo saliera mal, pero tampoco quería ser una piedra en el camino.
“Yo estaba en pánico y no todo fue color de rosa, en muchas ocasiones yo quería traerlo de vuelta y él lloraba suplicándome que no. Nos tocó sufrir mucho, necesitaba tacos y yo no tenía la plata, yo ganaba muy poquito, no había de dónde. A veces le prestaban unos tacos, él tenía medias rotas y algún señor le regalaba”, recordó la mamá.
El camino. Jefry empezó a jugar con el mosco de Brujas, después pasó a Infantil y ayudó mucho a que su equipo consiguiera el título. Luego pasó el problema de Brujas y Edgardo Alvarado decidió rescatarlo.
“Lo llevé a un amigo mío en Saprissa, le dije que no quería que se quedara ahí porque ya el proyecto no iba para ningún lado y rescaté a algunos jugadores, entre esos, él”.
Con la sugerencia de Alvarado, los morados le hicieron una prueba y se lo dejaron. Ahí estuvo en juvenil y juvenil alto rendimiento hasta llegar a Primera, donde debutó con los tibaseños ante Belén, en 2013, bajo las órdenes de Rónald González.
Historial. Luego lo enviaron al equipo de segunda, Generación Saprissa, donde permaneció casi dos años y posteriormente no le renovaron el contrato.
“La parte más dura fue cuando dejaron de ponerle atención y que imperaban las argollas, como que no le ponían atención a los chiquillos de lejos que no tenían a los papás ahí presionando y él lloraba mucho. Nos tocó sufrir, porque de nuevo estaba sin nada”, citó la mamá del jugador.
Él fichó con Grecia, en la Liga de Ascenso y fue parte de la planilla con la que los griegos saltaron a Primera. Sin embargo, no jugó en la máxima categoría con ellos.
“Fue durísimo que ese equipo pasaba tantas necesidades y que son campeones y lo dejan fuera. Ahí yo le dije que se saliera de eso y buscara un trabajo. Él se enojaba conmigo, pero yo quería hacerlo entrar en razón. Eso que pasó en Grecia fue terrible y yo aún lo resiento tanto”, indicó la mamá.
Él ya estaba decidido a buscar otro tipo de trabajo, pero apareció la opción de jugar en Curridabat.
Luego lo hizo con Puntarenas. De ahí pasó al Huracán de la Península, donde consiguió el ascenso y fue parte de la planilla en el año de estreno de Jicaral como inquilino de la máxima categoría.
Giro radical. “Jeaustin Campos lo valoró y veía cualidades en él para que jugara en todos los puestos y luego que ascendieran y verlo el Primera a mí me hizo caer en cuenta de que todo valió la pena. A mí me dio cáncer de colon en el 2017 y no lo quería dejar a él, ni a la hermana. Yo creí que me moría, los había criado sola, luchar por ellos y aunque no tengamos dinero, somos personas de bien. Dios me dio la enfermedad y me dio la salud”, dijo doña Felicia.
Y agregó: “No sé qué siento, me parece mentira que él sea futbolista de Primera División y que si Dios quiere él va para la Liga, esa es la fe que tenemos. Yo me siento como maravillada, como que todo valió la pena, porque lo que viene es lo mejor, tengo un campeón que ha luchado mucho. Y lo que viene, es un verdadero triunfo para él”.
En todo ese trajín, Valverde siempre contaba con los consejos de Alvarado, a quien ve como su ángel de la guarda.
“Yo siempre trataba de que diera el máximo, lo andaba a mecate corto. Al principio chocamos un poco, pero ya después vio que de verdad yo buscaba lo mejor para él, hasta hoy, que hay equipos que andan detrás de él y me pide consejo. El día que debutó me pidió que lo fuera a ver, ha sido una muy buena relación desde aquel día que lo vi sentado en esa banca y que jamás pensé que fuera año 95”, dijo Alvarado.
Ese técnico que impulsó al volante ofensivo detalla que tiene mucha potencia y rapidez.
“Con la bola y en velocidad es difícil que lo agarren, aparte de que tiene gol, desde siempre, porque en el mosco fue el goleador de nosotros. Al principio tenía muchas deficiencias y fuimos trabajando con él. A mí me parece que aún no ha desarrollado el máximo que tiene. Lo que hoy está viviendo lo tuvo que haber vivido antes de... Pero le llega en un momento bueno y esperando que lo aproveche al máximo”.
En vista de que Alvarado lo conoce desde hace tiempo y que la Liga es uno de esos equipos interesados en él, La Nación le consultó cuánto podría marcar al futbolista el llegar a un club como Alajuelense.
“Ya había estado en un equipo grande, aunque fue muy poco tiempo y lo tomaban como un jugador de alto rendimiento, el trato era diferente. Ahora sí tendrá más presión, pero él tiene esas ganas de llegar de nuevo a un equipo grande y pienso que en este momento sí está preparado, por todo el camino que ha tenido”, respondió.
En parte, él cree que no se equivocó al evitar que renunciara a su sueño futbolístico.
“Yo lo aconsejaba y le decía que no se preocupara, que hiciera bien el trabajo, que hiciera bien las cosas y que la oportunidad le iba a llegar. Ahora le digo que tiene una oportunidad, que más adelante pueden venir más, como cuando lo llamaron a un microciclo a la Selección, que ya se va viendo más como jugador de fútbol”, destacó ese entrenador que tanto lo marcó.
Fue el pasado 24 de febrero cuando Valverde acudió a esa primera convocatoria a la Mayor, un microciclo con Rónald González, justamente el técnico que lo debutó en la máxima categoría.