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Ángel Flores Guardado jugó el Mundial de Madrid España, en 2018, con apenas 16 años e incluso anotó un gol. Cortesía
Un accidente en casa que le envió al hospital, cuando tenía cuatro años, le cambió la vida a Ángel Flores Guardado. Luego de una serie de exámenes le diagnosticaron la enfermedad de Coat, un trastorno idiopático caracterizado por anomalías vasculares que lleva al desprendimiento de la retina.
Como consecuencia, Ángel paulatinamente perdió su vista, pero no la ilusión por jugar al fútbol, el cual empezó a practicar entre sombras, junto a sus amigos y vecinos, mientras su enfermedad avanzaba hasta el punto de dejarlo ciego.
No obstante, esa pasión y perseverancia por practicar el deporte que amaba llevó a la Selección Nacional de Fútbol para Ciegos en el 2017, con apenas 15 años, y hoy es el primer legionario de su modalidad, al ser contratado para un torneo regional en Brasil.
“Me realizaron tres operaciones y me examinaron equipos médicos de Estados Unidos y Cuba para conocer mi caso, pero finalmente no definieron exactamente cuál era mi problema, por lo que empecé a quedar ciego y fui adaptándome a mi nueva vida con la ayuda de mis padres”, recordó Flores.
Ángel cursó sus estudios primarios en la Escuela Juan XXIII y la secundaria en el Liceo de Escazú, donde destacó por sus buenas notas. Allí aprendió ajedrez y el año pasado se coronó campeón nacional de su especialidad, pero siempre su deseo fue jugar al fútbol, el cual practicó a pesar de sus limitaciones.
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Ángel Flores Guardado (jacket azul) viajó a Brasil para disputar un torneo regional con el equipo Asdefipel de Porto Alegre. Cortesía
En una cancha
Todo cambió para Ángel en 2012, cuando participó en el primer campamento para habilidades exclusivos con discapacidad visual, en la Universidad de Costa Rica en Turrialba, donde el entrenador de la Selección de Colombia, Juan Carlos Castañeda, lo introdujo en el mundo del fútbol para ciegos, al verle condiciones, lo cual le motivó a buscar la oportunidad de integrarse a un equipo.
“Una vez que terminó el campamento unos amigos me hablaron de la Selección de Costa Rica no vidente, me comuniqué con ellos mediante el Facebook, pero tuve que esperar unos años para poder integrarme, pues es a partir de los 14 años que es recomendable iniciar en deportes paralímpicos, sobre todo por la exigencia física”, comentó Flores.
“A los 15 años, en 2017, me pude unir a la Selección Nacional de Fútbol para no vidente y ese mismo año fuimos a jugar un torneo en Colombia junto a Argentina y Chile. Aunque no nos fue muy bien, la experiencia adquirida fue muy buena y nos ayudó a mejorar en muchos aspectos”, añadió.
Detrás de un balón
Los fogueos continuaron para el seleccionado nacional con el Mundial en Madrid, España, en 2018, donde Ángel, quien se desempeña como delantero, anotó un gol con 16 años. Más tarde jugó la Copa América en México, con el seleccionado patrio, bajo el nombre de Jaguares en 2019, campeonato que precisamente le abrió las puertas para jugar en Brasil.
“Todo estaba listo para viajar en 2020, pero la pandemia de la covid-19 lo frenó todo. A principios de este año me llamaron y tomé la decisión de incorporarme al equipo Asdefipel de Porto Alegre, para participar en el torneo regional que se jugará en Sao Paulo y buscar un puesto para la Serie B, que es como la segunda división”, indicó Flores de 20 años.
“Estamos aquí desde principios de mayo y la exigencia es muy grande. Yo entrenaba tres días por semana en Costa Rica y aquí lo hacemos seis días a la semana. Para jugar se requiere una buena condición física y muy buenos fundamentos tácticos, porque es un torneo muy competitivo y se pueden jugar hasta dos partidos al día y las lesiones son muy normales por la intensidad”, añadió.
El escazuceño contó que la adaptación en Porto Alegre fue un poco complicada, pero siempre ha tratado de dar lo mejor y estar listo para el torneo, este fin de semana. Su ilusión es poder destacar, para no solo clasificar al equipo a la segunda división, sino también para que lo tomen en cuenta para el siguiente certamen, en caso de avanzar.
“El idioma, el clima, que es muy frío, la cultura y no conocer la ciudad, fueron un inconveniente al principio, pero con la ayuda de los compañeros he podido habituarme sin problema. El fútbol para ciegos es muy competitivo en Brasil y en nuestro torneo hay 16 equipos. En el tema económico es complicado, pero la oportunidad es muy importante”, enfatizó Flores.
“Sin duda el fútbol para ciegos brasileño es de los mejores del mundo y estar aquí no solo me permite jugar en el extranjero, que era uno de mis objetivos. También espero aportar mi experiencia a la Selección Nacional que disputará el premundial en Guatemala, a mediados de noviembre. No será fácil, pero haremos todo lo posible por salir adelante”, subrayó.
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Ángel Flores Guardado, además de jugar al fútbol para no videntes, es campeón nacional de ajedrez de su modalidad. Cortesía
Así se juega el fútbol para ciegos
La cancha mide 20 metros de ancho por 40 de largo, la superficie puede ser de césped natural o sintético. Sus marcos son de futsal. Los partidos se juegan en dos tiempos de 25 minutos cada uno.
Los jugadores deberán portar gafas oscuras para no dar ventaja si tienen ceguera parcial, con relación a los que no pueden ver del todo.
Son cinco jugadores por equipo, el portero sí ve, pero no puede ser profesional. Si jugó profesional debe tener dos años sin jugar a ese nivel El arquero junto con el entrenador son los guías de los cuatro restantes que son invidentes.
La cancha está rodeada por vallas en los laterales de 1 a 1,20 metros de alto, los cuales son elementos muy eficaces para la orientación de los jugadores.
El balón que se utiliza es muy similar al futsal, pero tiene un dispositivo sonoro que al momento de rodar, le permite a los jugadores saber dónde se ubica y así los futbolistas pueden disputarla y rematar al marco contrario.