Víctor Cordero intenta ser de esos que no sobran, en la vida como en el fútbol, que reprimen envidias, resentimientos y deseos de revancha, capaz de hablar bien de Wálter Centeno, como si no hubiese sido el Paté quien criticó al Saprissa cuando Vladimir Quesada y él comandaban el equipo.
Cuando se trata del Saprissa, todo morado es “su hermano” y sus triunfos también son su causa. También los de Centeno.
No puede, sin embargo, traicionarse así mismo y sumarse a frases como “merecimos más” y “no siempre gana el mejor”, tan abundantes en el discurso morado como ayunas de autocrítica, presentes en las derrotas más sentidas al estilo de la eliminación en Concacaf. A Cordero le gana la franqueza. No se sentiría cómodo negando la falta de profundidad del juego morado contra el Impact de Montreal.
En Saprissa lo tienen claro, según advierte, aunque no muchos lo digan.
Víctor Cordero tiene la autocrítica que no abunda en el Saprissa