
Dos días después de que Liga Deportiva Alajuelense se coronó campeón nacional, Bryan Ruiz posteó en sus redes sociales un video de 20 segundos con el momento en el que recibe la copa 30 de los rojinegros.
“¡Así lo soñé! ¡Así lo imaginé! ¡Así pasó! Con mucho cariño para toda la afición luego de un gran trabajo grupal”, reseñó el capitán de la Liga en esa publicación.
De forma instantánea aparecieron las interacciones y, en términos generales, los aficionados le dan las gracias por volver, por lo que él le dio a la Liga, por ayudar a levantar al equipo y por ser una pieza fundamental para que Alajuelense sea campeón de nuevo.
Pero hay otra parte de la historia y es que desde su casa le dan gracias a la Liga por permitirle volver a sentirse y ser futbolista; abrirle las puertas para recuperar la alegría por jugar, madrugar para ir a entrenar, experimentar la adrenalina de saber que viene un día de partido y ponerse los tacos para salir a ganar.
Su esposa, Carolina Jaikel, explica que cuando se marcharon a Brasil fue tomando una decisión como familia. A pesar de que sabían que no era tan fácil, la ilusión del volante era ir a una liga competitiva.
Había más opciones y ella prefería otros destinos, porque le parecían más tranquilos, pero él se inclinaba por la liga más competitiva.
“Las cosas en Brasil por muchas razones no salieron y había un sentimiento de que él sabía que yo estaba dejando mi vida profesional en pausa todo este rato desde que nos casamos para que él siguiera su sueño y que estábamos en Brasil y no era fácil”, relató Jaikel.
Él no jugaba, pasaba el tiempo y llegó la pandemia. Ambos tenían la misma percepción: ‘¿Qué estamos haciendo acá?’.
“La decisión de venir aquí fue con el corazón. Se está llevando un pleito en Brasil largo; significó volver, que uno sabe que salir otra vez no es fácil y desde que regresamos planificamos quedarnos aquí. Económicamente la diferencia es enorme, pero todo bien, porque era una decisión de la que él estaba seguro para ser feliz”.
Cuando él se sentó con ella para conversar de los planes y su nuevo rumbo, fue la primera sorprendida.
“Nunca lo había dicho, se lo juro que ni siquiera a mí, pero cuando él toma la decisión de volver, era para regresar a la Liga. Era lo que él sentía, lo que él quería. Si no se daba, entonces había que buscar, pero es que era lo que siempre estuvo en la mente de él y yo lo supe hasta este mismo año”.
En su época como legionario, él no daba pistas sobre alguna preferencia en particular. Algunos periodistas aseguraban que iba para otro club nacional.
De forma esporádica y por lo que se decía, Carolina le preguntaba que dónde estaba su corazón, si con los liguistas, los morados, o los heredianos, pero su respuesta era neutra.
Al regresar, ella por primera vez vio a Ruiz con el mismo entusiasmo que muestra con la Selección.
“No lo había conocido así con un equipo, sí con la Selección. Yo no viví el Bryan de Twente, lo vi un poco en Sporting, cero en Santos, un poco en Fulham, pero es que ver a Bryan enamorado de un equipo no me había tocado vivirlo, hasta ahora con Alajuelense”, apuntó.
“Actúa como un liguista de toda la vida. Se ve feliz, contento, realizado, con ganas de ir siempre a entrenar a la hora que sea y él consiguió en Agustín (Lleida) una persona que hace las cosas muy parecidas a él, muy trabajador, muy ordenado, entonces se siente muy cómodo”.
Ella sonríe al verlo realizado y eso le llena el corazón.
“Aporta como jugador, sabe que puede ayudar a los chiquillos, él me decía eso siempre, que si volvía a Costa Rica quería dejarle algo bueno al fútbol, como una buena ética de trabajo, ayudar a los jóvenes, a que la gente no se tire tanto para que el fútbol sea limpio, a no dar una declaración polémica, sino al contrario; como compartir con los demás lo que él cree y dejar esa huella ahí. Esa es su misión”.
Dentro de su análisis, ella cree que a veces las personas se hacen ideas equivocadas y que por el hecho de que sea tranquilo, reservado, callado y que casi nunca alce la voz piensan que no es líder.
“Una de sus virtudes es que dice las palabras correctas en el momento indicado.La actitud cuenta y el espíritu competitivo. Él siempre es el primero en llegar, es el último en irse, siempre hace las cosas que tiene que hacer y yo creo que el rol de liderazgo pasa por ahí”.
Aunque Benjamín y Leonardo están muy pequeños, ellos saben que el papá juega fútbol, que lo pueden ver por televisión y lo disfrutan.

“Mi hermana Priscila también es muy liguista y tenerlo a él jugando en Alajuelense me permite vivir una parte familiar que yo no había tenido desde que me casé”.
El lunes, los dos pequeñitos de la casa llegaron a despertar a Bryan.
“Fueron a buscar el premio, porque él les dijo que si papá ganaba les tenía una sorpresa y llegaron porque querían que les enseñara esa medalla. Ya entienden y ellos se ilusionan, ven la camisa y la asocian a la Liga y al papá. Yo no era futbolera y ahora sí me he hecho así, porque veo los partidos. Yo no había sentido el nerviosismo desde el Mundial”.
Pero el domingo fue diferente, al punto de que casi no vio el partido.
“Me sentía muy nerviosa y me dije, la verdad es que vamos ganando y yo no lo estoy viendo. Me asomaba y me salía. No quería pensar en ganar hasta que el árbitro pitara”.
Cuando Bryan firmó el contrato con Alajuelense, él se volvió y le dijo: ‘Esto va a ser tocar el cielo o hundirse en el infierno’. Ruiz tenía muy claro que debía poner mucho de su parte para que todo saliera bien, pero también pensaba en lo que ocurriría si las cosas no se daban como quería.
“Él sabía que este era el campeonato que había que ganar, todos porque en la Liga tiene que ser así siempre, pero había que empezar por el que acabamos de conseguir”.
Apenas vio por la televisión a su esposo levantar esa copa, Carolina se soltó a llorar.
Los últimos días fueron muy intensos, con muchos partidos, estrés, él entrenaba, se iba a hacer masajes, pilates por aparte y tenía reuniones de otras cosas.
“Cuando uno ve a la persona que uno ama haciendo las cosas bien y luchando con todas sus fuerzas por algo y lo consigue, da mucha satisfacción, pero mucha admiración, yo le digo que lo admiro mucho. Él sabía que era un reto grande, que no era fácil, pero quiso ponerle el pecho a las balas”.
Hoy ella lo ve feliz y comparte su alegría y afirma que está convencida de que volver a Liga “ha sido la mejor decisión”.
“A nosotros nos cambió la vida, estamos cerca de la gente que queremos, yo volví a trabajar y sentirme realizada, verlo a él de nuevo sonreír y amar el fútbol. A él se le ven los ojos diferentes, como con una ilusión todo el rato”.
Sentimiento doble. Priscila Jaikel conocía a Bryan desde su primera etapa con la Liga y él se convirtió en su mejor amigo. Mucho tiempo después, se transformó en su cuñado, pero en realidad, para ella es su hermano.
Cuenta que él no es muy expresivo y en los momentos duros, como cuando no jugaba en Brasil, no se quejaba, “pero estaba como apagado”.
“Ahora se ve motivado, feliz, disfruta. Llega a ver los videos, a estudiar los partidos y su rol de líder, él compró literal la idea de vengo a aportar y de ponerme la camiseta en todas las áreas donde sea necesario. Volvió a tener la ilusión de ponerse objetivos, de querer ser campeón y ha sido increíble”.

En las fotos del equipo siempre se ve sonriendo, en las prácticas, y ella nota que disfruta mucho esta etapa.
“Yo no sé quién cambió a Bryan, porque él siempre había sido como muy racional, cero aficionado y ahora encontró un amor increíble en el equipo. Cuando Caro a mí me dijo que Bryan quería volver a la Liga yo pensé que mejor ni me ilusionaba y hasta que el documento estuviera firmado ni lo iba a pensar, porque para mí significaba demasiado”.
Priscila pensaba que el título 30 sí podía llegar, pero no se quería ilusionar.
“Tener a Bryan me daba más tranquilidad, al mismo tiempo que era duro, porque si no salía bien, ya no solo me afectaba como aficionada”.
Llegó el título y no podía contener las lágrimas.
“Habían trabajado muy duro y verlo a él levantar el trofeo, lo que significaba para él y para todos, para don Andrés Carevic después de todo, es demasiado. Apenas lo ví lo abracé y le dije demasiadas gracias. Yo sabía que cuando él llegara las cosas iban a cambiar, no solo en él, sino a nivel de grupo. Ahora está en vacaciones y ahí anda pensando en que tenemos que ganar la 31”.
El susto con la covid-19
Cuando se presentó el brote de la covid-19 en el equipo, en el caso de Bryan y su esposa no fue sencillo.
“Veníamos de meses de estar encerrados en Brasil. Aquí estamos en un paraíso porque mi papá nos prestó una finca y de nuevo no podíamos salir ni ver a nadie. Mis hijos son muy inquietos y optamos por quedarnos solos los cuatro”, mencionó Carolina.
La Liga visitó a Guadalupe una noche en la que llovió mucho y ella estaba segura de que Bryan se iba a resfriar.
Al día siguiente un jugador presentó síntomas del nuevo coronavirus y a las dos horas Ruiz le dijo que se estaba empezando a sentir mal.
Ella creyó que era como una reacción psicológica porque sabía que uno de sus compañeros que estaba convocado a la Selección se encontraba enfermo. Ese mismo domingo la Liga supo del primer positivo y al día siguiente se confirmó el de Bryan.
“Primero se sintió muy mal él, bastante mal. Le costaba respirar, pero la oxigenación era normal. De hecho, la Liga lo mandó al Hospital Cima a hacerse un examen para chequear los pulmones y el corazón, pero gracias a Dios estaba todo bien”, contó.
Luego fue ella quien se sentía mal y mientras eso pasaba los chiquitos querían jugar con toda la energía.
“Había que hacer la comida, nos tocó inyectarnos entre los dos y eso fue muy estresante, porque yo nunca lo había hecho y me dio miedo. Fueron momentos duros, pero como todo este año, uno siempre tiene que entender que está en una situación de privilegio, había comida en la mesa y que no era grave, todo momento intentamos ser agradecidos y valorar”.
Empero, dice que esos 15 días de la cuarentena se hacen largos y “la covid-19 como que deprime”.
La esposa de Bryan se solidariza con todas las personas que han tenido que hacerle frente a la enfermedad o que su vida ha cambiado de alguna manera por la pandemia.
“Es un año de darnos todos una cachetada para valorar lo que tenemos”, finalizó.
