KIEV, UCRANIA. AFP En la “Italia del renacimiento”, que brilló en la Eurocopa llegando a la final, se destacó Andrea Pirlo, que a sus 33 años les mostró a los que lo daban por acabado que sigue siendo un armador de lujo, aunque ayer se marchó llorando con el orgullo de un campeón sin corona.
La dura derrota 4-0 ante España en el estadio Olímpico de Kiev lo vio despedirse entre lágrimas, como un niño sin premio, que merecía salvarse de la catástrofe que vivió la Azzurra.
Ha sido, sin duda, una temporada inolvidable para el elegante centrocampista, que ya guió a la Juventus a otra reconquista, la del título liguero en la Serie A, donde el equipo de Turín reinó como en sus mejores días, superando el pulso final con el Milan.
Hace dos años, en el Mundial 2010, Pirlo vivió uno de sus momentos más duros , cuando se hundió en la primera fase del torneo, entre la mediocridad general, en una llave que parecía accesible.
Los debates en la prensa italiana no se hicieron esperar y varios jugadores del equipo recibieron fuertes críticas, entre ellos Pirlo, al que más de un analista dio por acabado, pero él reaccionó con rabia.
En el campo, Pirlo es un centrocampista elegante dentro del rombo que diseñó Cesare Prandelli y que tan buenos resultados dio en este torneo.
El “Zico por delante de la defensa”, como lo llama el seleccionador italiano de Irlanda, Giovanni Trapattoni, es un jugador elegante, con una visión privilegiada y una sangre fría acreditada, como demostró en los penales de los cuartos de final, donde le marcó al inglés Joe Hart al estilo Panenka.
Ha terminado la Eurocopa con un tanto, el conseguido de falta directa en la segunda fecha de la fase de grupos ante Croacia (1-1), además de dar dos asistencias.