Rabat
Cruz Azul sobrevivió a la intensa e incesante lluvia, al estado del césped y a la resistencia del Western Sydney Wanderers, para lograr un triunfo épico en la prórroga ante un rival que terminó con nueve jugadores.
Ahora los mexicanos deberán enfrentarse al Real Madrid en la semifinal del Mundial de Clubes, que se jugará el martes.
El conjunto de Luis Fernando Tena resurgió inesperadamente en un partido que tenía perdido. Fue al conjunto australiano, al que se le escapó el triunfo por un penal cometido en el último minuto del tiempo reglamentado.
En medio de un terreno de juego impracticable, castigado por la intensa y permanente lluvia caída en las últimas horas en Rabat, que encharcó notablemente partes del césped, el Western Sydney dio la cara hasta que las adversidades le tumbaron.
Wanderers, con apenas dos años de existencia, sometió al cuadro mexicano. Comprendió mejor la situación del juego y colgó balones al área de su rival, sumido en una incomodidad permanente.
Cruz Azul mejoró en el ecuador de la primera mitad, pero Christian Giménez no tenía el mejor día.

En la segunda parte, el choque se rompió definitivamente. Scepanovic sacó bajo palos un remate de Pavone, sin portero en el arco. A continuación, un lanzamiento lejano de Iacoppo La Rocca, pegado al palo, batió a Jesús Corona y puso el partido encarrilado para el equipo oceánico.
Covic emergió entonces y frustró cada intento mexicano, que acentuó el acoso sobre el Wanderers.
A un minuto del final, en el 89', una falta de Cole sobre Fabián fue señalada como penal, concretado por Gerardo Torrado.
Para los tiempos extra, el Western Sydney se aferraba a su suerte, con un jugador menos por la expulsión de Scepanovic.
El Cruz Azul aprovechó su ventaja numérica y el desconcierto por el mazazo sufrido por su rival para ponerse por delante. Marcó el segundo gol en el minuto 108, cuando Hugo Pavone recogió el rechace a un disparo de Valdez que repelió Covic.
El Western Sydney, con nueve hombres -Topor Stanley fue expulsado en la prórroga-, estaba entregado a su suerte. Un nuevo penal cometido por Poljak fue transformado otra vez por Torrado, que redondeó el éxito mexicano