Camiseta que árbitra utilizó en partido de Costa Rica y Alemania se exhibirá en Museo de FIFA

La camiseta que utilizó Stéphanie Frappart para arbitrar el partido entre la Selección Nacional de Costa Rica y la de Alemania, en la fase de grupos del Mundial de Qatar 2022, será exhibida en el Museo de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), en Zúrich, Suiza.

Así lo confirmó el propio museo en su cuenta de Twitter, luego de que la árbitra se reuniera con Marco Fazzone, director de la galería, para entregar oficialmente la camiseta con la que hizo historia el 1.° de diciembre del 2022, cuando se convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido de un Mundial masculino.

La francesa, de 39 años, no fue la única mujer en intermediar en este encuentro y romper con la brecha de género, pues las asistentes Neuza Back de Brasil y Karen Díaz de México, terminaron de conformar el trío mediador.

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Frappart se enteró que sería jueza central en mayo, cuando la FIFA anunció su nombramiento. “Es una sorpresa, no te lo puedes creer y a los dos o tres minutos te das cuenta de que vas al Mundial. Es asombroso, no solo para mí, sino también para mi familia y también para los árbitros franceses”, comentó en ese entonces la árbitra a CNN Sport.

Por otro lado, puede que el nombre de Frappart se le haga familiar, y es que la francesa también se convirtió en la primera mujer en arbitrar un partido de la Ligue 1, en agosto del 2019; en primera árbitra en un partido masculino de la UEFA Champions League, en el 2020; y en la primera mujer en arbitrar un partido clasificatorio a un Mundial masculino, en el 2021.

“Mi vida cambió después del 2019 porque la mayoría de la gente me reconoció en la calle (...). Soy como un modelo a seguir, para las mujeres árbitros, pero creo que también inspiro a algunas mujeres en la sociedad o en las empresas a asumir cada vez más responsabilidades”, comentó la mediadora al mismo medio.

Paradójicamente el último logro de la árbitra se produjo en un país que violenta los derechos de la mujer. De acuerdo con datos de Amnistía Internacional, las qataríes viven vigiladas por un tutor masculino, generalmente su esposo, padre, hermano, abuelo o tío. Asimismo, requieren del permiso de ese tutor para tomar decisiones importantes como casarse, acceder a la atención médica reproductiva y trabajar.