
Moscú. Alemania intenta refrendar el título, algo que ninguna selección ha conseguido desde que Brasil se proclamó campeón sucesivamente en Suecia 1958 y Chile 1962.
A pesar de las ausencias de jugadores clave en la consagración en Brasil 2014, como Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Miroslav Klose, los alemanes están entre los candidatos al título.
Toni Kroos, Sami Khedira, Mats Hummels y Thomas Mueller ahora cargan con la responsabilidad de un equipo que arrasó en las eliminatorias al ganar sus 10 partidos con 43 goles anotados, algo nunca visto.
“El equipo está listo, pero es más difícil ganar un segundo mundial, el equipo ha evolucionado, pero sigue siendo difícil. Sí puedo decir que tenemos las ganas y la ambición como las teníamos hace cuatro años”, manifestó el entrenador Joachim Loew.
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“Lo importante es ir partido a partido y no pensar en lo que va a pasar en dos semanas, hay que pensar en México, pero sí con la ambición de repetir”, agregó.
Durante los últimos meses, los dirigidos por Loew han dejado una estela de dudas. Primero vieron roto un invicto de 22 partidos al perder con Brasil en marzo y luego cayeron con Austria. No fue hasta la semana pasada cuando ganaron por primera vez, por 2-1 a Arabia Saudí.
De repente, México puede pescar en río revuelto y vencer a Alemania por primera vez, en el juego de este domingo a las 9 a. m. hora tica.
“La frase de la semana es jugar por el amor a ganar y no por el miedo a perder. Creemos en la calidad y condiciones del grupo y creemos que tenemos el potencial para jugarle de igual a Alemania”, anotó Juan Carlos Osorio, técnico de los mexicanos.
La última vez que ambas escuadras se midieron en un mundial fue en los octavos de final de Francia 1998, cuando los mexicanos dejaron escapar una delantera y cayeron 2-1. Previamente, Alemania eliminó al Tri en penales en México 1986 y lo apaleó 6-0 en 1978.

Los antecedentes más cercanos han sido en la Copa Confederaciones. En la edición del año pasado, los mexicanos sucumbieron 4-1 ante una juvenil Alemania en las semifinales.
“No vamos a descubrir la calidad alemana en cada una de sus líneas, pero con nuestro estilo y manera de jugar debemos hacer bien las cosas porque podemos contrarrestar sus fortalezas”, dijo el arquero Guillermo Ochoa, quien fue titular el año pasado en el revés en la Confederaciones. “Debemos mantener la cabeza fría con el corazón caliente y pensar que somos once contra once”.
Aquel 4-1 fue la segunda goleada sufrida por el Tri bajo el mando de Juan Carlos Osorio en grandes citas. Un año antes, en la Copa América Centenario, Chile le pasó por encima al conjunto del técnico colombiano con un 7-0, la derrota más abultada en su historia.
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Los alemanes no se fían.
“México tiene un buen equipo no los podemos subestimar, lo que pasó en la Confederaciones no cuenta porque este es un equipo distinto, ese 4-1 solo nos sirve para ver los puntos fuertes de ellos”, dijo el volante Julian Draxler.
Loew dijo que el portero Manuel Neuer luce en su mejor forma y está recuperado de una fractura en el pie, mientras que Mesut Özil se ha entrenado con normalidad luego de una lesión que lo tenía en duda para el encuentro.
Al igual que los alemanes, México no tuvo un gran cierre de preparación y solo ganó uno de sus últimos cuatro partidos, una anémica victoria de 1-0 sobre Escocia en el estadio Azteca. Además igualó 0-0 con Gales y cayó 1-0 ante Croacia y 2-0 ante Dinamarca.
“Los partidos de preparación fueron para eso, para preparar estos juegos y para trata de que no sucedan los mismos errores”, agregó Ochoa.
En esos encuentros amistosos, Osorio nunca pudo plantar a su cuadro predilecto porque tenía entre algodones a jugadores importantes como Héctor Moreno y Andrés Guardado, quienes recientemente reaparecieron ante los daneses. El técnico también admitió que limitó los minutos de otros como Hirving Lozano o Javier Hernández, para minimizar el riesgo de otra lesión.
México cuenta con todos sus jugadores con excepción de Diego Reyes, quien juega como volante de recuperación, y se perderá el Mundial en el que buscan romper el maleficio de nunca acceder a la etapa de cuartos fuera de casa.
